Juegos mentales y traumas del pasado: el psicoanálisis y las culpas familiares son parte de “Bandersnatch”. Otras lecturas de su relato aluden a los límites entre la realidad, la ilusión y la percepción.
Juegos mentales y traumas del pasado: el psicoanálisis y las culpas familiares son parte de “Bandersnatch”. Otras lecturas de su relato aluden a los límites entre la realidad, la ilusión y la percepción.

Acceder al streaming se ha vuelto algo cotidiano e inevitable como desayunar, enfrentarse al tráfico o perder el tiempo en el WhatsApp. Y las consecuencias de ese acto pueden tener una interpretación relacionada con "Bandersnatch", la película interactiva de . Aunque para muchos apretar un botón es una acción inocente –simplemente se está viendo una serie, no se está pensando en Sócrates–, un acto cerrado en sí mismo y sin efectos visibles. "Black Mirror" tal vez opine lo contrario. Antes de sumergirnos en bifurcaciones críticas, repasemos el aspecto más saltante de ese especial recién estrenado: la interactividad.

La trama de "Bandersnatch" avanza y, en más de un momento, aparecen en la pantalla dos opciones (elegir un tipo de música, aplicar un golpe de karate o dar una patada en los testículos del contrincante, etc.). El espectador se pone en el lugar del protagonista y debe elegir una alternativa. Según lo que se va escogiendo, se llegará a un tipo de desenlace (son solo cinco finales). Hay millones de combinaciones. Brota la ilusión de que uno está armando su propio relato. Una libertad aparente: el orden de los factores no tiene una incidencia total en el destino. El efecto mariposa es un espejismo. Igual "Bandersnatch" es un hito.

La historia se ambienta en 1984 y el protagonista es un muchacho dañado, ensimismado, hiperventilado y obsesionado con darle forma a una obra maestra del ocio: programar un videojuego interactivo. El relato cobija una serie de temas: traumas familiares, la culpa, los límites entre la realidad y la ilusión, el control de la sociedad que frustra y deshumaniza, las diversas dimensiones a las que no accedemos si es que no liberamos nuestras percepciones (se cita al teórico Aldous Huxley), etc. Se respira, de principio a fin, ese clima enrarecido e hipnótico de "Black Mirror", tan deudor de ese clásico de la televisión llamado "La dimensión desconocida".

BURBUJA SIN ESCAPATORIA
Debe haber sido un auténtico dolor de cabeza para los responsables de "Bandersnatch" estructurar este desafío. El británico Charlie Booker, guionista y creador de "Black Mirror", habló al respecto. Al principio pensó –con esa ocasional ingenuidad de los primeros impulsos optimistas– que iba a ser fácil. Luego las opciones y combinaciones del relato comenzaron a aumentar exponencialmente.

Al tener que encajar tantas piezas movibles –encima, una secuencia tiene incidencia en la siguiente–, era de esperar que en "Bandersnatch" se haya recurrido a un sentido de causa-efecto elástico y laxo. Por momentos, se salta de una escena a otra con brusquedad (esas elipsis salvajes). Y ciertas acciones también irrumpen de una manera abrupta. Además, abundan los símbolos que apenas son abordados. Es el costo de la experimentación y la innovación.

Pese a esos pasivos, hay en "Bandersnatch" una crítica impagable, aunque resignada. Lo que sigue contiene un spoiler. En una de las opciones del relato, Netflix se dirige al público. No hay escapatoria: la televisión por streaming se impondrá. Sus algoritmos y buscadores están ahí para estandarizar nuestras mentes. Nos acostumbramos a unos cuantos tipos de narración. Nuestros horizontes se estrechan. La promesa de libertad de Netflix es un espejismo. Estamos controlados. Eso sí que es aterrador.

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