Cuando se estrenó en 2020, la serie “Bridgerton” de Netflix dio que hablar. En una de sus escenas la protagonista, la dulce Daphne (Phoebe Dynevor), viola a su esposo, el libertino duque Simon (Regé-Jean Page). El impacto es por lo súbito de la situación, pero también por cómo se lee en la actualidad, la época donde más se ha discutido del consentimiento sexual que en toda la historia. Es, también, inusual por el género de la obra, un romance en apariencia inofensivo, donde un hombre y una mujer pretenden gustarse de cara al público; en privado, se enamoran de verdad.
Si bien Shonda Rhimes (“Grey’s Anatomy”) creó la serie, esta no salió de la nada. Se basa la obra de la escritora estadounidense Julia Quinn, que entre el 2000 y 2006 publicó ocho novelas que contaron los líos amorosos de cuatro hermanos y cuatro hermanas, los mentados Bridgerton, y cómo acaban todos casados y felices para siempre. Se sitúa en el Reino Unido en la era de la Regencia, a inicios del siglo XIX, el mismo periodo del clásico “Orgullo y prejuicio”. Pero la pluma de Quinn no es la de Jane Austen: ella narra desde una mirada insumisa, pero también calenturienta.
“Es definitivamente un área difusa”, responde Julia Quinn a El Comercio sobre el pasaje polémico. La escritora visitó el Perú en marco de una gira regional, invitada por su editorial, Amabook, para conocer a sus lectores. “No la llamo violación porque en realidad [el duque] fue un participante dispuesto hasta ese momento, aunque es cierto que el consentimiento se puede retirar en cualquier instante. En su momento nadie dijo nada”, cuenta.
Ni siquiera el editor de la saga alzó una ceja por la escena. Para Quinn, la discusión en torno a lo que hizo su protagonista habla de los tiempos actuales. ¿Haría la escritora algo distinto en caso pudiese escribir de nuevo el libro este 2024? “Quitaría el alcohol de la ecuación”, responde. En la novela, el duque estaba borracho cuando su esposa se aprovecha de él.
Pero “Bridgerton” es mucho más que esa escena, y en definitiva no es inofensiva. En cada novela, los personajes desafían las reglas de lo que se considera socialmente aceptable, en particular las mujeres. Por manera de amar, insurrectas; por su voluntad; inquebrantables. “Ellas viven en una sociedad que no les quiere dar poder y agencia. Las reglas son muy rígidas y fuertes como para poder romperlas, pero las estiran como mejor pueden y son bastante subversivas en la forma en que encuentran su poder. Creo que eso es admirable”, considera Quinn, quien ve paralelos entre sus heroínas y las mujeres de hoy.
En la próxima temporada la serie de Netflix adaptará la cuarta novela de la autora, “Seduciendo a Mr. Bridgerton”, donde el protagonismo cae en Penelope Featherington (Nicola Coughlan), una mujer con la que ningún hombre quiere casarse. Nadie lo sabe, pero ella es Lady Whistledown, columnista de chismes famosa por su ubicuidad y porque nadie sabe quién es en realidad. Otra rebelde. Quinn se decidió por darle a Penelope este rol cuando terminaba de escribir la primera novela. ¿Por qué? “Porque era el personaje menos esperado. Ella era el personaje del que todos se burlaban y pasaban por alto y quería darle una especie de superpoder”. Y así lo hizo.
Obviamente, la escritora de romance cree en el amor. ¿Pero en qué medida? Al juzgar por cómo escribe, uno diría que el sentimiento es lo más importante sobre la tierra. “Si me preguntas qué valoro más, está mi familia, los quiero mucho. Eso viene del amor. Ciertamente, es una de las cosas más importantes del mundo porque todas las cosas buenas vienen de allí. Si conoces el amor, entonces con suerte serás una persona buena y tratarás a la gente con bondad y respeto”. El mundo real no es el de “Bridgerton”, pero en ambos se pelea por el final feliz.
A continuación, la entrevista completa:
—Tú has trabajado principalmente en el género romántico. ¿Cuál es el proceso de hacer que dos personajes se enamoren?
Es un poco distinto cada vez, porque son personajes diferentes. Cuando creo el libro empiezo con los personajes. Cuando escribo la sinopsis, no empiezo solo con la trama, el ‘esto pasa y luego esto otro’. En cambio, empiezo con ‘esta persona siempre quiso viajar por el mundo y tiene tres hermanos…’, e intento descubrir todo lo que ha pasado con cada personaje antes de que empiece el libro y luego lo hago con el siguiente, porque creo que la trama debe venir de los personajes, no al revés. Lo más importante es asegurarte que de verdad conoces a los personajes antes de empezar.
— ¿Y tienes alguna especie de meta, algo como ‘en la página 220 necesito que se hayan enamorado ya’?
