En la última edición de los Premios Fundación MAPFRE compitieron proyectos de innovación social de España, Grecia y Latinoamérica. Hablamos con varios de los finalistas, en un evento celebrado en el Museo Reina Sofía, en Madrid. Los emprendedores mostraron sus dispositivos y servicios con los que pretenden facilitar la vida de personas que padecen enfermedades neurológicas, dolencias crónicas y patologías neurodegenerativas.
También hay innovaciones para mejorar la seguridad frente a incendios, como un código QR que se puede instalar en la entrada de edificios y que contiene toda la información de seguridad: acceso inmediato a planos, salidas de evacuación y plan de rescate en viviendas o construcciones corporativas.
La diadema que predice crisis epilépticas
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la epilepsia afecta a unos 65 millones de personas en el mundo. “Sin embargo, esta enfermedad sigue rodeada de tabúes. Su diagnóstico es difícil y alrededor del 30 % de los pacientes no responde a la medicación”, comenta a SINC la ingeniera electrónica Paula Gómez.
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Para mejorar la calidad de vida de las personas con epilepsia, esta brasileña de padres argentinos creó en 2015 la empresa Epistemic, incubada en la Universidad de Sao Paulo. El objetivo: “desarrollar herramientas que ayuden a gestionar la enfermedad y mejorar la calidad de vida de las personas que la padecen y la de sus familias”.
El último de estos desarrollos es un dispositivo denominado Aurora, que es similar a una diadema que se coloca en la cabeza “La idea surgió de una conversación con mi madre [la física Hilda Cerdeira], que es una autoridad en teoría del caos, en la que mencionó que estaba investigando las señales del electroencefalograma [EEG]”.
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Un software basado en la teoría del caos
La madre de Gómez (que luego se sumó a la empresa) desarrolló un método matemático para estudiar las señales EGG, “que son caóticas por naturaleza”, y encontró que “en las señales de los pacientes con epilepsia se producen anomalías antes de que ocurra la crisis”. A partir de este modelo, se desarrollaría luego el software predictivo incluido en Aurora.
Según detalla la experta, “la diadema, incorpora, además del software, un dispositivo de electroencefalograma en miniatura que tiene seis electrodos. Estos se colocan en la cabeza, igual que los aparatos del hospital, pero no necesitan una pasta conductora”.
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Además del dispositivo, el equipo ha creado una app, un diario donde pacientes y familiares pueden controlar las crisis, y un portal web, que ayuda a los médicos a definir el mejor tratamiento a través de un análisis exhaustivo de los pacientes.
Señala que “los datos obtenidos no se envían al médico ni al paciente, ya que se trata de un volumen de información muy grande que no se podría pasar por el móvil, ya que agotaría los datos y la batería de un smartphone en pocos minutos”.
Aurora solo capta las señales del electroencefalograma, el software de predicción de inteligencia artificial lee estos datos en todo momento y, cuando detecta una anomalía, envía una notificación al paciente y al cuidador hasta 30 minutos antes de que se produzca la crisis. “Esto les da seguridad para poder realizar actividades cotidianas que antes se sentían incapaces de hacer por miedo a que en cualquier momento tuvieran un episodio epiléptico”, dice.
Lo que Paula Gómez ha mostrado en Madrid es un prototipo. “Cuando salga al mercado irá con unos auriculares para que los pacientes puedan escuchar música. Aurora tiene el aspecto de unos auriculares de deporte, no parece un dispositivo médico. Lo hicimos así porque estas personas prefieren no ser asociadas con su enfermedad, algo que puede estigmatizarlas”, recalca.
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Lola, la enfermera virtual que monitoriza la salud por teléfono
La ingeniera biomédica María González Manso es la cofundadora de la start up madrileña Tucuvi. “Hemos desarrollado un sistema con inteligencia artificial [IA] y lenguaje natural para hacer la asistencia sanitaria más eficiente y que los pacientes con enfermedades crónicas tengan un seguimiento continuo en su hogar”, cuenta a SINC.
