PARIS. La impresión 3D ha dado grandes saltos estos últimos años. De iniciar como dispositivo para crear figuritas, han logrado convertirse en una herramienta esencial para grandes proyectos en distintas áreas. Pero, según expertos, esta tecnología podría traer una nueva revolución industrial, empezando con el sector de la defensa.
El ejército de los Estados Unidos es uno de los principales organismos de defensa que ha invertido gran cantidad de dinero en el desarrollo de la impresión 3D, la cual utilizan para poder producir uniformes, piel sintética para curar a los heridos o incluso alimentos, así lo señala Alex Chausovsky, analista de IHS Technology.
Pero esto no es nada, el Massachusetts Institute of Technology (MIT) se encuentra desarrollando la impresión en 4D, a través de materiales capaces de transformarse al contacto con otros elementos, como el agua.
ARMAS Y PIEZAS
Pero esta tecnología ya ha dado grandes frutos. A finales de diciembre, astronautas de la Estación Espacial Internacional (ISS) fabricaron una lleva inglesa gracias a una impresora 3D adaptada a la ausencia de gravedad. Además, en el 2013 la empresa británica de armamento BAE Systems utilizó una pieza impresa para un cazabombardero Tornado.
"Es una perspectiva a largo plazo, pero tenemos el objetivo de fabricar una aeronave utilizando exclusivamente la tecnología de impresión 3D", señala Matt Stevens, responsable de la división de impresión 3D en BAE, a la agencia AFP.
Pero la impresión no sólo se daría en un laboratorio. Para Peter W. Singer, experto en la guerra del futuro en la New America Foundation, indica que las impresoras 3D podrían llevarse a las zonas de batalla, generando grandes e importantes cambios. Ya que esto les permitiría a los soldados fabricar sus propias piezas para reemplazar aquellas que se descompusieron o producir armas.
Sin embargo, la capacidad de crear armamento fuera de los circuitos industriales podría conllevar a nuevos riesgos, ya que grupos terroristas podrían crear bombas con la apariencia de objetos diarios.
DIFICULTADES ECONÓMICAS
Otra de las desventajas viene en un aspecto económico. Como todo el mundo podría imprimir objetos, los países industriales que viven de la fabricación de juguetes, materiales y otros productos de mano de obra barata, afrontarían grandes dificultades.
"Si quiere entender la amenaza que supone la impresión en 3D, fíjese en hasta qué punto China es dependiente de su sector de fabricación de productos de gama baja", explica Chausovsky.