Su madre biológica le había echado las cartas: los arcanos presagiaban viajes, flores y popularidad inusitada para María Silvia, una adolescente criada desde los ocho meses por su tía. Pero creer en el destino que el tarot señalaba era, por entonces, impensable. Hasta que llegó el día, en la playa La Herradura, en el que la suerte disfrazada de un guapo cazatalentos empezó a regalarle la primera de muchas sonrisas a esa joven de apenas 16 años.
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Así empieza la historia de luces y escenarios para Monique Pardo, nombre con el que fue bautizada en honor a una artista francesa de apellido Laforet. Conocida en su juventud como una de las más bellas modelos y bailarinas, a lo largo de sus seis décadas esta irreverente pelirroja se ha ganado más de una portada gracias al aun poco esclarecido episodio con Mick Jagger, su relación con importantes figuras de la política y el arte peruano, además de sus últimos y divertidos covers.
Lejos de la pícara imagen que proyecta, en esta entrevista la también cantautora revela algunos pasajes y facetas poco conocidos de su vida como su inclinación poética, el haber participado en el cine a inicios de la década del ochenta y las aciagas circunstancias en las que escribió “Caramelo”, popular hit que cumple 30 años.
Usted se casa a los 14, pero ¿cómo era su vida antes de ese episodio?
Muy solitaria, pero tenía mi propio mundo. Me criaron como una muñequita en una jaula dorada. Todos los días me vestían y peinaban como si lo fuera. Mi mamá Rosa Gayoso era una persona muy posesiva, pero me adoraba. Yo era su mundo. Era una mujer muy linda, huanuqueña, hija de hacendados que vinieron a Lima. Luego la mitad de mi familia se fue a Argentina.
¿Quién fue su imagen paterna?
Yo no creía en esas cosas. Mi todo era mi mama Rosa, pero como veía que todos tenían un papá yo me inventaba uno. En mi camita, donde ponía todas mis muñecas y creaba mi propio teatro me imaginaba a mi papá. A él recién lo conocí el día de mi boda, cuando me firmó el permiso de matrimonio.
¿Y qué tal le iba en el colegio?
Era muy arisca con los niños. Pero empecé a participar en todas las actuaciones. A los cinco años canté en el Día de la Madre una fonomímica de “El escapulario”, esa que dice “nunca se supo quien fue su madre, porque la ingrata lo abandonó…” de Pedrito Rico. Yo estaba vestida de torerito y cuando termine la canción las madres estaban llorando, ya era una artista.
Sé que le gusta la poesía, ¿cuándo empieza a recitar?
He recitado a los más grandes poetas, desde García Lorca hasta Vallejo. Yo escribo poesía desde chiquita. También dibujaba, lo hacía muy bien. Un día me mataron a mi perrito en la puerta de mi casa, le dieron veneno. El primer poema que escribí fue para él, mi Motta. En primaria estudié en el colegio fiscal 615, de Lince. Allí fue donde me hice infaltable en todas las actuaciones. Recuerdo que mis profesores me subían a una silla a leer para que los demás me escuchen porque al leer respetaba mucho la puntuación, a pesar de ser todavía muy chiquita. Además, he estudiado teatro con la española María Luisa Sandoval, en secundaria cuando estuve en el colegio público Teresa González de Fanning y todavía se daban clases de teatro o arte.
¿Recuerda a sus primeros admiradores?
Uy, eso era una cosa de locos. A mí solo me daban permiso para que me pare en la puerta de mi casa a conversar. Tenía una amiguita al frente, mi mejor amiga, Nancy se llamaba. Mi hermana también venía a visitarme porque yo vivía sola con mi mamita. Bueno, era un tumulto lo que había en la casa con los chiquillos (ríe). Hacían cola para conversar conmigo. En la calle, como a los 13 años cuando me matricularon en una academia para estudiar secretariado billingüe, yo caminaba y los carros frenaban como si hubieron visto un fenómeno. Y eso me gustaba yo ya estaba creciendo para convertirme en una verdadera artista.
¿Qué hacía su mamá Rosa al ver que atraía tantas miradas?
Ella era una exagerada. No me dejaba ir a ningún lado. Una vez que me había ido a la matiné del cine, justo cuando me iban a dar mi primer beso, ella se apareció. Me tuve que ir de la mano de ella renegando, pero me fui. En ese tiempo yo no hablaba lisuras, pero estaba llena de vergüenza porque todo el mundo se reía de mí. Tenía 13 años recién, pero es que desde bien pequeña han buscado enamorarme.
¿En qué circunstancias conoce al hombre que se convierte en su esposo?