En concreto, esta española de 26 años y su equipo han creado a Lola, “una asistente virtual clínica, cuya misión es acompañar y monitorizar al paciente comunicándose con él mediante llamadas telefónicas. No es un robot físico, es un software, un robot en la nube por así decirlo”.
Técnicamente, agrega “es un motor de IA de procesamiento de lenguaje. Además, es un dispositivo médico, que ya está regulado por la Agencia Española del Medicamento. Lo que hace es monitorizar el estado de salud de los pacientes y mandar la información a los profesionales sanitarios para que puedan tomar decisiones y adelantarse a posibles complicaciones”.
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Más de 16.000 pacientes atendidos en sus casas
Hasta el momento, más de 16.000 personas han sido atendidas por Lola en sus hogares solo manteniendo conversaciones telefónicas. Varios centros médicos aplican ya esta tecnología para anticipar decisiones clínicas, como el Hospital de La Princesa y el Hospital Ramón y Cajal, en Madrid.
González Manso explica que “el sistema tiene dos partes: una para el paciente, que consiste en que el asistente virtual les llame y se ponga en contacto con ellos; y la parte del personal sanitario, que es una plataforma web, que puede ser la nuestra, aunque también damos la opción de integrarnos con las plataformas de telemedicina o los sistemas informáticos de los propios hospitales. Desde ahí el médico o el equipo de enfermería selecciona el método de seguimiento que quieren para sus pacientes”, subraya.
“Imagina —dice— que alguien tiene una patología respiratoria y que se descompensa muy rápidamente. Cada poco ha de ir a Urgencias o le tienen que hospitalizar, pero si se dan cuenta a tiempo de que el paciente tiene esa descompensación y le cambian la terapia, pues se evitaría el desplazamiento a emergencias o al hospital”.
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Lo que hace luego el sistema es activar un seguimiento. “Los lunes por la mañana llama Lola al paciente y pregunta qué tal está y cosas específicas de su patología. Habla con la persona en lenguaje natural y luego el algoritmo se encarga de estructurar esa conversación, sacar los insights y mandárselo al profesional sanitario con datos como, por ejemplo, en una escala de disnea o ahogo, está mucho peor que la semana pasada, lo cual significa en breve necesitará hospitalización”.
En este momento, “el sanitario puede tomar la decisión o bien de llamarle, citarle, cambiarle la terapia, darle más medicación, etc. El sistema da toda la información para mantener al paciente estable en su casa”, subraya.
La silla de ruedas que se eleva y permite mirar a los ojos
Dimitrtis Petrotos es el creador de Laddroller, “una silla de ruedas eléctrica que permite a la persona ponerse en posición vertical en segundos, cuesta la mitad que dispositivos similares de la competencia, es de sencillo manejo y más ligera”, explica este arquitecto griego.
La idea, cuenta, surgió de manera casual. Hace seis años Petrotos recibió el encargo de reformar una vivienda para adaptarla a las necesidades de una mujer que se quedó parapléjica tras un accidente.
“En la reforma habría que bajar los armarios de la cocina, los interruptores de la luz, ampliar las puertas, regular la altura del lavabo, etc. Todo ello, para lograr que la vivienda resultara adecuada para ella. Sin embargo, para el resto de su familia todas estas adaptaciones resultaban una pesadilla”.
“Ese fue para mí el ‘momento de inspiración’: ¿Qué pasaría si en lugar de bajar la altura de todo en el entorno de una casa, lográramos que se pudiera poner en pie para alcanzar un libro de la estantería?”, destaca.
Entonces, comenzó un largo camino de seis años, con más de tres patentes y 14 prototipos diferentes hasta llegar a la actual Laddroller, un híbrido entre exoesqueleto y silla de ruedas que cambia de forma y que permite al usuario ponerse de pie.
“Es innovadora, ecológica y asequible, puede levantarse en pocos segundos hasta la posición de pie y volver a bajar usando la potencia de las ruedas y ayuda de la gravedad”, reitera.
