“¿Trabajar? Para qué, nosotros ya triunfamos en la vida”.
Días después de que esas palabras surgiesen en la conversación de Pepe y Tito, ambos se quedaron sin el techo, sin la comida, sin la tarjeta de crédito de Francesca Maldini; quien los echó de su casa junto al resto de los Gonzales. Y sin el amor de sus vidas, la cerveza gratis. Así empieza la novena temporada de “Al fondo hay sitio”, con un retorno al origen, donde la familia que no tenía nada, lo tuvo todo para, otra vez, quedarse sin nada. Al menos por un mes, hasta que se construyó otra casa, idéntica a la que tenían antes, ahora en las Nuevas Lomas.
Sin Pepe y Tito, interpretados respectivamente por David Almandoz y László Kovács, no existiría “Al fondo hay sitio”. En la lógica de la ficción, mantener la casa Gonzales por años, el no vendérsela a Miguel Ignacio de las Casas, garantizó los enredos que caracterizaron a esta serie y que, otra vez, ocurren de lunes a viernes por la noche en América Televisión. Para conversar sobre el legado de estos personajes, conversamos con Kovács vía Zoom, en una pausa a las grabaciones de la ficción que lo mantienen ocupado, pero también feliz.
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—En los nuevos episodios de “Al fondo hay sitio” Tito menciona, justo cuando le dan un cargo en la empresa Maldini, que ahora se trabajará “seis horas al día”. Pero en la vida real, no es así para ustedes los actores. ¿Cómo es un día típico de trabajo tuyo?
Tenemos que evitar enfermarnos, evitar tener un accidente. Porque una vez se estrena la novena temporada, no se puede parar. Ya no tenemos colchón y las citaciones [detalles de la filmación] nos las dan faltando menos de 24 horas. No sé qué voy a grabar mañana, no sé qué escenas me tocan; es mucha la adrenalina. El caos de llegar a grabar al estudio de Pachacámac por la Panamericana Sur, donde siempre hay accidentes, da mucha tensión. Tomo mis previsiones, siempre prefiero llegar mucho antes de la hora. Estamos entregados en cuerpo y alma a esta serie y es muy duro, pero también muy gratificante por el cariño del público. Ironías de la vida, los personajes de Pepe y Tito, que son los más vagos, en la vida real son los más puntuales, aplicados y trabajadores. Aquellos en los que más se puede confiar, con los que más rápido salen las escenas, que más estudiados tienen su guion. Aunque suene poco modesto, es la verdad.
—Ahora que mencionas a Pepe, volví a ver el primer episodio del 2009 y me sorprendió lo fundamental que son ambos, pues, desde el punto de la ficción, si vendían la casa la serie no habría existido.
Tal cual. La amistad de estos dos personajes hace que todo sea posible, porque tienen, a pesar de su gusto por la cerveza y por disfrutar del día a día; un compromiso con la familia muy fuerte, a tal punto que Tito, sin ser Gonzales, es considerado uno por lo comprometido que está. Eso es muy lindo, porque habla de la figura de la adopción, cuando realmente una persona encaja dentro de un grupo familiar, a pesar de no pertenecer sanguíneamente. Él se siente tan Gonzales como como cualquier otro.
—Eso es algo inusual para la televisión peruana, pero sí es más común en ficciones de fuera; la familia que uno adopta.
Es eso, la familia elegida. Eso no significa que no vaya a haber desencuentros, peleas; pero es tan fuerte el cariño y la compenetración que se tiene la certeza de que van a estar juntos siempre, que son una relación a prueba de balas. La conexión es muy profunda.
—Hablando con una colega de los nuevos episodios, me decía que el elenco está bien engrasado, como una máquina. ¿Qué tan difícil, o fácil, ha sido tener esta dinámica luego de no grabar por cinco años?
Ha sido instantáneo, como si el tiempo no hubiera pasado. Hemos logrado, así como los Gonzales, un vínculo amical muy fuerte; nos queremos mucho. También se puede incluir a Yvonne Frayssinet y Adolfo Chuiman. Para mí ellos, en el fondo, son Gonzales [risas]. Ha ocurrido un milagro al juntar a este elenco y algunas relaciones son tan fuertes que, incluso, Gustavo Bueno (Gilberto Collazos) va a ser testigo en mi matrimonio [esta entrevista se realizó una semana antes del matrimonio civil del actor]. Hay mucha admiración, no solo es este mi cariño porque la pasamos bien, sino porque se siente este apoyo incondicional. Si alguien se olvida su letra, el otro está ahí para para ayudar y que la escena no caiga. Además, queremos que el otro se luzca en escena. Y creo que la gente también se da cuenta de eso en sus casas, que toda esta energía que milagrosamente ocurre entre nosotros es real.