Esa parte es muy traumática para mí, no quiero hablar mucho sobre esto. Era en realidad, amigo de mis primos, un chico que tocaba guitarra, de cara muy bonita. Yo admiraba a los hombres guapos. A mí ningún feo se me podía acercar. Era tan estúpida, entonces. Luego, con el tiempo he aprendido a valorar otras cualidades. La verdad, creo que ese tipo no merece que le dé ninguna importancia en mi vida. Fue lo peor que me pudo pasar. Yo era una niña cuando estuve con él. Me casé y al año siguiente tuve a mi hija. A los 16 me separé. Pero en ese trayecto, te digo a grosso modo, sufrí las peores vejaciones, tantos maltratos que hasta estuve a punto de morir.
¿Por cuántos años se llevaban?
Él tenía 24 cuando yo tenía 14. Pero me casé a lo grande, fue el matrimonio soñado para toda jovencita.
¿Estaba de acuerdo su mamá Rosa con ese matrimonio?
Ella murió, en el sentido figurativo, el día que yo me casé. Cuando regresé de mi luna de miel, que fue una semana nada más, encontré a mi perrito Cherry muerto debajo de la cama. Mi mamá Rosa no se había levantado de la cama desde que yo me fui. Ni siquiera había comido. Era un amor enfermizo el que ella sentía por mí, no quisiera llamarlo así, pero yo era su mundo. Cuando volví revivió porque me quedé con ella.
¿Cómo llega a separarse de su primer esposo?
Tomé las fuerzas necesarias para cruzar la pista, el río digo yo. Todo el mundo me decía que lo denuncie. Al frente de mi casa estaba la comisaría. Cuando lo hice acabaron mis desgracias y me quedé con mi mamá Rosa. Yo nací en esta casa, viví con mi hijita Lucero, por eso acá me voy a morir. Nunca pretendí castillos ni casas de lujo aunque me las ofrecieron. Los millonarios de Lima y diversas personalidades me han pretendido, pero yo solo aceptaba esas amistades para aprender. He sido amiga de presidentes, de políticos, de personalidades del país, ellos son mi universidad. Soy una mujer culta y educada. No me da pena jactarme de esto, porque no busqué esas amistades para venderme ni aprovecharme ni para pedir plata.
¿Cuál fue su primer trabajo?
A los 13 años empecé a trabajar con mi primo, que era odontólogo de Luis Alberto Sánchez. Yo conversaba con él. Era ciego, pero tenía un reloj que tocaba para saber la hora.
¿A qué se dedicó tras el fin de su matrimonio?
Mi vida ha sido un sueño. A los 16 años siempre iba a La Herradura con mi hijita. Le ponía su toalla y yo al lado hecha una sirena. Allí también era sensación. Los fotógrafos me perseguían como si yo fuera una figura, pero nada que ver. Mis noviecitos los botaban a paletazos. A esa edad era aparentemente bonita. Digo aparentemente porque yo no me veía así, pero impactaba pues. En esa época tenía el cabello negro azulado. Allí se me acerca Tony Vásquez corriendo. Era un tipo con una pinta decente, alto, guapo, que venía de la mano con una morena, Áurea Honores, que luego llegó a ser mi mejor amiga. Él me dice, “préstame tu toalla que me quemo. Qué linda eres, discúlpame”. Se presentó como profesor de teatro y actor. Dijo que estaban haciendo una película con un director francés y me invitó a ir al Centro de Convenciones del Hotel Crillón. Y mira, no iba a ir, porque pensaba que todos eran unos mañosos, que querían llevarte a la alcoba. Además, acababa de separarme de un monstruo con policía de por medio y un juicio.
Pero fue. ¿Qué encontró?
Efectivamente, estaba el director francés y todos los que participaban de la película. Y conocí a quien me encaminó y me enseñó a ser una mujer correcta y una verdadera artista, Teresa Dávila. Era extraordinaria, no era de una gran belleza, pequeña de estatura, con una piel maravillosa, un cuerpo precioso y una bailarina excelente. Ese día ella me propuso hacer un show en el Sky Room del Hotel Crillón. Mira la suerte mía. Separarme de un sátrapa sin tener un sol en el bolsillo y encontrar trabajo ipso facto. También conocí a Jorge Ferrand, fue como un padre para mí. Él era socio con Pepe Vilar en el teatro Arequipa y fue quien nos lleva a Teresa y a mí a hacer la Revista de Oro. Era un hombre muy recto. Allí aprendí a bailar con coreógrafos gracias a Teresa.
¿Quién la bautiza con el nombre de Monique?
