Hijo de un trapero judío que huyó de Rusia, el actor estadounidense Kirk Douglas, fallecido este miércoles a los 103 años, se convirtió en una leyenda con “Senderos de Gloria” y “Espartaco”. Un mito en Hollywood.
“Seguiré siendo toda mi vida un hombre enfadado”, solía decir. “La ira fue el motor de mi vida, una ira inmensa contra la injusticia”.
Para empezar, ira contra su infancia. Una infancia miserable en la que sufrió en carne propia el antisemitismo y la indiferencia de un padre alcohólico y analfabeto, al que un día le tiró una cuchara a la cara.
“Y, sin embargo, a veces pienso que es una ventaja nacer en la miseria: no puedes llegar más bajo, solo puedes subir”, filosofaba al final de su vida el padre del actor Michael Douglas.
Kirk Douglas era su nombre artístico, en realidad se llamaba Issur Danielovitch Demsky. Nació el 9 de diciembre de 1916 en Amsterdam, una pequeña localidad del estado de Nueva York.
Creció entre seis hermanas con un único sueño: convertirse en actor. Pero primero tuvo que trabajar como camarero en una cafetería y como luchador para pagar sus estudios. A su llegada a Nueva York, “Izzy” cambió de nombre y logró entrar en la academia de arte dramático donde conoció a la futura Lauren Bacall, quien no quiso ser su novia pero siempre fue su amiga.
Corría el año 1942, en plena Segunda Guerra Mundial. Kirk Douglas se enroló en la armada y participó en la campaña del Pacífico en un antisubmarino. Una vez desmovilizado, encadenó papeles de poca monta antes de abrazar el éxito en 1949 con “El ídolo de barro”, donde encarnaba a un boxeador.
A partir de entonces, la carrera del actor de ojos azules y un hoyuelo en la barbilla despegó con películas de aventuras (“Veinte mil leguas de viaje submarino”, 1954), (“Espartaco”, 1960), otras de guerra (“Senderos de Gloria”, 1958) “¿Arde París?”, 1966), o wésterns (“Duelo de titanes”, 1957) ...
Este gran amigo de Burt Lancaster trabajó con algunos de los mejores directores de cine, desde Kubrick hasta Mankiewicz pasando por Huston, Minelli, Hawks, Preminger y Kazan. Él mismo dirigió y produjo algunas películas.
A veces hizo elecciones a contracorriente, que echaban por tierra su imagen de héroe valiente e invencible, como en “El loco del pelo rojo”, como se conoce en España, llamada “Sed de vivir” en América Latina, que le valió este apóstrofe de John Wayne: “¿Cómo te atreves a interpretar a un cobarde? ¿un artista que se suicida? Los tipos duros de nuestro género tienen la obligación de mantener esta imagen para el público”.
El donjuán de Hollywood
Le pesó no haber conseguido el papel en “El vuelo sobre el nido de un cuco”, la obra maestra de Milos Forman de 1975. “Es una tragedia para mí. Lo consiguió Nicholson y obtuvo un Oscar. Y yo no tengo uno ...”.
Kirk Douglas se consoló en 1996 con un Oscar honorífico a toda su carrera.
Fue un actor comprometido, que siempre estuvo del lado de los demócratas. No dudó, en medio de la caza de brujas del macartismo de la década de 1950, en contratar a un guionista que figuraba en la lista negra de personas que a las que había que marginar debido a sus supuestas simpatías comunistas. “Debido a mi franqueza, siempre he sido el actor más odiado en Hollywood”, afirmó él.
Kirk Douglas fue un mujeriego, considerado “el casanova más grande de Hollywood”. “Nunca conté a las mujeres que tuve. Las amo demasiado para eso”, decía. Entre sus conquistas destacan Gene Tierney, Rita Hayworth, Marlene Dietrich, Pier Angeli, Joan Crawford, Ava Gardner ...
Desde 1954 vivió con la misma mujer, Anne Buydens, a quien conoció en Francia y se convirtió en su segunda esposa.
A una edad ya avanzada se aventuró con la escritura, publicó su autobiografía - “El hijo del trapero” - y varias novelas.
Burló a la muerte en varias ocasiones: accidente de helicóptero en 1991, del que salió herido leve, pero en el que murieron dos personas, un ataque cerebral en 1996 y un infarto en 2001.
Con el tiempo recuperó la fe y el día que cumplió 83 años repitió la ceremonia de Benei Mitzvá, como a los 13 años.
Kirk Douglas deja una dinastía en el cine. Dos hijos actores, incluido Michael, nacido de un primer matrimonio y ahora al menos tan famoso como su padre, otros dos productores, una nuera actriz, Catherine Zeta-Jones, y un nieto, Cameron, también actor.