—La serie mostró la reconstruida casa de Gonzales. ¿Cómo ha sido volver a caminar por ahí y en particular con ese cuartito, el de Pepe y Tito, que estaba en el último piso?
Alucinante, porque para nosotros fue muy traumático cuando destruían la primera casa. Esa casa se resistía a ser demolida, veías que el bulldozer intentaba, una y otra vez, tumbar las paredes y la casa no cedía. Y nosotros, en personaje y un poco también fuera de personaje, cada golpe de la maquinaria nos estruja el corazón. Imagínate, hasta las llantas traseras del bulldozer se levantaban porque no lograba tumbar las paredes. Honestamente, fue bastante sádico de parte de Gigio Aranda [guionista principal] hacernos presenciar ese momento, casi una crueldad de su parte. Nos parece increíble que no se hayan perdido ciertas cosas de utilería. Realmente hubo gente que las cuidó y guardó todos estos años. En el fondo, creo que tenían la secreta esperanza de que algún día esto iba a volver a suceder. Se siente mucho de javu. A veces nosotros mismos nos desorientamos, porque a la hora de salir parece que vamos a salir a Lince [la serie original se grabó en los estudios de la calle Los Mirtos], y no nos damos cuenta que estamos en Pachacámac. Sé que poco a poco nos adaptaremos esta nueva realidad, pero la sensación es familiar.
—Entre esa temporada y la anterior hay personajes que no están. ¿No te ha pasado que, cuando estás filmando, los extrañas?
Todo el tiempo, pero no pierdo la esperanza. Así como nunca pensé volver a ver la casa, también creo que en algún momento voy a volver a ver a Nataniel Sánchez, a Mayra Couto, a Andrés Wiese e incluso a Irma Maury. Además, todos estos actores siguen vivos, gracias a Dios. Todo es posible y quién sabe… algún día.
—Hablemos del presente de “Al fondo hay sitio”. ¿Cómo fue grabar este incendio entre las esteras? Veo que los personajes salieron a las justas. ¿Fue un efecto especial o algo práctico?
Es tal cual. Salió a la primera, no se podía hacer una segunda toma. Tuvo sus riesgos, se conversó mucho antes de hacer la escena, se ensayó sin prenderle fuego a la casa. Pero estamos bendecidos, hay una magia que nos permite a nosotros, como “Al fondo hay sitio”, desde la primera temporada, tener escenas icónicas que queden a la primera. Lo único que me fastidió un poquito fue que a Don Gilberto se le cae el sombrero y Paul Vega [Koky Reyes] lo recoge.
—Como en “Indiana Jones”.
Sí, exacto. Todo ayuda para aumentar la adrenalina, fue sensacional. Además, hacía mucho frío y el fueguito daba como que calor. Fue una escena memorable y había mucha gente que nos acompañó esa noche, gente que vive ahí en las mismas condiciones que los Gonzales. Como viven la mayoría de peruanos, siempre en condiciones tan difíciles y duras y, sin embargo, están dándonos su apoyo y su cariño.
—En el episodio de la oposición hacia los Gonzales por los Maldini y los vecinos de las Nuevas Lomas, hay un letrero que dice “en este distrito está permitida la discriminación”. Desde tu punto de vista, esta discriminación hacia el otro; sea una persona que no es de Lima, o que no tiene “el apellido”, ¿Ha disminuido o aumentado en estos años que “Al fondo hay sitio” no estado en pantallas?
Te diría que ha aumentado. No quiero meterme mucho en el tema político porque es una herida abierta y es muy doloroso. Nuestro país, lamentablemente, padece de ese mal del racismo y la discriminación. Justamente, “Al fondo hay sitio” es un bálsamo para esa herida, es una suerte de cicatrizante. Creo que el humor es sanador y nos ayuda a mirarnos con más ternura y, justamente, a intentar este curar esa enfermedad tan grave de la que padecemos. No podemos seguir avanzando en derechos para las minorías sin que haya, después, una feroz resistencia. Eso es lo que pasa con nuestro país, intentamos avanzar un poco, pero es muy lento. Algún día dejaremos de ser un país profundamente racista, clasista, discriminador. Estoy seguro de que la serie pone su granito de arena para ayudar en ese proceso.
—Ahora tengo que hablar de un tema más más ligero, valga mencionar este cambio de tono, y es que es que la serie ha despertado, en particular Tito y Pepe, mi lado más escatológico por sus chistes, como el de la “cola de Gokú”. ¿Cuál es la broma que más te he hecho reír esta temporada?