No es tan definitivo, pero si has escrito suficientes novelas, y yo he escrito varias, lo sientes. Por ejemplo, “El vizconde que me amó” era un ‘enemigos a amantes’, [los personajes] no se gustaban y llegué al punto en que por fin empezaron a gustarse. Simplemente me di cuenta que era demasiado pronto. Si seguía desde allí, todo iba a terminar rápido. Si se siente así, probablemente no he mostrado el porqué se gustan. Terminé colocando la escena del juego del mallo porque pensé que necesitaba mostrar a Kate que Anthony es, en realidad, un buen tipo; la mejor manera para que ella lo vea como una buena persona es verlo interactuar con su familia. Añadí esa escena y ya tenía mucho más sentido.
—Tus libros están llenos de diálogos y observaciones ingeniosas. ¿Cuánto de eso viene del primer borrador?
De hecho yo edito mientras avanzo. No tengo un primer borrador, solo uno. Eso no significa que sale perfecto; constantemente retrocedo y edito, edito, edito. Pero diré que tiendo a escribir poco al principio y luego regreso y coloco más capas. Algunos escritores que conozco escriben mucho y después quitan [palabras]. Simplemente hago eso en todo el proceso.
—Un poco como pintar…
Sí, esa es una buena forma de ponerlo.
—Las historias de amor de la saga Bridgerton están ambientadas en la era de la Regencia Británica. Y mientras leía tus libros, me pregunté si este periodo era realmente necesario para contar la historia. ¿No habría funcionado en otro periodo?
No habría funcionado en tiempos contemporáneos porque, ya sabes, las expectativas sociales y reglas han cambiado demasiado. Estoy segura de haber escrito un libro donde todo pudo haberse resuelto si alguien hubiese llamado por teléfono. ¿Habría funcionado en algún otro tiempo? Tal vez, pero probablemente no sé nada de ese [hipotético] periodo de tiempo para escribir bien un libro [risas].
— ¿Y por qué te gusta tanto la era de la Regencia?
Empecé a escribir en ella porque era lo que me gustaba leer; así de simple. Empecé a leer romances de la Regencia por diversión y tenía sentido que eso sea lo que haga y me quedé allí porque es un periodo de tiempo que funciona bastante bien con mis habilidades como escritora; tiendo a escribir mucho diálogo, no escribo descripciones muy floridas. Creo que la pregunta mayor es por qué los lectores aman tanto la era de la Regencia. Dentro de los romances históricos, es uno de los más populares y duraderos. Creo que es porque está lo suficientemente en el pasado que le podemos dar un aire de cuento de hadas. No necesitamos estar perfectamente apegados a la historia y podemos romantizar cosas y reglas que no serían aceptables hoy. Por ejemplo, no me gustaría vivir en una sociedad donde no puedo ir al parque sola. Pero podemos romantizar eso porque está muy en el pasado.
— ¿Por qué la señora Bridgerton estaba tan obsesionada con casar a sus hijos? ¿Estoy equivocado en pensar que es un poco triste que eso parezca ser su único objetivo en la vida?
Bueno, no creo que sea triste. Tienes que entender que eso es parte de la sociedad y también parte de su experiencia. Ella tuvo este increíblemente maravilloso matrimonio y ella era tan feliz… quiere esa felicidad para sus hijos. Además, especialmente para las hijas, ese era el modo en el que tenías éxito en la vida. Para las mujeres no casadas la vida era muy difícil. Para las casadas también, pero las solteras eventualmente se convierten en responsabilidad de sus hermanos, podrían ser tratadas como parientes pobres. Pero la mayor diferencia entre la Sra. Bridgerton y varios de sus contemporáneos es que ella quería que se casaran felices, lo cual es muy distinto; mucha gente solo quería que tengan un matrimonio próspero.
—Y ahora que mencionas el matrimonio, usualmente se cree que las historias románticas acaban en la boda. Pero al menos tus dos primeras novelas van más allá de ese hito. ¿Por qué decidiste hacer eso?
Porque aún podrían haber desafíos. Para mí la historia romántica, en estas novelas, acaba cuando reconocen el amor del uno por el otro.
— ¿Es enamorarse igual a ser feliz? ¿O son cosas distintas?
O sea, estoy enamorada de mi esposo y soy muy feliz. ¿Habría sido feliz de no haberlo conocido? Tal vez. No lo sé. Creo que es distinto para todos.
— Las mujeres de tus novelas no tienen mucha capacidad de agencia, pero tienen una fuerte voluntad y fuertes deseos. ¿Es su forma de amar una especie de rebelión contra la sociedad?
Eso creo. Ellas viven en una sociedad que no les quiere dar poder y agencia. Las reglas son muy rígidas y fuertes como para poder romperlas, pero las estiran como mejor pueden y son bastante subversivas en la forma en que encuentran su poder. Creo que eso es admirable.
—En cierto modo podría decirse que las mujeres de hoy pueden identificarse con esa forma de ser.