Cayo Pinto, Teresa Dávila y Pepe Vilar se ponen de acuerdo y me ponen ese nombre. Te explico. Antes en los teatros había una escalera en los escenarios y por ahí bajaban las bailarinas, entre ellas una francesita llamada Monique Laforet. A ella le debo mi nombre. Eran tiempos de una vida nocturna maravillosa.
Después de esas primeras experiencias llega a la televisión.
En 1978 pasamos inmediatamente a canal 5 con la misma compañía. Éramos como una familia. Hicimos “Nacida para bailar”. Luego me jalaron como a tres programas musicales. Y cada vez que venían artistas internacionales mi ballet era el que acompañaba. Me acuerdo de que Mario Cavagnaro me llevó a la conferencia de prensa de Julio Iglesias.
Él es uno de los artistas con quien también se le relacionó.
Me quedé tres días en el hotel Bolívar porque había toque de queda.
Es inevitable que le pregunte por Mick Jagger y su affaire en Iquitos ¿considera que ese ha sido uno de los momentos más importantes en su carrera?
No, para nada. Antes de él yo ya había conocido a Julio Iglesias, que era un hombre muy bello. Yo tenía 18 y él tenía 33. Con Mick ya tenía 19 y él 40, era una estrella, un Rolling Stone, pero en esa época yo solamente le daba importancia a lo lindo y a él no lo consideraba tan lindo. Mick tiene otras cosas. A los dos los conocí en un hotel. Con Mick hubo más conversación a pesar de que no hablábamos el mismo lenguaje. Él hasta ahora no aprende castellano pero yo sí me esforzaba por hacerme entender y él se moría de la risa.
Sobre esa historia, usted ha contado que le pidió a su entonces novio que la deje sola en Iquitos…
Mi novio no era nada para mí. A los hombres siempre los he tratado despectivamente. No les daba importancia, no los respetaba.
¿Eso fue por su experiencia a los 14 años?
Desde antes. Me encantaba verlos rogar, sufrir. Creo que fue porque yo vi sufrir a mi madre cuando una mala amiga se fue con mi papá. Y después, en casa de mi mamá Rosa, venía una y otra amiga a llorarle por los hombres. Ella era el consuelo de todas. Entonces me dije que yo los haría llorar. Les daba con el taco, aguja todavía (ríe).
Su vida artística empieza a despegar a finales de los setentas…
Le doy gracias a dios porque tenía de sobra todo, Tenía tres trabajos diarios. Tenían que llevarme a mi hija al canal y recuerdo que ella ya disfrutaba con Yola. Daba todo por mi hija, por eso jamás conviví con un hombre mientras la tuve a mi lado. Ella se casó a los 17 años. A mis nietas yo las crié un tiempo y con ellas también fue así. Es un tema de respeto, ellas siempre fueron primeras.
Es en esa época que decide abandonar a Pepe Vilar y Teresa Dávila. ¿Por qué?
En realidad muchos atorrantes me decían que yo era la mejor, que yo era la estrella. ¿Por qué no te independizas?, repetían. No sé si era verdad, pero me decían tantas cosas. Yo toda ignorante y chiquilla los dejé. En ese tiempo ya era la portada de los periódicos y revistas.
¿Y cómo le fue en solitario?
Muy bien, pero me arrepentí. Es que éramos una familia. Hasta ahora me acuerdo de las chicas que bailaban junto a mí. Cuando los dejé volví a ser de nuevo una solitaria. Me duró poco esa etapa porque era demasiado el asedio de los empresarios y productores. Pasé al café concerts, inauguré La Gata Caliente. Me acuerdo de que trajeron a ‘Tres Patines’ y a Los Caporales de Chile.
Debe tener muchas anécdotas. Cuéntenos algunas.
Con Teresa Dávila fuimos de gira por varios países, a Colombia, Bolivia, Ecuador, En este último país cuando yo bajé me confundieron con otra. Yo recién ahora me percato de mi parecido con Iris Chacón, la ‘Reina de América’. Cuando yo llegué a los 18 años al aeropuerto, la multitud se aglomeró. Hubo alboroto y me gritaban “nena, nena”, porque a la Chacón le decían así. Un grupo que estaba seguro de que yo era Iris me llevó a la ciudad Mitad del Mundo, que es un sitio turístico. Dios mío, ahí la multitud fue tan grande que tuve que firmar autógrafos como Iris Chacón para que me dejen ir.
Una más reciente.
Cuando me llaman para mis shows siempre pregunto de donde me llaman, el nombre completo y el tipo de espectáculo que quieren. Nunca trabajo en despedida de solteros, pero una vez me contrataron para una que se suponía iba a ser para el novio y la novia. Cuando llegué eran puros chicos. Felizmente estaba con el ‘negro colirio’, que es mi esposo (risas). No se me acercaron a más de 3 metros, pero cumplí con mi trabajo.
