(Nancy Chappell / El Comercio)
(Nancy Chappell / El Comercio)
Renzo Giner Vásquez

Una decena de grupos de cinco jóvenes no despegan la mirada de sus monitores, repletos de códigos indescifrables. La oficina de Laboratoria está llena, celebran una ‘hackatón’ y en medio de todo el ajetreo se mueve Mariana Costa.

La joven emprendedora –cuya fama creció luego de que el año pasado el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, y el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llenaran a su proyecto de merecidos halagos– se ha convertido en uno de los rostros que mejor representa a nuestro país.

— ¿Siempre hay tanta gente?
[Risas] No, hoy está particularmente lleno porque estamos a un día de la graduación de un grupo de desarrolladoras. Como parte de ello tenemos un ‘talent fest’ en el que vienen empresas, a cada una le asignamos un grupo de estudiantes y deben tener un reto técnico. Los grupos tienen dos días para resolverlo y así detectamos talentos. Es una forma distinta para incentivar a que las empresas las contraten.

— Eso explica que más del 70% de egresadas consigan trabajo...
Nuestro promedio histórico es del 75% y nuestra mejor promoción tiene el 84%. Veamos cómo nos va con esta, yo espero que supere el 80%.

— Laboratoria comenzó hace tres años, luego de que vivieras casi una década fuera del país. ¿Cuánto cambió el país en ese tiempo?
En cierta forma cambió muchísimo y en otra cambió muy poco.

— [Silencio]…
Es que es difícil ver al Perú sin verme a mí, ambos cambiamos.

— ¿Entonces tú cambiaste más que el país?
Probablemente, me fui como una niña y regresé como una adulta. Por mi lado cambió que cuando me fui era muy idealista, bien soñadora. Creo que volví siendo aún una persona positiva pero con un sentido de la realidad, de dónde puedo tener un impacto, dónde puedo influir y cuáles son batallas de largo aliento. Encontrar Laboratoria fue eso, fue encontrar el espacio y el momento donde yo puedo tener un impacto y contribuir. A veces me pongo mucho más pesimista al ver el resto de cosas que faltan en el país y notar que hay un montón por hacer, pero me tranquiliza saber que desde donde yo estoy gestamos un futuro mejor. Cuando me fui no sabía cuál sería mi tribuna. Se me pasaba por la mente poner una empresa gigante, trabajar para el Estado, dedicarme a una labor netamente social, irme a vivir a la selva o a algún lugar lejano. Pero regresando y conociéndome mejor descubrí que esta mezcla de start-up e impacto social me encantaba.

— A solo cuatro años del bicentenario, ¿cuál es tu visión sobre el Perú?
Es una visión de sufrimiento [risas]. Creo que en el Perú están las dos caras de la moneda: por una parte veo gente joven apostando por emprender, proyectos de impacto social, renovar el sector público; pero, por otro lado, basta con salir de la oficina, cruzar la calle y ver que tres carros te intentan atropellar para preguntarte en qué tipo de sociedad vivimos. Es una relación de dualidad.

— ¿Gana el sentido positivo o el negativo?
Es difícil determinarlo. Tengo un sentido de urgencia, de que hay demasiado por hacer y ese hacer comienza en cada uno de nosotros. Es importante que cada persona que vive en el Perú piense en cómo debe contribuir a construir el país que quiere con miras al bicentenario y más allá. Siento que la mayoría –y me incluyo– vivimos el día a día pensando en nosotros mismos y no en lo que debemos darle al Perú para que sea un país mejor.

— Pensar en sociedad.
De todas maneras. Nos falta pensar más en sociedad, en el planeta, en quienes son distintos, en quienes ven el mundo diferente. Y a un nivel crítico. Por eso este sentimiento de urgencia, si no comenzamos a mejorar nadie más lo va a hacer.

— Te has convertido en la imagen de la innovación y el emprendimiento en el Perú. ¿Eso no trae presión?
Sí, hay presión. Todos los días hay presión, es parte de la vida [risas]. Pero al final del día es buena, me mantiene motivada para que podamos llegar a más mujeres, ofrezcamos educación de calidad, las ayudemos a mejorar cada vez más.

— ¿Qué es el éxito para ti?
En Laboratoria es una maratón, no un ‘sprint’ y aún no estamos ni cerca de la llegada final. Para mí, lo bueno es el camino, no todo es la meta. Mi visión de éxito en el día a día es que el camino sea el mejor, que nos dé energía, ganas; y que hagamos las cosas por las razones correctas.

— Estudiaste Relaciones Internacionales y Administración Pública. ¿Cómo entró la ciencia?
Irónicamente es por mi esposo [risas]. Era programador y por él me acerqué a la tecnología. Antes ni siquiera se me había ocurrido, por los estereotipos ni siquiera lo había visto como una opción. Ahora, viendo hacia atrás, pienso que es algo que me habría encantado [estudiar]. Cuando volví al Perú nos asociamos con mi esposo y un amigo de la maestría y pusimos una agencia, lo más básico para arrancar. Luego me empecé a meter de lleno, la empresa se convirtió en una de desarrollo, aprendí de tecnología y nos dimos con la oportunidad de Laboratoria por la alta demanda que había de desarrolladores. Si encontrar un desarrollador ya era difícil, hallar a una mujer que lo hiciera era casi imposible. Además, el antecedente académico de un desarrollador tiene mucha flexibilidad, a muchos autodidactas les fue muy bien.

— ¿El prejuicio de que una mujer no va con la ciencia está cambiando?
Creo que iniciativas como la nuestra son parte de cambiar eso. Llevando más mujeres a la primera barrera que es la entrada y probando que tienen tanto interés y ganas como los hombres eso empieza a cambiar. Ahora, nuestra visión es formar a miles de mujeres así, que en cinco años cuando una chica termine el colegio y quiera estudiar algo relacionado vea una universidad o Laboratoria sabiendo que puede estar ahí. Si hoy tú ves una facultad de ingeniería casi no vas a encontrar mujeres, es importante cambiar eso.

— ¿Qué viene para Laboratoria?
Queremos convertirnos en la principal fuente de talento femenino tecnológico de América Latina para el mundo. Para eso iremos abriendo sedes en las principales ciudades de la región, estamos a poco de abrir la quinta sede y la meta es que sean 15 centros. Estamos en Chile, el Perú y México; el próximo año queremos ir a Colombia y Brasil. También tenemos un programa con la Embajada de Estados Unidos, es un curso llamado English for Developers. Es importante saber que el inglés es el idioma que te abre las puertas al mejor contenido y al mundo en realidad.

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