[Risas] Todas esas bromas escatológicas son casi en un 80%, improvisadas. No aparecía en el guion “cola de Gokú”. Cada vez van apareciendo más cosas porque no quiero repetirme. Es muy difícil seguir haciendo ese tipo de humor sin que lo repitas, porque ya he dicho muchas veces “la máquina de churros”, “pasear a la nutria”, etc. Cada vez se tienen que ocurrir más cosas y esta última era como un “parto”. Entonces dije “se me viene el bebé” y me pareció terrible, pero yo veo la respuesta del equipo técnico, y se mataron de la risa. Además, me paro de cabeza. Eso ni lo ensayé, en ese momento me dejo poseer por el espíritu de Tito y fluyo, digamos. Entonces cuando escucho que el director dice que queda, y encima lo dice así, con una sonrisa, dije “esto va a funcionar, qué bacán”. Y así fue. Creo que ha sido una de las escenas más divertidas de Tito en lo que va de la temporada.
El momento exacto en el que Tito sucumbe a su “conflicto” interno.
—Comparando con el primer episodio, Pepe y Tito están más enamorados del alcohol, por decirlo de manera bonita. ¿Eso que tiene ahí cerveza de verdad o es similar?
No es cerveza de verdad, es cerveza sin alcohol. Igual te saca panza, ese es un problema. Dicho sea de paso, la cerveza sin alcohol es casi hasta tres veces más cara que la cerveza con alcohol. De verdad que agradezco mucho que se estén tomando estas medidas que no se tomaban en las primeras temporadas, donde nos servían cerveza con alcohol, porque ahí nos auspiciaba una marca. Ahora nos cuidan un poquito más y se siente ese cariño. Y regresando al tema del alcohol, me parece peligroso siempre estar dando este ejemplo porque yo sé Pepe y Tito son personajes muy queridos y no quiero que sigan el ejemplo de ellos.
"Nuestro país, lamentablemente, padece de ese mal del racismo y la discriminación. Justamente, “Al fondo hay sitio” es un bálsamo para esa herida, es una suerte de cicatrizante."
László Kovács
—Justo te iba a preguntar algo de eso. Veo cifras de Cedro, del 2017, se menciona que 1.7 millones de peruanos son adictos al alcohol.
Siempre que me entrevistan, hablo del tema. Uno de mis sueños más grandes, y que por eso me alegra estar en una novena temporada, es que en la octava Tito y Pepe quedaron en las mismas. Si es que sigo haciendo a Tito, es porque tengo la esperanza que haya un final feliz; que deje el alcohol, que cuide su salud, que encuentre una buena chica y siente cabeza; si no este pata va a morir de cirrosis. El alcoholismo no es un juego. Me genera mucha preocupación, porque es un personaje que quieren mucho los niños, pero ojalá haya esta esta moraleja. O Tito se muere de cirrosis o deja el alcohol, pero así uno no puede vivir toda la vida. Por el momento él no tiene ganas de cambiar porque es superfiel a la chela.
—Para terminar, Don Gilberto, interpretado por Gustavo Bueno, dijo algo que se me quedó grabado: “La suerte no se vende”. ¿Crees que has tenido suerte? ¿O qué tanto es suerte y qué tanto es consecuencia de tu trabajo como actor?
Qué pregunta la tuya, bien difícil de responder. Hasta se me han erizado los vellos. No lo sé, eso me pregunto casi todos los días. Sí creo que la suerte no se vende, como dice don Gil. Creo que sí he nacido con una buena estrella, no lo no lo puedo negar. Por supuesto que he tenido momentos muy duros, como perder a mi hermana de una manera tan traumática. Y este país, siempre es tan caótico. Pero siempre esta sensación de que todo es por algo, es como una razón profunda. Destino, quizás. Pero yo me yo me entrego a él, tengo una fe ciega en que todo va a salir bien. Y así como le dicen a Spider-Man, que “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”, tener una buena estrella implica eso. Todos los días tú tienes que estar agradecido, hacer buenas obras. Sin los fans, esto no sería posible. Nunca me voy a negar a una foto, firmar un autógrafo. Es parte de dar un poquito de todo lo que la vida me da. Incluso casándome a mis 43 años, cuando ya pensé que ese tren lo había perdido. Tener la bendición de tener este trabajo, amor, salud, todo de golpe; es como “¿qué más le puedo pedir a la vida?”. Quizá uno tiene que abrir mucho su corazón y ver siempre el lado positivo de las cosas y es así como empieza a ocurrir [lo bueno]. Soy optimista, positivo y creo que esa es la clave para ser feliz.
Puedes ver nuevos episodios de la serie de lunes a viernes a las 8:30 P.M. por América Televisión. También están disponibles en la plataforma de streaming TVGO y YouTube, por el canal oficial.