¿Cuándo inicia su etapa como cantante?
Fue hace más de 30 años. En ese tiempo doblaba canciones. Te cuento, un fotógrafo muy conocido me decía “tú eres la cola de Lima” porque tenía un trasero bien bonito. Entonces le comenté al gran compositor Mario Cavagnaro que estaba cansada de que me vieran así. Estaba harta de que mi cola esté en todos lados. Cuando me tomaban una foto me decían que voltee la cara. Era uno de los pocos cuerpos lindos que se exhibía. La Gata Caliente se incendiaba conmigo. Mario es quien me dijo que cante. “Pero yo no sé cantar”, le dije. Pero él siempre decía que cantar es una técnica. Fue mi primer profesor.
¿Cuál fue su primera canción?
Justamente fue una de Iris Chacón, me perseguía. El cover se llamaba “Si tu boquita fuera”. Me fui al mejor estudio a grabarla. Eso fue una de las cosas que Teresa Dávila me enseñó, siempre empieza en grande. Después vinieron otras, pero el clásico es “Caramelo”.
Ese tema es una composición suya, ¿cuál fue su inspiración?
Hay momentos muy tristes en mi vida que hacen que me duela el corazón. Yo llegaba de Machu Picchu, había ido a una presentación y me había escapado de una amiga que me quiso dar el alcance. Me escondí debajo una banca del aeropuerto. Había soñado a mi madre y decidí volver. Cuando veo a mi mamá Rosa tenía el vientre hinchado. Estaba muy mal. La llevé al hospital, pero no la operaban. Entonces la trasladé a otra clínica para que por fin la operen. Y se detectó que era un cáncer. La operaron, duró unos 15 días terribles. Esos días en el hospital me estaban molestando para que yo escriba una canción. Tanto me fastidiaban con eso que agarré un papel y escribí “Caramelo, caramelo, no me quites mi caramelo. Acércate a mí y quiéreme así”. Entregué ese papel y dije “déjenme en paz, no tengo corazón para esto”. Cuando escribí no me quites mi caramelo, en realidad le estaba pidiendo a dios que no me quite a mi madre. Y se convirtió en una canción clásica. Este año ha cumplido 30 años.
¿Cuántas canciones ha grabado?
Hermana, más de 300. Ahora estoy con Play Music Perú. La he hecho como cantante, como rockera, reggaetonera. Con esta voz peculiar que dios me dio aprendí a cantar gracias a los consejos de Cavagnaro, a hacerla mi voz melodiosa. Hace poco he grabado una canción por la pandemia que se llama “Volveremos a brindar”, grabada en mi casa con mi teléfono. Así la mandé al estudio, quedó bien. Y ahorita voy a grabar “Resistiré”, un himno mundial que tendrá versión peruana.
¿Cómo afecto sus planes el COVID-19?
Este era mi año, ya tenía contratos en Chile, iba hasta Miami. Mira, no le voy a ganar a Karol G, pero tengo mi propio estilo, medio huachafón, medio atrevido, medio sensual, pero he aprendido a cantar.
La he visto en Tu Vinteo, ofreciendo saludos y shows desde cinco minutos. ¿Cómo le va en esa plataforma?
No sabes el éxito que ha tenido hacer eso. Yo lo hago desde hace tiempo. Soy bien mosca. Con la llegada de extranjeras a la televisión te deja de lado, te aparta y te basurea. Pero como yo nunca me rindo y sé lo que valgo inventé mi propio trabajo. Mira, mi show dura 45 minutos y cuesta 3 mil dólares. Cuando no me podían pagar este monto yo les decía a mis clientes “no te preocupes, lo hacemos por menos tiempo”. Aceptaba hasta por mil soles. Hay gente que me ha contratado por una canción. Los choferes que me trasladaban me decían “qué rápido se lleva usted la plata”. Otras veces se me ocurría vender solo el saludo, como ahora lo hace Tu Vinteo para sorprender al cumpleañero o mandar invitaciones, por ejemplo. Mi cabeza es una máquina.
¿Qué proyectos nuevos tiene en mente? ¿Regresar a la televisión tal vez?
Hermana, a mí no me tumba nadie. Lo han querido hacer en la televisión. Mira, hace tiempo tenía un programa que era un éxito, “Mójate con Monique”. Ahora tengo el proyecto de “El caramelo de noche”, solo entrevistas a políticos. A mi estilo, nada de pleitos ni insultos, sino entrevistas humanas y pícaras. Pero no me lo dan pues.
