“Los dos accidentes que tuve en mi vida, fueron por el mismo motivo: cansancio físico. El hombre, cuando está cansado, no debe manejar”. El mensaje puede parecer repetitivo, pero en 1948 era un consejo vital para seguir con vida. Entonces, los carros no se habían desarrollado lo suficiente en cuestiones de seguridad, y sus cabinas no eran todavía lugares resistentes a los golpes, por lo que, casi en todas las circunstancias, la ecuación (velocidad + cansancio = muerte) se aplicaba.
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Nadie se salvaba. Ni siquiera Juan Manuel Fangio (1911-1995), quien marcó un antes y un después en las carreras de autos, al punto de ser considerado uno de los mejores pilotos de Fórmula 1 de la historia del deporte con cinco campeonatos mundiales. Él, durante una competencia que lo trajo de pasada a Lima, sufrió un accidente, el primero de su carrera, que terminó con la vida de uno de sus grandes amigos, su acompañante Daniel Urrutia.
La historia del accidente se cuenta en “Fangio, el hombre que domaba a las máquinas”, documental producido por Netflix. Era 1948 y el conductor argentino acaba de iniciar la carrera por el Gran Premio de América del Sur Turismo de Carretera, cuyo recorrido iba desde Buenos Aires a Caracas (pasando por Salta, Potosí, La Paz, Cusco, Lima, Tumbes, Quito, Bogotá hasta la capital de Venezuela).
“En la primera etapa, yo tuve un percance. Se me comió la corona y piñón, se gastaron y demoré bastante tiempo, y llegué a Salta entre los últimos. La etapa siguiente era de Salta a La Quiaca, que es el límite con Bolivia. Allí llegué tercero, pasé 60 autos en el camino, pero en la clasificación general estaba en el cincuenta y tanto lugar, así que al otro día tenía que largar otra vez de atrás”, recordaba Fangio.
El reto parecía imposible, pero Fangio era un mago. Su auto, eso sí sufría por la demanda y se le rompían sus partes, pero aun con todo en contra, llegó a Lima. Por fin podría descansar.
“Pero cuando nos fuimos a dormir, nos llaman (para decirnos que) teníamos que largar de noche, a las 10 p.m., porque había un conato de revolución o algo así. Tenían temor de que pasara algo, y nos largaron sin conocer el camino, sin nada, sin dormir”, contó Fangio.
Con esa misión, el argentino salió a la pista. Las cosas parecían ir bien hasta que tomó una curva a gran velocidad y el carro empezó a dar vueltas. Fangio no perdió el conocimiento y vio lo que sucedía: su acompañante, Urrutia, salió disparado del carro con puerta y todo.
“Yo pensé que no volvería a correr en la vida. Era el primer accidente y la muerte de Urrutia... Es que yo fui el culpable del accidente”, agregó el piloto. Ese 29 de octubre se convertiría, años después, en el Día del Acompañante y Copiloto del Automovilismo Deportivo Argentino.
Al detalle
El diario argentino “La Nación” recordó en un artículo el accidente de Fangio. Fue el viernes 29 de octubre de 1948 y el piloto salía de Lima montado en un modelo 1939 con motor de 1946 para huir del “tumultoso momento político” y del “posible levantamiento militar” que se podía dar en el Perú. Los temores no eran infundados: dos días antes, el general Manuel Odría había dado un golpe de Estado desde Arequipa y, para la noche del accidente, el derrocamiento de Bustamante y Rivero se había concretado, así como el inicio del famoso Ochenio de Odría. Fangio corrió, hasta que cayó en “precarios caminos de montaña”.
“Habíamos pasado Huanchaco y el reflejo de mis faros sobre blancos paredones me encegueció... Enfrentamos una curva con terraplén, pero no la vi. Y el coche mordió arenitas y entró a dar vueltas”, declaró Fangio según recoge “La Nación”.
Quien le seguía los pasos a Fangio en la competencia era Óscar Alfredo Gálvez, y a este, Eusebio Marcilla. Según se recuerda, Gálvez habría tratado de hacer maniobras para no tener la misma suerte, pero igual tuvo un accidente; y que fue Marcilla, conocido más adelante como el 'Caballero del camino', abandonaría la carrera para llevar a Fangio y a su acompañante Daniel Urrutia, a un hospital de Chicama.
El Comercio cubrió la noticia y la colocó en las portadas del 29 y 30 de octubre.
“Fangio iba en punta seguido muy de cerca por Óscar Gálvez. Así pasaron por Trujillo, pero la distancia que los separaba era muy corta, razón por la cual los potentes faros del coche de Gálvez reflejaban en el espejo de Fangio, lo que le imposibilitaba ver bien hacia adelante. En esas circunstancias, más o menos después de haber recorrido unos cincuenta kilómetros de la salida de Trujillo, se presentó de improvisto una curva que no la pudo distinguir Fangio. El carro salió de la pista y se volteó aparatosamente, dando vueltas de campana por la alta velocidad a la que iba”, contó al diario Manuel Montes, argentino que también era parte de la carrera y quien se retiraría de la competencia en solidaridad con su compatriota.
Fangio se recuperó pronto (hay información que anota que su estado era crítico, mientras que otra anota que sufrió heridas leves en la cara, tobillos y rodillas), y aun con el accidente y su trágico resultado rondando su cabeza, continuó la carrera. Ese ejemplo de templanza, de capacidad para sobreponerse al luto y continuar dando lo mejor de sí, es una de las razones por las que es recordado como el mejor, título que le otorgarían cuando llegó a Caracas en el primer lugar de la competencia. El mito de Fangio se seguía escribiendo.
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