El Perú está de moda. Primero fue Transformers: El Despertar de las Bestias con grabaciones en Cusco, luego la llegada de la reina del café Azucena en Tekken 8 y lo más reciente ha sido el debut de otro personaje mujer de origen peruano en el videojuego Overwatch 2. Se trata de Illari, una guerrera inspirada en la cultura inca. A propósito de ello, El Comercio conversó con Andre Cisneros, quien prestó su voz para darle vida al agente del juego de Blizzard.
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Para quien no lo recuerde, Illari es una agente que está disponible en Overwatch 2 desde el pasado 10 de agosto y desempeña el rol de soporte. Entre sus poderes tenemos habilidades de curación y de daño masivo en área, los cuales provienen del sol, puesto que Illari forma parte de la facción ‘Inti Warriors’, grupo encargado de defender al Perú dentro del mundo mitológico de Overwatch.
Asimismo, el videojuego de Blizzard está disponible de manera gratuita en PC y puedes descargarlo a través de Battle.net.
Andre Cisneros, además de ser la voz de Illari en español e inglés, es cantante de fusión y tiene experiencia en el género de la ópera. Desde joven ha estado inmersa en el mundo de artístico y ello se reflejó al haberse ido a estudiar música por varios años a ciudades como Nueva York y Barcelona.
Entonces ¿cómo llegó a ser la voz de Illari? ¿cuáles fueron los retos para meterse en el personaje? ¿cómo adaptó sus líneas al español, inglés y quechua? Eso y otros detalles nos lo cuenta a continuación.
—¿Cómo te convertiste en la voz de Illari?
Fue una sorpresa para mí. Fue a inicios de este año cuando me contactaron para pasar por el proceso de audición y casting, y no sé cómo dieron conmigo. Soy cantante de fusión y, realmente, el tema de fusionar la música con el quechua recién lo estoy haciendo con la pandemia. Lo empecé con el confinamiento con ‘Tukuy Tuta’, un cover reimaginado de Beyoncé, que está en inglés y quechua.
Entonces, me sorprendió mucho cuando ellos [Blizzard] me escribieron. Hasta ahora, no sé cómo dieron conmigo. Pensé que no era cierto y averigüé con mi equipo, y me dijeron ‘no es broma’. Así que hice todo el proceso que normalmente se hace, con envío de líneas y llamadas de vuelta.
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—¿Qué estabas haciendo cuando te enteraste que Blizzard quería contar contigo?
La noticia me agarró cuando yo estaba en Ayacucho, en pleno maquillaje para la grabación de un videoclip de una de mis canciones. Suena el teléfono y las personas con las cuales estaba trabajando me dicen ‘felicidades, has sido elegida como como Illari’. Salté de mi asiento por la emoción, lloré un montón y abracé a mis amigas y mánager. No me lo podía creer.
Cuando hice la audición, le puse ‘alma, corazón, mi vida’. Inclusive improvisé algunas líneas en quechua. Creo que quizás eso fue lo que les gustó mucho.
—¿Te dijeron que serías una agente peruana? Pasa que con Azucena, de Tekken 8, a la actriz no se le comentó que sería la interpretaría hasta casi el anuncio oficial...
Me comentaron que era un personaje que representaba al Perú, o sea que era una heroína peruana. Pero tampoco me dieron mucho detalle, ellos [Blizzard] son muy herméticos con este tema y firmé un acuerdo de confidencialidad. Algunas cosas que ya puedo decir son de conocimiento público.
—¿Cómo fue meterse dentro de Illari y darle voz?
Sé que fue por mi escuela. Hasta el 2009, he sido cantante de ópera. En la música clásica, al menos en las operas, cuando se hace un rol mayormente el público no te ve el rostro. Entonces, todas las emociones que tú tengas por compartir, o que el personaje tiene por decir, van con la voz. Era un ejercicio constante de cómo puedo transmitir todo lo que el personaje, en este caso Illari, está sintiendo.