¿En qué quedó el libro que pensaba escribir sobre Mick Jagger?
Sale en julio, bueno está programado para que salga en la Antifil de este año. Pero no sabemos cómo estarán las cosas. Se va a llamar “También se puede amar de pie”.
Respecto a ese episodio, ¿sigue calificándose como el rumor de una leyenda?
Esto no lo he inventado yo, hay una biografía autorizada de Christian Andersen donde habla de la amante selvática de Mick. Entre sus conquistas figuran Farrah Faucett, Carla Bruni, Angelina Jolie y yo, imagínate yo junto a esas bellezas. Pero no es cuestión de belleza, es cuestión de momentos.
Ahora que mencionó la Antifil, el año pasado participó recitando un poema de María Emilia Cornejo.
Me invitaron para leer “Soy la muchacha mala de la historia”. Ese poema es fuerte. “La que fornicó con tres hombres por un plato de lentejas”. Pronto voy a hacer un espectáculo con ese nombre. Estoy orgullosa de haber sido invitada, María Emilia revive cada vez que recitan sus poemas. Ella nunca va a morir, a los 23 años dijo su verdad. Esa mujer nunca debe ser olvidada yo me voy a encargar de eso. Ahora estoy a punto de grabar un tema en rock donde a mitad de la canción digo el poema.
Dentro de su ajetreada carrera también participó en algunas películas. Cuéntenos sobre esa experiencia.
He conocido y trabajado con Francisco Lombardi en “Muerte de un magnate”, con Augusto Tamayo en “Strep” y Lucho Llosa “Doble fuego” (nota del redactor: las dos últimas son cortos que pertenecen a la cinta “Aventuras prohibidas”). En la última era una chiquilla que andaba con uno y con otro, aparecía en un automóvil donde me sorprenden a punto de hacer el amor. En “Aventuras prohibidas” fui una de las protagonistas. Interpretaba a una provinciana bonita que llega a Lima y como no tiene de qué vivir termina trabajando en un night club. “En la muerte de un magante”, sobre la vida de Luis Banchero Rossi, hago una escena con el periodista Alfredo Kato. Era un papel chiquito, estoy sobre un escritorio, me toman fotos, Banchero entra y me queda mirando. La promoción de la película en los diarios fue “Monique Pardo planeará la muerte de un magnate”. A Martha Figueroa le dio chucaque. Dios me dio algo con lo que todos se quedaban prendados. Opacaba a las estrellas más brillantes y me odiaban, pues.
¿Nació con estrella, como se dice?
Algo debía tener pues, si me quitaron todo.
Imagino que todo esto que me ha contado la ha convertido en una mujer fuerte. ¿Cómo se califica?
Soy indestructible. A veces me pongo muy triste. Trato de no recordar, pero hoy tú me has hecho recordar todo. Creo que he sufrido mucho. Las personas que buscamos que otros se rían, que sean felices, somos las que más hemos sufrido.
¿Hay algo de lo que se arrepienta?
Me arrepiento de haberme querido quitar la vida a los 13 años. La crianza era tan represiva y enfermiza la forma en que me cuidaban que recuerdo que llegué tarde a mi casa después de haber salido con un noviecito y vinieron mis tíos. Entre ellos el famoso concertista de arpa Marcial Gayoso. Llegaron como la Santa Inquisición a decirme que tenía que ser virgen para llegar al matrimonio, que esto que el otro. Yo había salido, sí, pero aún era virgen. Me querían obligar a ir a un médico para que me abra de piernas y vea mi intimidad. Te imaginas lo que puede sentir una niña a la que nunca ha tocado un hombre. Me quería morir. Le metí un puñetazo a una vitrina y se partió por la mitad, pero una punta se clavó en mi muñeca. Mi sangre salía a chorros. Estoy viva porque salí corriendo a la esquina donde bañé de sangre las veredas y un taxista me salvó. Paró y me llevó a la clínica Javier Prado, mientras me decía que me aprieta la herida. Son traumas que me han tocado vivir.
¿Y algo que no hizo, pero sienta debió hacer?
Debí haberme casado con Javier Valle Riestra. De eso sí me arrepiento. Lo conocí cuando lo entrevisté en mi programa. Nos dimos un beso que dio la vuelta al mundo.
¿Cómo le gustaría ser recordada?
Como una gran mujer. Como alguien que fue voluntaria para cuidar enfermos, que hizo mucho por los niños con leucemia. Más que como artista, como una mujer decente, que nunca le faltó a nadie, que nunca dañó. Que les dio la mano a otros y en algún momento de tristezas los hizo sonreír. Soy capaz de tirarme al piso para que rían.