"Fear The Walking Dead": la genealogía de zombis
"Fear The Walking Dead": la genealogía de zombis
Enrique Planas

“It’s alive! In the name of God! Now I know what it’s like to be God” (“¡Está vivo! ¡Por Dios! ¡Ahora sé lo que es ser Dios!”) grita con perturbado entusiasmo el doctor Frankenstein al observar la mano trémula de su criatura recién animada. La exclamación del actor Colin Clive en el filme de James Whale de 1931 está entre las primeras cien frases de la historia del cine, según “The Hollywood Reporter”. No es una mención gratuita: habla mucho de nuestra fascinación por las tapias en ruinas, los cementerios góticos, el panteón familiar que alberga los restos de un sanguinario conde y las tumbas profanadas de donde se obtienen las partes para armar al moderno Prometeo. Y, especialmente, por los no muertos, seres generados por la resurrección de un cadáver. A saber: liches, zombis, esqueletos, vampiros o momias.

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Cada época construye un monstruo que la refleje. La nuestra, marcada por el consumismo y la paranoia viral, tiene a los zombis como expresión más popular. Como antecedentes del género tenemos el libro “The Magic Island” (1929), donde el periodista estadounidense William Buehler Seabrook relató sus experiencias en Haití, enfocándose en su folclor, la magia negra y el vudú. Un rito descrito despertó la curiosidad de sus lectores: la aparente capacidad de los hechiceros de revivir a los muertos y privarlos de su voluntad. La obra derivó en una mediocre obra de Broadway y en la cinta “White Zombie” (1932). En esta un villano utiliza a una legión de zombis para cumplir sus siniestros planes. La película dejó malas críticas, buena taquilla y un protagonista entrañable: Béla Lugosi. Posteriormente, filmes que abordaron el tema con mayor originalidad fueron “The Walking Dead” (1936), dirigida por Michael Curtiz y donde el zombi es el bueno, o “I Walked With a Zombie” (1943) de Jacques Tourneur, clásico de la serie B en la que vudú, zombis y magia negra se combinan en una isla misteriosa.

SE ENCIENDE LA MECHA
Pero el “boom” del género nace en 1968, con el clásico “Night of the Living Dead” ("La noche de los muertos vivientes") de George A. Romero. Rodada en blanco y negro, con actores aficionados y un presupuesto risible, la cinta tuvo un inmediato éxito. La visión de Romero (quien dirigió cinco películas más sobre el mismo tema), marcaría desde entonces las pautas del género: los zombis son una plaga imparable y voraz. Su peligro no reside en su inteligencia ni en su velocidad, sino en su número y fuerza colectiva y tampoco es importante saber de dónde salieron: sea radiación nuclear, sustancias químicas o un virus letal, sabemos que todos ya estamos condenados.

Sin embargo, lo más importante del género inventado por Romero, y que siguen a pie juntillas los creadores de series actuales como “The Walking Dead”, es que los muertos vivientes no son nuestro mayor enemigo, sino los demás sobrevivientes del apocalipsis zombi. En un mundo en que todos buscan sobrevivir, nadie confía en nadie, es bajo esa premisa que podemos profundizar en los más actuales conflictos sociales. Esa es la línea que asume también el spin-off “Fear the Walking Dead”, cuya tercera temporada la señal de AMC alista en Latinoamérica para el 4 de junio (la octava temporada de la serie matriz llegará en octubre).

“Nuestros personajes no solo deben intentar reconstruir la sociedad, también la familia”, dice la sinopsis de esta entrega que se desarrolla en la frontera entre México y Estados Unidos. Por lo visto, lo único bueno de un apocalipsis zombi será haber impedido la construcción del polémico muro que tanto ansía levantar Donald Trump.  
Algo que podría firmar el mismo George A. Romero: en nuestra tensa coyuntura, el presidente de Estados Unidos es mucho más peligroso que unos inocentes no muertos vagando con hambre por la frontera. 

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