La ficción es todo aquello que su creador quiere, pero es por lo general dos cosas: reflejo de la realidad y amplificador de la misma; donde esto último significa transmitir experiencias que, de alguna u otra manera, no podrías vivir en circunstancias normales. A veces esto desafía la credibilidad del espectador, pero si está bien desarrollada, la barrera mental que te separa de los personajes desaparece y empiezas a preocuparte por ellos. “La otra orilla” de América, cuya premisa es contar la historia de los héroes de la pandemia del Covid-19, la tiene difícil al dramatizar una historia que ya vemos todos los días en la calle y en las pantallas. ¿El resultado es positivo?
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LA TRAMA, HASTA EL MOMENTO
En su primer episodio, “La otra orilla” (Del Barrio, 2020) sigue la historia de seis personajes: Pablo (Gonzalo Molina), profesor casado con la enfermera Gloria (Carolina Infante); él está separado de la ama de casa Lorena (Laly Goyzueta) y ambos son padres de la periodista Patty (Alicia Mercado); que a su vez es amiga del policía Sergio (Martin Velásquez). Este último conocerá a Magda (Irene Eyzaguirre), trabajadora de limpieza pública; con lo cual se completa una telaraña que promete mostrar cómo todos estamos juntos en una época tan difícil.
Hay tres conflictos principales: Pablo y Gloria discuten porque ella se arriesga demasiado en la clínica; Lorena tiene actitudes pasivoagresivas para con su hija y exmarido; mientras que Magda necesita volver a ver a su hija, la cual estaría secuestrada en la casa donde trabaja como empleada y por lo cual pedirá la ayuda de Sergio (esto se verá recién en el capítulo 2). Todos estos son conflictos muy humanos que serían atrapantes con personajes desarrollados y empáticos. Este no es el caso.
CONFLICTOS DESINFLADOS
“La otra orilla” maneja bien el código de la novela, tiene la música adecuada para exacerbar las emociones, tiene las discusiones donde los gritos predominan y los personajes que dicen en voz alta todo lo que les pasa por la cabeza; pero estas piezas básicas del melodrama están incompletas: no basta con comunicar verbalmente, hay que demostrar; más aún en el primer episodio, aquel donde decides si seguir invirtiendo tu tiempo en la historia y personajes o ver otra cosa.
Este problema ocurre en dos tramas: si tienes una enfermera que arriesga su vida por que siente que es su vocación ¿Por qué no mostrarla haciendo precisamente eso en lugar de tenerla hablando en su casa de los sacrificios que hace? La otra es cuando Patty se entera que su expareja, Julián, está en UCI; por lo cual deja todo y se va corriendo a la clínica... pero a ella no la volvemos a ver hasta que regresó a su casa. Entiendo que por la pandemia hay restricciones de filmación, pero de todas maneras estamos ante situaciones desaprovechadas.
Pero el mayor problema de la serie es la construcción de personajes: salvo Julián y sus dilemas del corazón, el resto de principales están demasiado enfocados en su familia o trabajo, que son cosas vitales, puede que lo más importante en la vida de una persona; pero mostrar eso como únicos factores no ayuda a tener personajes creíbles. Este problema ocurre mucho con Magda y Gloria. La primera se desvive por su hija, la segunda por el trabajo. ¿Acaso estas son las únicas aristas en la vida de una persona? ¿No tienen pasatiempos aunque se trate de llenar un crucigrama o ver una telenovela? Hasta cierto punto eso ocurre con Patty, pero se compensa por el interés que muestra en en su expareja; que la humaniza.
El gran problema en la caracterización surge al comparar a Magda y Gloria con Lorena; la ama de casa con complejo de superioridad. Ella es el mejor personaje de la novela, que al hablar solo puede herir a los otros; es el mejor porque no solo tiene una función social, que en este caso es encargarse de su casa, sino que en sus defectos nos la creemos más. En sus interacciones con Pablo y su hija surgen los conflictos y sentimos algo; en este caso desprecio. Por un lado “La otra orilla” muestra a mujeres abnegadas y, por otro, a una que te cae mal. ¿Por qué hay estos extremos en los personajes femeninos? En el caso de los personajes hombres, ellos son más matizados, más falibles, como Pablo, que empieza como una persona comprensiva y, poco a poco, muestra un poco de crueldad; o Sergio, el policía socialmente torpe y con mentalidad machista (esto quedó demostrado cuando dice que “Patty se metió con mi mejor amigo a pesar de que sabías que me moría por ella”).
Aún faltan quién sabe cuántos episodios antes de que “La otra orilla” llegue a su final. Por lo pronto, este primer episodio no justifica seguirla. Espero equivocarme, que los personajes crezcan y, si bien nadie sabe cómo esta crisis sanitaria evolucionará en la vida real; que al menos estas historias crezcan más allá de la ingenua frase de los comerciales: “La mejor medicina sigue siendo la familia”.
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