Si tuviese que comparar “With Open Eyes” con otro de la televisión, tendría que ser “Ozymandias” de “Breaking Bad” por un motivo: las cambiantes emociones que los personajes generan al espectador. En la historia de Walter White por un momento sentimos pena junto a él, después lo odiamos e, inmediatamente, lo compadecemos de nuevo; en este otro capítulo ocurre así con Shiv, Ken y Roy. “Succession”, en su final, es el natural desarrollo de estos vínculos.
Los equipos están formados. Por un lado, Kendall Roy (Jeremy Strong) votará en contra de la venta de Waystar-Royco a GOJO, mientras que Shiv Roy (Sarah Snook) votará a favor. Descubrir qué pasa con el disminuido Roman (Kieran Culkin) junta a los tres hermanos en casa de la madre, donde descubren gracias a Greg que Matsson (Alexander Skarsgard) no va a darle el puesto de CEO a Shiv.
Shiv, despechada, se une a Kendall. La revelación de que su todavía esposo Tom Wambsgans (Matthew MacFadyen) será el CEO la llena de ira, pero también propicia un cambio adicional: ella vuelve a su posición original. Kendall grita, llora y ruega, pero Shiv no se mueve y vota a favor de Matsson, que luce feliz con la adquisición.
Shiv
El primer giro de Shiv se justifica al conocer los planes del sueco. El segundo giro, donde apuñala metafóricamente a Kendall, es un poco más complejo al combinar argumentos pragmáticos y también sentimientos. Demasiados cambios en un solo episodio que, sin embargo, funcionan bien por la dinámica impredecible de las relaciones humanas que esta serie ha esgrimido desde el día uno.
¿Por qué Shiv cambió de opinión? Mi lectura inicial fue su naturaleza política, que comprende la cercanía con el actual CEO y que esa clase de vínculo es más poderoso que el que tiene con Ken. La otra lectura, que llegó gracias al espacio de Twitter que desarrollé con una amiga apenas acabó el episodio, es que Shiv busca un poquito de amor. De ahí parte una de las ironías de esta serie, que ella, manipuladora excelsa, sea incapaz de manipular una vez más a Tom (el amor murió) y solo puede sumarse a él. Pero esta relación se resume mejor en una imagen que en palabras: el encuadre de marido y mujer en el auto: manos juntas, no entrelazadas.
Eso es triste. Ella quería el mando, luchó por conseguirlo y perdió. Que una mujer tan preparada como ella se conforme con poder tangencial al ser la esposa de alguien más es, por un lado, un comentario a los tiempos actuales, pero también que morir no es lo peor que le puede pasar a un personaje. Hay destinos peores que la muerte, sino pregúntenle a Kendall y Roman.
Rome
El pragmático, pero infantil Roman ha brillado esta temporada gracias a Kieran Culkin. El episodio final lo pone incluso más allá del sitio que se había ganado con su breakdown en el servicio fúnebre. Sus conductas erráticas, pero conocidas solo por su círculo, lo ponen en una posición complicada. ¿Qué es lo que lo mueve? Al final, la serie ofrece una respuesta: no quiere que lo vean con la herida en la cabeza que obtuvo por meterse en las protestas ciudadanas por las elecciones. Pero más que eso, no quiere que lo vean en una posición de debilidad.
Es hasta contradictorio que un personaje tan díscolo esté preocupado por su imagen, pero que hace sentido considerando la relación que tuvo con el padre. Está la búsqueda de aprobación que tienen todos sus hermanos por Logan, a quien amaba. Pero también está lo que ahora se revela como una intensa falta de autoestima.
Pero en el sentido práctico, los golpes metafóricos y físicos dejaron huella en él y en este final no juega un rol clave para definir quién se queda con el trono. En cambio, su situación sí ofrece pistas con respecto a otro personaje, Kendall, quien lo abraza en su momento más vulnerable y lo hace con tal fuerza que le revienta los puntos de la frente. Kendall sabía lo que hizo, fue un abrazo envenenado, por así decirlo.
Ken
La escena final nos trae de regreso al “number one (sad) boy” Kendall, que camina solo con su soledad y mira a su amor, el mar. Es él viendo el abismo, contemplando su pasado y futuro. Peleará por unos hijos que tal vez no sean suyos, ha perdido desde ya la relación con su hermana Shiv, muy posiblemente también con su hermano Roman, y ahora no tiene ni siquiera aquello que le hace feliz.
Los que tenían dudas sobre la idoneidad de Kendall para el puesto de CEO puede que cambiasen de opinión con lo ecuánime del personaje en el episodio. La narrativa que ha sembrado en toda la temporada, sus palabras precisas en casi todo momento, y la seguridad con la que habla apuntan no solo a que conseguirá lo que quiere, sino que él, de verdad, es quien más desea el puesto. De ahí que la traición de Shiv le duela tanto al atacarlo en donde más sufre, que es en la necesidad de un propósito.
En una entrevista, Jeremy Strong comparó a su personaje con Daenerys Targaryen de “Game of Thrones”. Él no se equivoca, porque ambos personajes crecieron con una imagen distorsionada de sí mismos, creyéndose un mesías (conocemos que Kendall creció con la idea de ser CEO desde que tenía siete años). Independientemente a la discusión sobre el ego, está una situación con la que se puede empatizar: Ken encuentra su valor en el trabajo, no por sí mismo. Que ahora no consiga lo que quería, en lo cual se considera apto, es el equivalente a una ejecución descuidada: ha recibido un martillazo, está grogui y solo le queda morir. Y esta vez no hay barreras que se lo impidan.
“No eres un asesino. Tienes que ser un asesino”, dijo Logan. En su final, “Succession” mostró en su real dimensión qué significa ser un asesino, lo cual no garantiza quedarse con el poder. En cuatro temporadas contó la historia de personas desconectadas de la sociedad, privilegiadas, pero que en su extrañeza terminan siendo tan humanos como los que van al trabajo en bus y no con chofer privado. Fue también la historia de una familia definida por la falta de afecto.
“Succession” va a ganar en los Emmy. Arrasar, incluso. La manera en la que explica nuestros tiempos, ahora que los privilegios de la clase dominante se discuten más que nunca, conecta con el espectador de una manera que pocas series han conseguido. Si a eso le sumamos la humanidad con la que capta a los personajes, así como el humor presente incluso en las tragedias, estamos frente al ejemplo de por qué la televisión es el medio superior. Y también refuerza la importancia del guion, ahora que los productores, los que tienen el dinero, no acceden a compensar mejor a los creativos. Encima de todo, terminó. Algo que las series más exitosas parecen olvidar continuamente.
CALIFICACIÓN
5 ESTRELLAS DE 5
Puedes ver todos los episodios de “Succession” en HBO Max.
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