Los Emmys en enero. Algo insólito en la historia de la gala, explicable solo por la huelga de guionistas primero y la de actores después, medidas de fuerza que paralizaron la industria: no había alfombras rojas, tampoco entrevistas con famosos y menos aún entregas de premios. De ahí que la mayor gala de las series de televisión se retrasara cuatro meses hasta entregarse recién el lunes último. ¿Sorpresas? Pocas. La velada pasó según lo esperado en el reparto de estatuillas. Pero si hablamos de la puesta en escena la historia es distinta.
¿Cómo dar vida a un evento parametrado? El humor es una manera, pero si se maneja sin tino es un arma de doble filo, como en el desastre de los Globos de oro. El Emmy apuntó a la nostalgia, que siempre vende. Empezó con una introducción que hizo énfasis en las series del pasado, con un Anthony Anderson (“Blackish”) al piano mientras el coro cantó los temas de apertura de clásicos como “Miami Vice” y “Facts of Life”. No fue una feliz melancolía solo por las menciones, sino porque la producción recreó sobre el escenario sets de series, con sillas, mesas y demás utilería. Por unos minutos volvieron a la TV la consulta psiquiátrica de “Los Soprano”, el bar de “Cheers”, un cuarto del hospital de “Grey’s Anatomy”; y sobre ellos, los mismísimos Christopher Moltisanti, Ted Danson, Ellen Pompeo y más.
Estos sets y humor sopesado dieron una sensación de realidad, del espacio que ocupa una serie no solo en un set, sino en la vida de las personas. No es el cine por el que pagas tu entrada, es la pantalla que prendes mientras te comes tu calentado luego del trabajo, o cuando entras al baño con el celular para ver, en secreto, cinco minutos más de ese episodio que te tiene atrapado. Más cercana, solo la familia.
La primera victoria de la noche fue para Ayo Edibiri de “The Bear” (Star+), Mejor actriz de reparto en comedia por interpretar a la chef Sydney Adamu; la serie siguió muy premiada con la estatuilla a Ebon Moss-Bachrach, el primo Richie Jerimovich, Mejor actor reparto en comedia; el premio a Jeremy Allen White como Mejor actor de comedia no tardó. “(Esta serie) me llenó, me dio una pasión, causó un incendio en mí para igualar el hermoso trabajo (de los demás)”, dijo el intérprete de Carmy Berzatto. Ah, y también ganó el premio a Mejor serie cómica.
EMMYS: Revisa aquí la lista completa de ganadores
“Succession” (HBO Max) también ganó a lo grande. La serie que contó la vida de la acaudalada familia Roy empezó su racha con el premio a Matthew Macfadyen por ser Tom Wambsgans, que se mueve entre el humor involuntario y el cálculo; siguieron los premios a Mejor guion de drama y Mejor dirección de drama, ambos por “Connor’s Wedding”, el episodio que lo cambió todo en la temporada final. Kieran Culkin confirma su talento con el Emmy a Mejor actor de drama por ser el ambivalente Roman Roy; también Sarah Snook, Mejor actriz de drama por su papel como Shiv Roy. La gala terminó con esta serie llevándose el premio a Mejor serie de drama.
¿Momentos conmovedores? El premio a Niecy Nash-Betts como Mejor actriz de reparto en miniserie por “Dahmer” (Netflix). Ella fue la vecina que, en repetidas ocasiones y sin éxito, denunció a su vecino, quien resultó un asesino en serie. También estuvo la reunión del elenco de “Cheers”, la comedia icónica de los años 80. Y algo que no pasó en la ceremonia, pero sí en internet: los homenajes a Rhea Seehorn, actriz que perdió su Emmy por “Better Call Saul”. Se fue con las manos vacías, pero se ganó el corazón de los espectadores. Y eso es un premio en sí mismo.
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