Steve Jobs presentó el iPhone en 2007.
Steve Jobs presentó el iPhone en 2007.
/ Pixabay
Redacción EC

Han pasado 15 años desde que presentó al mundo el primer iPhone, el teléfono celular que revolucionaría la industria móvil. Pero lo que no muchos saben es que, aquella vez, el cofundador de Apple utilizó malabares para engañar a millones de personas.

Era enero de 2007, y Steve Jobs tenía programada una presentación de 90 minutos en la conferencia Macworld de San Francisco, evento que incluía clientes, socios y medios especializados en tecnología. El objetivo era mostrar al mundo el iPhone.

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Sin embargo, había un pequeño detalle: el iPhone aún no existía en realidad. El equipo todavía se encontraba en desarrollo y lo que se tenía hasta ese momento eran prototipos mas o menos funcionales, pero llenos de errores. Entonces, ¿qué se presentó?

De acuerdo a Shaw Knight, que escribió sobre esta historia en unos años después de la muerte del genio, como el móvil estaba “plagado de bugs”, Jobs decidió engañar a su público con la técnica del falso iPhone.

“El problema con eso era que el iPhone, en ese momento, estaba plagados de errores. Por ejemplo, el teléfono podía reproducir una sección de audio o video sin colapsar, pero no un clip completo. Podía enviar un correo electrónico y luego navegar por la web. Si embargo, si se hacía ese paso a la inversa, lo más probable es que se colgara”, señaló Knight en su artículo.

Entonces, el equipo de Apple creó una “ruta dorada”, que era básicamente un procedimiento paso a paso, con un guion de características, que podía mostrar el iPhone en un orden específico de tal manera que el teléfono no funcionara mal.

Steve Jobs dio un paso más y exigió a sus programadores que amañaran el iPhone para que mostrara siempre cinco barras de cobertura para demostrar su capacidad inalámbrica, aunque la señal real fuera poco fiable

Pero el mayor inconveniente del celular tenía que ver con la memoria del teléfono. El iPhone original solo contaba con 128 MB de memoria, por lo que la mayoría de aplicaciones que se instalaban, como aún no estaba optimizadas, ocupaban mucho espacio. Como consecuencia, el equipo a menudo se quedaba sin memoria, por lo que tenía que reiniciarse para liberar RAM.

“Para sortear esta limitación, Jobs usó varios iPhone en el escenario: cuando uno se quedaba sin recursos, lo cambiaba mientras se reiniciaba el primero”, señaló Knight.

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