Creo que pueden identificarse. Creo que es desafortunado que tengamos que identificarnos. Creo que hoy no diría que es más fácil para las mujeres romper las reglas, pero las reglas son más rompibles que en ese entonces. Y las reglas también han cambiado. Así que es un poco diferente. Pero creo que hay muchas mujeres que, en lugar de decir muy fuerte que tienen que romper las reglas y tomar su poder, sienten que todavía tienen que hacerlo de manera solapada para dejar que los hombres piensen que ellos lo pensaron todo; es triste que sigamos allí.
"La pregunta mayor es por qué los lectores aman tanto la era de la Regencia. Dentro de los romances históricos, es uno de los más populares y duraderos. Creo que es porque está lo suficientemente en el pasado que le podemos dar un aire de cuento de hadas."
—Al leer la primera novela quedé impactado, como muchos otros, por la escena donde Daphne viola al duque, quien no está enteramente consciente en ese momento. Cuando fue adaptado a la TV causó bastante agitación en las redes sociales. Y justo leí que, al momento de publicarlo, la reacción de los lectores fue muy distinta. ¿Nadie te dijo nada sobre eso?
No. Es definitivamente un área difusa; no la llamo violación porque en realidad [el duque] fue un participante dispuesto hasta ese momento, aunque es cierto que el consentimiento se puede retirar en cualquier momento. En su momento nadie dijo nada, de hecho todos decían ‘¡Tú puedes, chica!’.
— ¿Ni siquiera tu editor?
No. Esto fue en el 2000 y creo que la gente lo ve de manera muy diferente ahora y creo que la mayor diferencia no es tanto el entendimiento del consentimiento, sino el hecho de que el movimiento #MeToo y nuestra visión de cómo funciona el consentimiento ha cambiado a las mujeres tanto; y no estamos en la equidad en la que deberíamos estar, pero creo que nos hemos vuelto más iguales y que es muy, muy difícil para las mujeres modernas ponerse en los zapatos de Daphne. Y para entender que esta es una mujer que, comparada a mujeres modernas, es fundamentalmente impotente. No puede divorciarse de su marido, él tiene el poder de mandarla al campo y decir que no verá nunca más a su familia. Ella tiene muy poco a su disposición en este conflicto que están teniendo. Ella tiene muy pocas armas; él las tiene todas. Así que he visto comentarios donde gente dice que ‘si invirtiéramos los roles, todos estaríamos furiosos con él’. Pero no creo que puedas invertirlos, porque el desbalance de poder es demasiado fuerte. Esto no es decir que lo que ella hizo estuvo bien, solo digo que no puedes juzgarlo desde un enfoque completamente moderno. También podrías decir que ella jamás consintió a tener sexo porque a ella le mintieron sobre qué significaba, no le dieron toda la información. Es una situación difícil.
— Si fueses a escribir el libro por primera vez en el 2024, ¿Incluirías esa misma escena?
Lo haría. Haría algunas cosas diferentes, quitaría el alcohol de la ecuación. En el libro él había estado bebiendo antes.
— Hablando de la serie, sabemos que la televisión es un medio muy distinto. ¿Verla cambió de alguna manera la percepción que tienes de tus propias novelas?
No. No lo creo. Como dijiste, es un medio distinto. Lo que funciona muy bien en uno no funciona necesariamente bien en el otro. Siento que, cuando estoy viéndolo, es algo diferente. Está relacionado, pero es distinto. No cambia realmente la percepción. Para mí es algo nuevo.
—Voy a la mitad del cuarto libro y todavía no se ha revelado que Penelope es Lady Whistledown. Pero conocer el spoiler le da al lector otra perspectiva del personaje, ¿verdad?
Sí. Es interesante, porque cuando estaba escribiendo los libros nadie sabía. Y escribí [el cuarto libro] pensando muy específicamente que el lector no sepa de inmediato qué está haciendo ella, que no sea claro.
— ¿Cuándo decidiste que Penélope sería Lady Whistledown?
Al final de escribir “El duque y yo”. De hecho, escribí todas esas columnas sin saber quién iba a ser ella.
— ¿Y por qué ella?
Porque es el personaje menos esperado. Ella era el personaje del que todos se burlaban y pasaban por alto y quería darle una especie de superpoder.
—Última pregunta: Cuando leí las novelas, noté que escribes como si el amor fuera lo más importante en este mundo. Pero, ¿Lo es? ¿Es el amor lo más importante en este mundo?
Depende de la persona. Para mí es una de ellas. Si me preguntas qué valoro más está mi familia, los quiero mucho. Eso viene del amor. Ciertamente es una de las cosas más importantes del mundo porque todas las cosas buenas vienen de allí. Si conoces el amor, entonces con suerte serás una persona buena y tratarás a la gente con bondad y respeto. Es la base de todo.
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La temporada 3 de "Bridgerton" llega a Netflix el 16 de mayo.