Como pasa en la ópera: hay pasión, despecho, odio, risas, llanto, frustración, y todo eso lo trasladé a lo que me pedía Illari. Ella quería ser la mejor de su pueblo y terminó destruyendo sin quererlo. De hecho, cuando estaba trabajando con el equipo durante las sesiones, ellos me decían ‘trata de canalizar que ella no puede sobre reaccionar, es una persona que por las circunstancias de su experiencia que tuvo es la única que queda de su gente y se tiene que controlar emocionalmente’. Bueno, yo soy todo lo opuesto. Me río hasta por los codos y me gusta hacer bromas.
Tener que entrar a un personaje que me pide lo opuesto fue difícil. Sobre todo cuando tuve que hacer el tráiler cinematográfico, porque me tocó una sola sesión para grabarlo. Primero en inglés y luego en español. Entonces, ¿cómo darle vida a un sentimiento que es tan contradictorio? Ella quiere ser la mejor; en un momento lo quiso hacer, pero se llevó toda su comunidad. Canalicé la frustración y el dolor a través de las pérdidas que yo tuve. En 2021, en un mes, perdí tres familiares por el COVID, incluido mi papá; entonces yo traté de recordar esa sensación de ‘puedo hacer miles de cosas, pero nada de esto está bajo mi control’. Eso fue lo que le pasó a Illari.
Cuando narré todas las líneas, lo hice con los ojos cerrados. Revisaba el texto por línea, porque igual se graba por frase. Del otro lado escuchaba a los colegas que me decían ‘ay, se me puso la piel chinita’.
—¿Fue complicado adaptar las líneas de Illari al inglés y español?
Sí, hasta cierto punto con algunas frases como ‘¡Qué palta!’ o ‘¡Voy a comer cuy para la cena!’. El equipo me preguntaba cómo traducirlo y yo les decía, siendo una peruana inmigrante que ha vuelto a su país, que preguntaría a mis amigos para ver si la jerga ha cambiado en los últimos años. También grabamos ‘¡qué piña!’ y ‘¡qué roche!’
—¿Y para la grabación de líneas en quechua?
Las líneas en quechua fueron dadas por mi maestra de quechua, que también ingresó al proyecto, Carmen Cazorla. Yo soy estudiante de quechua, no soy quechuahablante, pero sí estoy involucrada con la comunidad en el extranjero desde el 2013. Cuando me mudo a Nueva York en ese año, estuve con la Quechua Iniciative, una organización que hace actividades dentro de los estados de New York, New Jersey y Connecticut. Allí me encontré a miles de quechuahablantes y quichuahablantes de Ecuador. Dije ‘genial’, porque [aprender quechua] es una cosa que quizá no había estudiado antes de ir allá, pero que en mi familia sí hubo la tradición de hablar quechua, porque mis abuelos lo hicieron. A mi papá no le pasaron la tradición y él al estar en Lima tampoco me la pasó.
No tuve la oportunidad de crecer en un entorno quechuahablante. Entonces, dije que ‘si voy a estar en el extranjero, igual quiero mantener algunas cosas de mi país’. Así que la manera más bonita de poder conectar con estas raíces fue aprender quechua.
—¿Qué tan importante es que un idioma como el quechua se visibilice con un juego que tiene alcance mundial?
El quechua es un idioma que en esta última década se está revalorizando mucho más que nunca. El hecho de tener un idioma así, de tanta riqueza cultural e histórica, en un videojuego que es para el mercado extranjero dice mucho. He recibido comentarios de personas que me comentan que no sabían qué era el quechua y que era tan rico, vasto y complejo. Es este tipo de cosas lo que a mí me llena de orgullo. No soy quechuahablante, pero hago mi mayor esfuerzo con mucho cariño, respeto y consideración, porque sé lo importante que es a nivel cultural demostrar que en el Perú somos más que Machu Picchu, llamas y ceviche. Tenemos un lado cultural y sonoro que tiene un historial de mucho atrás. Es tiempo que se normalice que el quechua esté tan presente como el castellano.
—Para cerrar ¿Cuáles son tus líneas favoritas?
Bueno, diría ‘inti iluqsimun’, que significa ‘el sol asciende’, o ‘sapinchakuy hamusqaykimanta’, que es ‘recuerda tus raíces’.