En la primera mitad del 2021 el Perú sufría los estragos de la pandemia del Covid-19. Con las primeras dosis de vacunas ingresando al país, todavía la cifra de muertos diaria se encontraba en las tres cifras. Es en esas circunstancias en las que el ingeniero forestal Jainer Moises Pinedo Vargas, ataviado con su uniforme de trabajo, incluyendo casco, lentes oscuros y un pañuelo al cuello (infaltable), empezó a llamar la atención en esa red social por aquel entonces emergente en este lado del mundo, TikTok. Pero antes que su nombre, el Perú lo conocería por su apodo. Y por la música que lo hacía moverse.
Bajo el apelativo de “Ingeniero Bailarín”, Pinedo Vargas movía piernas y brazos no de manera aleatoria. La cumbia de la selva le marcaba el ritmo, y una canción en particular se volvió su tema característico. “No sé”, de la artista española Melody, se volvió inseparable a su figura, pero interpretada por el experimentado grupo Explosión de Iquitos. Con más de 280.000 seguidores en sus redes sociales, su música se volvió ubicua en los ‘timelines’ de millones de peruanos que no podían salir de sus casas, sea por estar contagiados de Covid-19, por la creciente ola del teletrabajo, etc. Esto sumado a que más personas empezaron a usar las redes.
No había canal de televisión en el que no apareciera, ni programa que no quisiera tenerlo como invitado para que baile frente a cámaras. “El reventonazo de la Chola”, “Mujeres al mando”, “Magaly TV: la firme”, “JB en ATV”, entre otros, le dedicaron segmentos.
“Jainer es un gran amigo de todos nosotros. No trabajó directamente para nosotros, pero sí hemos coincidido muchas veces en algunas presentaciones, ya que él se grabó de forma individual. Nosotros le contactamos para sumar fuerzas. Y esta combinación resultó bastante positiva. A raíz de eso hemos congeniado más con él, nos veíamos en varias presentaciones y se formó una bonita amistad”, contó a El Comercio Raúl Flores, gerente y propietario de Explosión.
“Yo estaba trabajando en esa época [2021] en la petrolera, en el área de Jaén del Oleoducto Norperuano. Yo tenía un jefe ahí, gerente de seguridad, y justamente cuando empezó el Ingeniero Bailarín la gente me empezaba a pedir fotos en el trabajo, los compañeros. Y en esa época estábamos en pandemia, me acuerdo. (…) Quizás llegaban los estados al celular de mi jefe en ese entonces. Y él un día me llamó molesto”, contó Pinedo en entrevista con el canal de YouTube Visual Televisión.
El punto es que su jefe no estaba conforme con esta popularidad; los supervisores consideraban que bailaba en su hora de trabajo, pero no era así. Y le prohibieron bailar, algo a lo que no estaba dispuesto a acceder, así que renunció. Dejó un sueldo de 6.800 soles y, en su mes de mayor fama, consiguió unos 25.000 soles en activaciones, con grabaciones con empresas, etc. “Colegas me han criticado en Iquitos, me decían ‘cómo es posible que un ingeniero esté dejando mal a nuestra carrera, bailando con el uniforme’”, contó. Pero el público no estaba dispuesto a tolerar estas afrentas a su ídolo, salieron en su defensa en las mismas redes sociales que le dieron la fama.
El egresado de la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana bailaba con mascarilla también, para prevenir contagiarse del virus que se llevó a su tía Vilma, a la que amó como a una madre. Los pasos los creó un amigo suyo, también bailarín. Pinedo era el octavo y último hijo de Betty Vargas, natural de Iquitos. “Descansa en paz, amado hijo. Te vamos a extrañar”, dijo la madre por medio de la red social Facebook.
“No es necesario ser bailarín profesional para disfrutarlos [los pasos], sino hacerlo con pasión y con mucho amor, que a través del arte, que es la música. Ese es el mensaje”, contó el ingeniero en su momento de mayor popularidad, en declaraciones al programa Reporte Semanal. Desde el futbolista Edison ‘Oreja’ Flores hasta personal de salud imitaron su baile.
En julio de este año seguía trabajando con el baile, su pasión. Pero a principios de agosto ya se encontraba internado en el Hospital Nacional Almanzor Aguinaga Asenjo de Chiclayo, Lambayeque. Allí luchaba contra el dengue, que había provocado complicaciones en su salud, como neumonía, derrame pleural y acumulación de líquido en los pulmones. Antes de que su salud se complique más, el ingeniero se grabó nuevamente, esta vez ya no con su uniforme, sino con una bata hospitalaria y gorro quirúrgico. Y pese a todo, bailó.
Jainer Pinedo perdió la vida el domingo 18 de agosto a las 9:00 a.m. Lo recordará su familia, pero también los peruanos a los que alegró por unos minutos cuando más lo necesitaban. Tal vez ese sea su mayor legado.