A un año después de su regreso triunfal, “Diablo IV” regresa con su primera expansión “Vessel of Hatred” con la que no solo continúa la historia que comenzó con el juego base, sino que también introduce la nueva región selvática de Nahantu y la clase adicional de Espiritualista (Spiritborn en inglés), unas adiciones sustanciales, aunque cabe preguntar si valen la pena el ticket de entrada, una interrogante que aquí intentaremos responder a la mejor de nuestras capacidades.
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Bienvenido a la jungla
Comencemos con la historia, de interés para muchos de los fans de la franquicia a pesar de que la mayor parte de nuestro tiempo la pasamos explotando, electrocutando y triturando hordas de demonios. En el caso de “Diablo IV” recordamos que esta concluyó con las tramas en alto - ESPOILERS A PARTIR DE AHORA -, dónde la dulce victoria de los héroes frente a la villana del juego Lilith se vió mermada por la repentina desaparición de uno de los acompañantes, Neyrelle, junto a la piedra del alma que contenía al Demonio Primario Mefisto. Es así que la campaña de “Vessel of Hatred” te ve siguiendo los pasos de Neyrelle a la región selvática de Nahantu - previamente visitada en “Diablo II” - en una carrera contra el reloj para contener finalmente al Señor del Odio y salvar el alma de tu joven amiga.
Es una premisa lo suficientemente fascinante como para valer su propia historia y es al fin y al cabo una destilación del tema principal de la saga Diablo: la perseverancia del espíritu humano frente a circunstancias imposibles, algo más que presente en la lucha entre Neyrelle y los tentadores susurros del demonio Mefisto. A favor de Blizzard está el hecho de que logran contarla de manera coherente y con suficientes picos dramáticos para hacer el viaje más que llevadero, aunque si tengo alguna queja es que la historia se sintió relativamente corta, tomando de principio a fin solo alrededor de nueve horas frente a las 30 horas que me tomó la campaña original.
El otro atractivo de la historia es la nueva región de Nahantu, región inspirada en Mesoamérica y cariñosamente recreada por los desarrolladores desde hermosas junglas en proceso de ser arruinadas por una demoníaca contaminación a curiosos páramos dónde los cadáveres de gigantes son minados por curiosos materiales, es una impresionante adición al mundo de Santuario.
Con el espíritu en alto
La otra gran adición de “Vessel of Hatred” es la clase Espiritualista, una inclusión interesante al elenco de “Diablo IV” al poder competentemente adecuarse al papel de otros héroes gracias a su habilidad de cambiar entre cuatro animales guardianes que modifican tus atributos y tipos de ataque con el Gorila proporcionando ataques físicos y escudos cómo un Bárbaro; el Jaguar rápidos zarpazos de fuego de manera similar a un Renegado; el Águila con sus poderosos ataques a distancia como un Hechicero y el Ciempiés otorgando venenosos golpes más al estilo de un Nigromante.
Se trata de una clase particularmente versátil porque permite combinar habilidades de diferentes espíritus guardianes para permitirte el estilo de juego de tu preferencia. En mi caso, comencé la expansión utilizando las habilidades del Jaguar porque me recordaban bastante a la clase Monje de juegos pasados, manteniendo este mismo animal como guardián porque otorga mayor velocidad de ataque. Tan genial era este beneficio que mantuve al felino como mi guardián cuando más adelante en la expansión decidí cambiar a las habilidades de distancia del Águila, aunque finalmente tuve que abandonarlo cuando pasé a la dificultad Tormento II, dónde los beneficios defensivos del Gorila me resultaron indispensables para no morir instantáneamente mientras conseguía mejores armaduras. En general, y a pesar de mi preferencia por el Hechicero, Espiritualista es francamente un interesante aditamento al juego con un grado de personalización que no he visto en las otras clases que he probado.
Nuevo y mejorado
La franquicia Diablo tiene la historia de tener excelentes expansiones, incluso si los juegos a los que pertenecen no fueron los mejor recibidos inicialmente, como fue el caso del relativamente polémico “Diablo 3″ y “Reaper of Souls”. La secuela repite la historia con “Vessel of Hatred” y si bien la respuesta a “Diablo 4″ fue mucho más positiva que su predecesor directo, esta expansión sirve para limar las asperezas que tenía uno de los mejores RPGs del 2023.
Esto lo hace no solo introduciendo nuevas actividades para romper la monotonía anterior, sino también simplificando los sistemas y ajustando la frecuencia en que uno recibe objetos para hacer la experiencia más dinámica y mantener constantes los golpes de dopamina en un delicado y adictivo balance.
Quizás la mejor mejora es la adición de Mercenarios, asistentes controlados por la computadora que pueden ayudar a paliar las debilidades de tu personaje al distraer la atención de los monstruos, mejorando tu ataque o incluso ralentizando el movimiento de los enemigos; las posibilidades son numerosas para experimentar cuál es el que mejor cumple tus necesidades. Adicionalmente, el hecho que estos acompañantes hagan comentarios frecuentes sobre tus actividades también sirve para disminuir la sensación de soledad que dan estos juegos cuando no estás participando en el multijugador.
Y hablando de multijugador, “Vessel of Hatred” ha implementado su primera actividad exclusivamente grupal con la Ciudadela Oscura. Se trata de una mazmorra dedicada para aquellos que han pasado el juego y que requiere de un nivel moderado de cooperación para conquistar, incluyendo además de las usuales peleas, el resolver algunos acertijos simples. Sinceramente el reto no es tan elevado para aquellos que están acostumbrados a encuentros más complejos como los raids en “World of Warcraft” - otro producto de Blizzard -, pero sirven como una interesante adición para darle variedad al juego.
Conclusión
Para mí - e imagino que para muchos - juegos como Diablos son una actividad Zen, un momento en el que apago mi cerebro y me relajo realizando actividades que resultarán, tras cierta alquimia interna, en números más grandes: más daño, más vidas, más experiencia y más elementos cosméticos. En este aspecto, y a pesar de algunos reparos por la relativa brevedad de la campaña, “Vessel of Hatred” cumple perfectamente el propósito y durante la semana que tuve a mi disposición el juego pude perderme sin problemas en las frondosas junglas de Nahantu, una expedición que pienso continuar frecuentemente a lo largo de los próximos meses y que recomiendo a otros a unirse. Vale la pena.
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