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La revolución tecnológica es entendida como el conjunto de cambios significativo y acelerados en el desarrollo y aplicación de las tecnologías en diversos ámbitos de la sociedad. Fueron ideadas con el fin de simplificar y optimizar las labores humanas; no obstante, la opinión preponderante sobre ellas no siempre fue buena e incluso, a día de hoy existe cierto escepticismo sobre su implementación.

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Su llegada se intensificó décadas atrás, pero es recién ahora en la actualidad que ha cobrado una dimensión tan enorme que para algunos expertos “se está yendo de las manos”. Estas innovaciones tecnológicas, robóticas y la llegada de la Inteligencia Artificial (IA) han cambiado rotundamente la forma en que las personas viven, trabajan y se relacionan.

En el debate sobre su implementación y su uso se abren dos aristas: 1) quienes consideran que son herramientas poderosas para la facilitación de la comunicación instantánea, la forma en que se consume información y los cambios en las estructuras de empleo y en la economía; y 2) los que ven a las tecnologías como enemigos sociales que pueden ser perjudiciales para el progreso de la humanidad.

IA. (Foto: Pixabay)
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En medio de dichos puntos de vista se encuentran los especialistas en la materia. Fue en la 14va edición de TEDxRíodelaPlata en un Movistar Arena colmado de estudiantes, adultos mayores y curiosos en general, que se escuchó a seis expertos abordar la temática desde distintas disciplinas.

El futuro de la Inteligencia Artificial: ¿enemiga o aliada?

“El cuerpo fue nuestra primera tecnología, la mente es la primera computadora. Hay mucho ruido alrededor de este tema por eso en TEDxRíodelaPlata decidimos provocar una conversación sobre las diferentes disciplinas que abordan esta transformación tecnológica”, dijo Hache Merpert, director ejecutivo del evento en el país, al anunciar al primero de los oradores del segmento: Diego Luque.

Luque es experto en estrategia y comunicación, con una trayectoria que abarca grandes marcas y es cofundador de PICNIC, una agencia que impulsa el propósito empresarial. Según relató, actualmente la IA viene a redefinir la relación que tienen las personas con la creatividad. “Con esta llegada la parálisis creativa, de inseguridad ante el desafío de producir palabras y pensamientos originales, está destinada a convertirse en pasado”, confesó.

Sin embargo, Luque explicó que esto puede no ser del todo beneficioso: “Toda innovación tecnológica implica renunciar a algo y si ahora decidimos entregar nuestra capacidad creativa a la IA perderíamos algo que nos hace esencialmente humanos”.

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Hay que elegir: o se gana la posibilidad de crear sin angustia o se pierde la capacidad de crear desde cero, “¿estamos dispuestos a soportar esa pérdida?”, cuestiona Luque sin dejar de mencionar que la angustia por el “síndrome de la hoja en blanco” ha dado lugar a algunas de las historias más importantes de la humanidad.

En contraposición, Lorena Moscovich, una especialista en el uso de la IA para políticas públicas hizo hincapié en cómo gracias a estas innovaciones se puede anticipar, conocer y promover soluciones de impacto social. “Eso hacemos desde 2019 en el Laboratorio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. En estos meses, estamos conociendo el ecosistema de la IA en Argentina para saber quiénes son, qué hacen y qué están discutiendo”, dijo.

En lo sucesivo explicó a la audiencia cuatro ejemplos de este uso benéfico de la IA:

  • Arphai: un proyecto de salud pública que analiza con IA historias clínicas con fines epidemiológicos para detectar brotes de dengue o covid.
  • Aymurai: un sistema sobre justicia y género que busca en sentencias judiciales casos de violencia de género invisibilizados y para contribuir a los derechos de las mujeres.
  • Fundar: utiliza el boletín oficial para identificar redundancias en la estructura del Estado o solapamientos positivos que indiquen coordinación, como educación y trabajo, o ambiente y energía.
  • Laboratorio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo: analiza discursos presidenciales para conocer los consensos de la democracia argentina en sus 40 años y para favorecer el diálogo democrático.

En añadidura, Melina Masnatta, emprendedora y especialista en tecnología, educación y diversidad hizo foco en que para ella la IA se presenta sobre dos escenarios posibles y antagónicos entre sí: uno en el que la IA es generativa, es decir, que hace y produce; y otro donde la crisis climática presenta la posibilidad de un apagón mundial. “En el medio está la educación: quienes educan, los que se educan, sus familias y los que emplean”, contó.

