Argentina, La Nación/GDA
El tiempo que pasan los niños y adolescentes con los smartphones, tablets y computadoras se ha vuelto un motivo de preocupación para los padres. Y en especial, en países del Lejano Oriente, donde las clínicas para el tratamiento de adicciones a Internet o las muertes por extensas partidas de videojuegos muestran los problemas que las autoridades deben enfrentar.
En este punto, Taiwán acaba de anunciar una ley que penaliza con una multa de 1.600 dólares a los padres cuyos hijos sufren daños físicos o psicológicos por el uso excesivo de la tecnología. La iniciativa es una modificación de la norma de protección y bienestar de niños y adolescentes, que prohíbe el consumo de drogas, alcohol o tabaco en los menores, y ahora alcanza al abuso de los dispositivos electrónicos.
Sin embargo, el mayor desafío de la norma está en delimitar qué se considera un uso razonable de los teléfonos, tabletas o el acceso a Internet.
Con una unidad de medida basada en el tiempo que transcurren entre diversas pantallas, la Academia Americana de Pediatría señala que lo recomendable es que los niños no pasen las dos horas de uso.
No obstante, los menores de 8 años suelen pasar unas seis horas diarias entre diferentes dispositivos, mientras que los adolescentes suelen consumir unas 11 horas diarias, según la Academia Americana de Pediatría.
A su vez, se recomienda que los menores de dos años no tengan contacto con los dispositivos electrónicos y que los padres definan reglas claras de uso para todos los integrantes de la familia, tales como no utilizar los teléfonos durante la cena y no permitir el uso de Internet en las habitaciones de los jóvenes.
La medida adoptada por Taiwán sigue los pasos de China, que en los últimos años busca aplicar diversas medidas para enfrentar los problemas generados por el abuso de la tecnología, tras diversas muertes registradas por jornadas maratónicas en Internet y en partidas de videojuegos. Corea del Sur, por su parte, plantea que los torneos de e-sports deben estar regulados al igual que otras sustancias adictivas, como el alcohol y las drogas.