¿Cómo Facebook cambió nuestras vidas?
¿Cómo Facebook cambió nuestras vidas?
Redacción EC

ALFREDO ESPINOZA FLORES ()

La vida en Internet podría separarse entre antes y después de Facebook. No es una exageración. Que tus papás tengan un perfil y que para muchos sea la primera página que abren en su navegador no es gratuito.

La marca de la empresa fundada por Mark Zuckerberg se posicionó en nuestros hábitos cotidianos y en nuestra mente como ninguna otra herramienta para unir personas lo había hecho. Ni Hotmail ni Messenger, menos Hi5, lo habían logrado con tanto éxito, sobre todo con tanta naturalidad. Desde chequear incontables veces al día nuestro newsfeed hasta saber, hoy más que nunca, sobre la vida de medio mundo.

Así fue que, de un momento a otro, se volvió natural seguir ‘de cerca’ las idas y venidas de nuestros amigos (o ‘amigos de Facebook’) a pesar de la distancia y del silencio.

1. El muro
Habían pasado cinco años desde la última vez que vi a ‘gato’, en su cumpleaños número 22. La ausencia de pocos amigos en común nos llevó a alejarnos sin darnos cuenta. Llevábamos exactamente 38 meses sin vernos, sin ni siquiera conversar. Pero sabía que se había casado, que ahora vivía en Buenos Aires, adonde viajó a hacer una maestría, y que estaba feliz porque estaba conociendo gente nueva. Había pasado de seguidor de Metallica a fan acérrimo de Charly García.

Hoy en día, no siempre es necesario ‘parar’ con alguien para saber en qué está. Basta con mirar sus muros de Facebook para enterarnos hasta de lo que preferiríamos no saber. Adiós a esperar las reuniones; en estas se va a discutir los chismes que ya sabemos.

 

2. Las fotos
Aunque no fui invitado a la boda por no ser ya tan cercano, me emocioné viendo el beso del “sí” con su esposa Chechi, sus preparativos como novio, a la tía Cuchita, su mamá, y los hilarantes bailes, muecas y gestos de los invitados. ¡Creo que hasta me divertí!

¿Alguien aún imprime fotografías para luego ponerlas en un álbum de fotos? Las imágenes virtuales hacen que tomar, ver, guardar y conservar nuestras fotos sea más sencillo.

3. Los cumpleaños
Fue por eso, quizá, que me animé a saludarlo cuando vi en Facebook que era su cumpleaños. Los buenos deseos eran tan repetitivos que preferí algo original: “Oe gato, todavía tienes la uña de Gustavo Cerati? A veces recuerdo nuestro sueño de hacernos millonarios!”. Ni me acordé del “Feliz cumpleaños”,  pero más allá de un “Me gusta”, su respuesta me tomó por sorpresa.

Hubo un tiempo en el que recordábamos cuándo era el cumpleaños de cada quién. Hoy no, sin embargo, nunca antes habíamos recibido tantos buenos deseos. Sean de corazón o no...

4. El chat
Vaya sorpresa me llevé, como contaba, cuando al día siguiente tenía una notificación en mi iPhone. Era el gato. En menos de una hora me había contado que estaba pensando en separarse después de apenas 6 meses de matrimonio. Una rioplatense le había robado el corazón.

Las conversaciones cara a cara pueden ser limitadas cuando uno no quiere que su afecto sea malinterpretado o pasar por el momento incómodo de la reacción después de contar un secreto. Para eso está el chat: dile, cuéntale lo que quieras, lima asperezas, da el primer paso.

5. El perfil
La vio en el centro de posgrado donde estudiaba, pero no se había atrevido a acercarse y hablarle. Buscarla en Facebook, agregarla, enterarse de sus gustos y hablarle por ahí fue la solución perfecta. Afortunadamente, era tal como se describía. La conversación fluyó rápido y, así, su primer encuentro físico fue de lo más sencillo.

El famoso “pásame tu Facebook” dejó en segundo plano al “¿me puedes dar tu número?”. La red social se convirtió en un nuevo medio para encontrar y conocer gente.

6. Los fanpages
La razón era simple: esta nueva chica no lo juzgaba. Resulta que el Gato tenía una idea fresca y divertida: un libro sobre las reflexiones que cada aventura amorosa le dejó. Y eran muchas. Lo original: un fanpage con frases sarcásticas en memes. Su esposa, muy celosa, no lo apoyó.

El perfil es limitado a nuestros ‘amigos de Facebook’. El fanpage se convirtió en un conducto ideal para hacer marca. Y no sólo de empresas, también marca personal.

7. Los grupos privados
La idea me pareció tan buena que lo animé a comenzar su proyecto con un grupo privado de gente despechada o simplemente amante de la literatura o blogs que se enganchara con el tema. Fue un éxito, pero el veredicto era unánime: había que masificarlo. Y su nueva pareja lo apoyaba.

Grupos de estudio en la universidad, grupos de trabajo o para reunir a personas con intereses afines. Los grupos de Facebook, de la mano con los perfiles y los fanpages, dejaron atrás los conocidos grupos de MSN.

8. El newsfeed
Tampoco quedaba otra. A su aún esposa le había bastado compartir la canción “soy soltera y hago lo que quiero” y cambiar su estado a “soltera” para que medio mundo se entere. El “Inbox” estaba repleto de mensajes ansiosos por saber los entretelones. Había que tener cuidado con el “Visto…”.

Es así. Prendes tu computadora, laptop, tablet o Smartphone y ¿qué es lo primero que haces? Abres el navegador y entras a Facebook, o abres la app en tu tablet o smartphone. Y ahí está. Te enteras de todo. Incluso, muchos se informan sobre las noticias sólo a través de las redes sociales.

 

9. Buscar gente
Necesitábamos un community manager, un CM, que administre la página que estábamos armando. Me dijo que le habían contado que un amigo en común de la infancia se dedicaba a las redes sociales. No lo veíamos hace 15 años, pero encontrarlo y contactarlo nos tomó 5 minutos.

En estos 10 años de la red social, hemos sido testigos de muchos casos de familiares separados que se reencontraron décadas después, o que recién supieron de su existencia, gracias a Facebook.

10. Compartir
Creado el fanpage, y con un CM a nuestra disposición, lo siguiente era la regla de oro: viralizar. Los primeros fuimos nosotros: compartir, compartir y compartir. Listo, ya teníamos una potencial nueva fuente de ingresos. En teoría no habíamos salido de Internet, aunque en realidad el ‘gato’ –para bien o para mal- había tenido que vivir lo suficiente como para iluminarse con esta idea.

Lo demás fue utilizar mi muro para dar a conocer el proyecto y contar esta historia. Incluso me puse a reflexionar sobre lo que tuvo que vivir mi amigo, dar mi punto de visto y –al menos pretender- que era escuchado y que mis reflexiones le importaban a alguien. De eso se trataba.

Y aunque esta historia no pasa de la ficción, ¿cuántos se habrán sentido identificados aunque sea en parte?

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