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Laddroller puede usarse con batería o manualmente. La tracción de sus cuatro ruedas también permite salvar pequeñas barreras arquitectónicas como escalones, bordillos o huecos.
“En el mundo hay unos 65 millones de personas que necesitan una silla de ruedas, lo cual limita su autonomía. La posición sedentaria obligatoria hace que estas personas sufran problemas de circulación, respiratorios, y que muchas de ellas padezcan osteoporosis. Todo ello se vería aliviado con un dispositivo como el nuestro”, dice el inventor.
Petrotos comenta que en estos momentos él y su equipo están dando los últimos toques al prototipo y están desarrollando otro para niños fabricado en madera.
Una plataforma que cuida al cuidador
“En el mundo existen unos 400 millones de cuidadores que atienden a personas dependientes en casa, que, normalmente, tienen alguna enfermedad degenerativa y dificultades para realizar actividades de la vida diaria y, por ello, dependen de alguien más. El 90 % de estos cuidadores son familiares no remunerados que no suelen tener preparación”, comenta a SINC el mexicano Ariel Zylbersztejn, fundador de la empresa Paz Mental.
Su firma ha creado la plataforma ANA, que “da soporte a cuidadores y familiares de pacientes con enfermedades crónicas y degenerativas, con el fin de mejorar su formación y asistencia, ayudar a reducir su carga y estrés, y realizar una mejor labor”, señala.
Además, esta plataforma “se conecta con los proveedores de salud, como agencias de cuidadores y hospitales que tienen servicios de atención en casa y esto les permite ser mucho más eficientes”.
Según destaca Zylbersztejn, “después de la pandemia nos dimos cuenta de que la casa debería ser el lugar dónde deberían estar muchos de los enfermos, en lugar de en una clínica o en un hospital. De hecho, creemos que el 70 % de los pacientes que están en hospital podrían estar en su hogar”.
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Lo que hace ANA, agrega, “es suministrar a todos estos proveedores de atención domiciliaria la posibilidad de escalar su formación y su negocio, reducir costes y suministrar una mejor atención a los pacientes”.
Por estos servicios la empresa cobra al cuidador que quiere formarse. Y, por otro lado, a las organizaciones de enfermería o cuidado en casa que no tienen la tecnología que les permita escalar para dar soporte a un mayor número de personas, la firma les cobra la licencia por utilizar su plataforma. “Esto les permitirá ganar más dinero, dar mejor servicio y ahorrar costes”, subraya Zylbersztejn.
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Un código QR para que los bomberos salven vidas
Nicolas Uribe, ingeniero civil, y Jorge Contreras, ingeniero administrador de empresas, son además bomberos voluntarios en Chile. Cuentan que su idea surgió de la “desesperación” que sentían cada vez que se enfrentaban a una emergencia, al no poder acceder rápidamente a la información necesaria en los edificios siniestrados.
“Esto ocurre en todas partes. Los bomberos tardan un tiempo determinado en llegar y luego tienen que organizar cómo combatir el siniestro y recabar información de la persona encargada del edificio, que puede ser de viviendas, corporativo, oficinas… Ese responsable también tiene que entregar los planos de la estructura para saber a qué nos enfrentamos. Todo ello supone una demora en la gestión de esa emergencia”, comenta Uribe.
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“Nuestra propuesta es instalar un código QR en el lobby del edificio. Los bomberos hacen la lectura en segundos a través de la aplicación Smert y descargan toda la información de seguridad: acceso inmediato a planos, salidas de evacuación y plan de rescate”.
Uribe señala que ya tienen implantado su sistema en 125 edificios de Santiago de Chile y en otras regiones del país, tanto en edificaciones de viviendas como oficinas, colegios, industria y casinos.
Ya se han introducido en países como Perú, donde han instalado el sistema en varios edificios, y han establecido una franquicia en Paraguay. En España “hemos sido seleccionados en un proceso de ‘softlanding’, junto con la aceleradora La Nave del Ayuntamiento de Madrid. Así que esperamos aterrizar aquí pronto”, concluye. (Diario La Nación de Argentina)
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