(Foto: Reuters)
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Diego Suárez Bosleman

En 1989, el doctor Luis Noriega participó en la primera fertilización in vitro en el Perú. Casi 30 años después, el especialista afirma que el país se ha vuelto un referente en la reproducción asistida. No obstante, sostiene que todavía hay una enorme demanda nacional que no se ha logrado solucionar.

—¿Cómo es el panorama actual de infertilidad en el país?

Se estima que entre el 10% y 15% de la población en edad fértil –entre 20 y 43 años– tiene problemas de fertilidad. En un país como el nuestro, de aproximadamente 33 millones de habitantes, estamos hablando de que por lo menos un millón y medio de personas tienen esta clase de problema.

—¿Qué incrementa ese riesgo?

En el hombre, básicamente, la calidad de vida; es decir, el sobrepeso, sedentarismo, consumo de alcohol y tabaco, y estrés. Estos elementos reducen la calidad espermática. Hay casos de hombres que tienen hijos y que luego de cuatro o cinco años, debido a una mala calidad de vida, terminan siendo infértiles. En el caso de las mujeres, hablamos de problemas como infecciones pélvicas, que generan obstrucción de las trompas, lo más frecuente en nuestra población. Pero la infertilidad también puede ocurrir por trastornos ovulatorios –la mujer no ovula de forma adecuada–. Estas dos últimas condiciones son fáciles de tratar, pero hay otro importante factor en la mujer propio de esta época.

(Foto: Archivo personal)
(Foto: Archivo personal)

—¿Cuál es?

La maternidad postergada. La mujer quiere su independencia económica, quiere su casa, su profesión, su posgrado, y es lógico. Pero cuando se da cuenta, ya tiene 39, 40, 41 años. En ese período, el reloj biológico de la fertilidad disminuyó. Cada día vemos en los centros de fertilidad mujeres de más edad, más de 35 o 40 años. Pero actualmente existe una alternativa: la criopreservación. Es decir, chicas de 25, 28, 30 años que guardan sus óvulos ‘jóvenes’ para poder tener hijos luego. Se emplea también –tanto en hombres, con los espermatozoides, como en mujeres– en casos de pacientes de cáncer que van a empezar tratamientos de quimioterapia y radioterapia, los cuales pueden generar esterilidad. Aquí en el país ya se hace este tipo de procedimientos.

—¿Qué técnicas han tenido mayor impacto para lograr el embarazo?

Hay tratamientos que llamamos de baja y alta complejidad, y son realizados dependiendo del diagnóstico. Por ejemplo, entre los primeros está la inseminación intrauterina, que requiere condiciones como que el esperma del hombre sea normal, que las trompas de la mujer sean permeables, y que ella ovule adecuadamente. Los segundos se guardan para aquellas pacientes que tienen trompas obstruidas, endometriosis, trastornos en la ovulación, y en casos en los cuales el espermatozoide del hombre es deficiente.

—¿Y la fecundación in vitro?

Ese procedimiento es para aquellas mujeres que sobrepasan los 35 o 38 años y tienen el riesgo de que el niño tenga enfermedades cromosómicas –alteraciones en la estructura del cromosoma–, mujeres que han tenido antecedentes de niños con problemas cromosómicos, aquellas que tienen una familia con muchos antecedentes de enfermedades en recién nacidos, y para mujeres u hombres que consumen drogas. Estos elementos podemos identificarlos previo análisis.

—¿A más edad, más posibilidad de que un embrión tenga alteraciones?

Se ha encontrado que los óvulos de mujeres de más de 35 años pierden la calidad de gestación. Entonces, cuando logramos que una mujer de 35, 38, 40 años logre un embarazo con su propio óvulo, estamos logrando embarazos con óvulos potencialmente mayores, potencialmente con más fallas. El riesgo de que el embrión tenga problemas cromosómicos es mucho más elevado. Cuando la mujer tiene 40 años, de cada 100 embarazos, uno tiene problema cromosómico. Cuando tienes 45 años, de cada 10 embarazos uno tiene este problema. Y si tiene 47, uno de cada dos. Hay que entender que cuando un embrión es inadecuado, puede haber un aborto.

— Mencionó también las drogas...

El tema de drogas en el hombre es a veces frecuente. La cocaína u otro tipo de droga alucinógena pueden producir alteración en la calidad espermática. Esto podría traducirse en un embrión inadecuado.

—En 1989 se realizó la primera fertilización in vitro del país. ¿Qué tanto hemos progresado hasta ahora?

En 1989 nos encontrábamos en el puesto 8 en Latinoamérica en temas de reproducción asistida. Ahora, el Perú se mantiene en el primer lugar junto con Brasil y Argentina. Es líder en la región. Somos líderes en el diagnóstico cromosómico preimplantacional. Actualmente se deben realizar a escala nacional unos 5.000 procedimientos de reproducción asistida anualmente.

—¿Es una cifra adecuada?

Es muy poco para cubrir la necesidad real de la población. La medicina en el país, solo la privada en general, podría ser la solución solo para el 1% de la población que tiene problemas de fertilidad. Además, hay poca ayuda por parte del Estado, y se entiende, pues existen otras prioridades en temas de salud que son de vital importancia para la población. No obstante, hay un porcentaje muy grande de peruanos que no puede acceder a este tipo de tratamiento.

—¿El temor a aumentar la población es un elemento en contra?

Países superpoblados como China e India tienen los centros de fertilidad más grandes del mundo. Los tratamientos de fertilidad asistida no tienen que ver con un tema poblacional; siempre hay grupos humanos en cualquier sitio del planeta que tienen dificultad para tener hijos. En India hay más de 2.500 centros de fertilidad, 10 veces más que en toda Latinoamérica. Lógicamente que en estos sitios poblacionales también hay un apoyo económico del Estado. En países como Dinamarca, Noruega y Finlandia, el Estado subvenciona hasta dos o tres procedimientos por cada mujer que quiere tener hijos.

—Se ha hablado mucho también sobre el factor ético en estos procedimientos...

La reproducción asistida no es buena ni mala, que la usemos de la forma correcta depende del ser humano. Por eso es sumamente importante la ética en el proceso, en el manejo de los óvulos, del esperma, de los embriones. Ningún extremo es bueno: los que no quieren que se haga o los que quieren que se haga demasiado.

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