‘¿Todo lo que enseñamos lo podemos automatizar?¿Para qué voy a estudiar algo que en unos años va a hacer la tecnología? ¿Cómo vamos a hacer con la adicción que trae este uso de las tecnologías? cómo vamos a protegernos y defendernos de ellas si no las podemos entender del todo?’ son algunas de las preguntas más frecuentes entre los grupos sociales que mencionó Masnatta.

Pero la especialista interpeló al público planteando otra duda: “¿hay algo más humano que educar?”. “Educamos para trascender, entonces ¿puede haber un sistema educativo sin sus protagonistas? Y lo más importante, lo que no enuncian todavía gobiernos, empresas, escuelas y personas…¿quién va a definir estas respuestas?”, advirtió.

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Sedentarismo intelectual

Santiago Bilinkis es emprendedor y tecnólogo argentino, que promueve la reflexión sobre el futuro del planeta con Inteligencia Artificial. Para él, la Inteligencia Artificial seduce a los ciudadanos con delegar en ellas todos los pensamientos y decisiones, como la capacidad de concentración, la competencia lectora, el buen uso del lenguaje, el pensamiento lógico y matemático o la pérdida de la tenacidad necesaria para realizar un esfuerzo sostenido y deliberado para resolver un problema difícil; a esto él lo cataloga como sedentarismo cognitivo y según reparó durante su charla “si esto sucede la tecnología no moldea nuestro pensamiento sino que toma su lugar”.

¿Qué pasaría si los humanos modernos hicieran un viaje al pasado?, fue el disparador que Bilinkis usó para dar lugar a la reflexión sobre la pérdida de habilidades que provoca la IA. “¡Seguramente no duraríamos ni dos días! Si llegamos en invierno probablemente moriríamos de frío la primera noche. Si llegamos hasta la mañana, sin supermercados seríamos incapaces de conseguir alimento. Delegar ciertas tareas en tecnología nos hizo perder muchísimas habilidades”, dijo.

IA. (Foto: iStock)
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En síntesis, hay una ganancia, pero también un precio. Frente a dicho dilema Bilinkis aconseja tener cuidado con delegar excesivamente habilidades que sean cruciales para el proceso de pensamiento y hagan a las personas quedar dependientes de las máquinas. “Esto es crucial para no acabar en pocos años siendo nosotros los cavernícolas”, enfatizó.

Asimismo, fue Laura Benbenaste, una emprendedora social que ha liderado proyectos de educación y tecnología para reducir desigualdades educativas y tecnológicas, quien advirtió que los Sistemas de Procesamiento Masivos de Datos, reproducen los valores de las personas que los diseñan. “La mayoría de ellos se educaron en esa división artificial que hicimos del conocimiento humano: por un lado las ciencias duras y por el otro, las ciencias sociales”, declaró.

Según ella, en medio de esto surgen los dilemas actuales que precisan personas equipadas de herramientas, técnicas y perspectivas sociales, de manera integrada. “De a poco los emprendedores sociales comienzan a trabajar más en diseñar en industrias que buscan integrar estas perspectivas sociales desde momentos claves del diseño y no como un parche al final”, dijo.

En adición, dijo que este es un momento histórico e ideal para pensar, resolver distinto y oír las voces de los emprendedores sociales.

En última instancia, Sebastián Uchitel, investigador principal del CONICET y profesor titular del Departamento de Computación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) de la Universidad de Buenos Aires, dio su opinión sobre la creciente transformación digital. “Los sistemas de inteligencia artificial que ustedes usan pero no comprenden cómo funcionan, esos ni siquiera los entendemos nosotros, los expertos”, sostuvo.

En base a esa frase explicó que los especialistas no entienden bien por qué se equivocan las máquinas y dónde es que se equivocan. “Por eso los arreglamos a ciegas”, dijo. Según informó, hoy los investigadores en ciencias de la computación, están desarrollando técnicas que permiten entender a los sistemas de inteligencia artificial que ellos mismos construyeron.

“Tal vez una pregunta más importante para que nos hagamos es dónde estamos dispuestos a que se usen estos sistemas… Y bajo qué condiciones. Que la inteligencia artificial no sea quien transforme nuestro mundo sino que nosotros decidamos cómo queremos transformar al mundo con la inteligencia artificial”, sentenció.

GDA / La Nación / Victoria Vera Ziccardi / Argentina

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