Una nueva aplicación, desarrollada en conjunto por expertos de Estados Unidos y de Noruega, permite que la inteligencia artificial (AI) “clasifique” la salud mental de los usuarios con un nivel de precisión “igual o superior” al de los humanos.
La aplicación, a cargo del Instituto de Ciencias Cognitivas (ICS) de la Universidad de Colorado (CU) en Boulder, utiliza inteligencia artificial aplicada a psiquiatría para determinar por medio de reconocimiento de voz el estado mental de los pacientes.
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El propósito es ayudar a los médicos a diagnosticar posibles enfermedades mentales.
En unas declaraciones preparadas, Peter Foltz, profesor e investigador del ICS, indicó que el proyecto “no busca reemplazar a los médicos clínicos”, sino “crear herramientas que les permitan monitorear mejor” aspectos como los períodos de sueño o los signos vitales de esas personas, incluso “a cientos de kilómetros de distancia”.
Foltz y sus colaboradores de la Universidad de Tromso (Noruega) presentaron los resultados de sus investigaciones en el artículo "Usando aprendizaje automático en psiquiatría", incluido en el número de este mes de la revista especializada Schizophrenia Bulletin, de Oxford Academics.
El artículo explica que la psiquiatría está "rápidamente aceptando" la inteligencia artificial, pero a la vez aún no existe un "riguroso contexto" multidisciplinario que permita evaluar el impacto de la nueva tecnología.
Más específicamente, los investigadores de Colorado y sus colegas noruegos iniciaron el estudio para determinar si la psiquiatría puede confiar en la inteligencia artificial y cuál sería el marco médico, tecnológico y legal para hacerlo.
Pero a la vez las investigaciones tienen un propósito práctico ya que, según Foltz, "casi uno de cada cinco" personas residentes en Estados Unidos padece de problemas de salud mental y muchos de ellos no tienen acceso a psiquiatras o psicólogos.
Por eso, Foltz y la científica noruega Brita Elvevåg desarrollaron lo que metafóricamente denominan una “prueba de sangre para la salud mental” que consiste en que la inteligencia artificial detecte cambios en la manera de hablar de las personas, para así detectar potenciales problemas de salud mental.
Por ejemplo, frases incomprensibles pueden revelar esquizofrenia. Cambios en la velocidad o tono del lenguaje indicarían depresión y las pausas al hablar pueden ser un signo de pérdida de memoria.
Para completar su "clasificación" (la app no realiza diagnósticos), se le pregunta al usuario sobre sus emociones y luego le pide que cuente una historia, que escuche y repita otra historia, y que mueva sus dedos sobre la pantalla, esto último para analizar la capacidad motriz.
En total, 225 personas en Estados Unidos y en Noruega formaron parte del grupo inicial de estudio. La conclusión fue que la app funciona "por lo menos al mismo nivel de precisión" que los médicos.
Y si la aplicación detecta un problema, alerta al médico del paciente.
Foltz indicó que la aplicación aún no está disponible comercialmente, pero que se usará “para comprobar su eficacia y ganarse la confianza del público” antes de que su uso se convierta en práctica común en psiquiatría.
Agencia EFE...