(Foto: archivo El Comercio)
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Diego Suárez Bosleman

Carlos Benavente estudia el pasado para no repetirlo. Este ingeniero geólogo del Instituto Geológico, Minero y Metalúrgico del Perú (Ingemmet) coordina el proyecto Cusco-Pata, una iniciativa que busca identificar los terremotos que ocurrieron hace miles de años en lo que fue la capital inca.

— ¿Por qué es útil conocer los sismos que tuvieron lugar hace tanto tiempo?

Por la ley del actualismo. Lo que pasó hace miles de años va a volver a pasar, estamos en un ciclo. Los terremotos son cíclicos, hay una recurrencia. Nosotros estamos tratando de armar ese ciclo.

— Y decidieron enfocarse en Cusco...

El proyecto se centró en Cusco porque estudios previos realizados en el Ingemmet revelaron dos fallas activas adyacentes: la de Tambomachay y Pachatusan. Estas generaron a lo largo de la historia fuertes terremotos.

— ¿De qué magnitud?

Hemos podido determinar que Cusco afrontó sismos mayores a 6,6 de magnitud. Pero estos, generados por las dos fallas que mencioné, fueron superficiales; es decir, ocurren a menor profundidad, por lo tanto su impacto es mucho mayor. El sismo de Haití (2010) y el de Nepal (2015) fueron superficiales.

— ¿Qué resultados han obtenido hasta el momento?

Todavía estamos reconstruyendo la historia sísmica de la región. Pero hemos determinado que los antiguos peruanos sufrieron a causa de estos desastres. Por ejemplo, hemos identificado un terremoto en el año 850, cuando la cultura Wari –preínca– estaba asentada en Cusco. Ellos habitaron lo que se conoce ahora como el complejo arqueológico de Piquillacta. Los daños fueron tan grandes que, aparentemente, esta población abandonó ese lugar. También identificamos otro terremoto aproximadamente en 1340, cuando Pachacútec comenzaba a gobernar.

— ¿Afectaron a Machu Picchu estos movimientos?

Aunque no sabemos la fecha exacta, hemos dado a conocer que durante la construcción de Machu Picchu hubo un sismo. Y es que de forma repentina la construcción se vuelve más robusta, más fuerte. Nuestros antepasados conocieron bien esta clase de fenómenos y se adaptaron a ellos. La fortaleza de Sacsahuamán, que está a menos de un kilómetro de la falla de Tambomachay, hemos podido observar que también fue afectada.

— ¿Cómo se adaptaron?

Los incas comenzaron a realizar construcciones trapezoidales, anchas en la base y más angostas en la parte alta. Esto te da mayor estabilidad y respuesta de sitio. Llevaron a cabo una buena gestión de territorio, que en la actualidad no se observa, hay mucho desorden.

— Entonces, conocer el pasado servirá para estar preparados...

Si hubo fuertes sismos en esta zona, volverán a ocurrir. Con este proyecto buscamos con Cusco-Pata sensibilizar a la población y a las autoridades, para así desarrollar ya medidas que mitiguen el impacto de un terremoto superficial.

— Se ha llevado a cabo anteriormente un proyecto similar?

Es la primera vez en Sudamérica. Y es que juntamos dos disciplinas: la paleosismología y la arqueosismología. La primera nos ayuda a identificar sismos que ocurrieron hace miles de años a través del estudio de las fallas geológicas. En la segunda, hacemos lo mismo pero desde el punto de vista del estudio de los restos arqueológicos. Asimismo, contamos con el apoyo de especialistas de las universidades británicas de Oxford y Cambridge, del Instituto Geológico y Minero de España y del Instituto de Ciencias de la Tierra de Francia.

— ¿El Perú estaría preparado para esta clase de desastres?

Países como Italia y España saben que son sísmicos como el Perú, pero tienen planes de gestión de desarrollo de territorio importantes y bien adecuados. Nuestro país debe seguir esos ejemplos.

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