¿Se puede hacer una casa sin contar con un ingeniero civil? Sí, pero a costa del peligro de derrumbe o tal vez algo peor. Bajo esa analogía, ¿se puede hacer una serie sin un showrunner (guionista productor en jefe)? Nadie en su sano juicio se atrevería a cambiar un modelo que ha funcionado las últimas décadas en televisión, que pone en primera línea a un creativo que tiene claro lo que puede hacerse o no, considera siempre el presupuesto, y que ejerce liderazgo en todas las etapas de producción.

A menos que ese alguien sea Marvel; o sea Disney.

Pero este artículo no es del por qué Marvel se equivocó al prescindir de showrunners en sus series o de no tener ‘biblias’ por cada historia, documentos que detallan todo lo que una serie es, además de esa costumbre de arreglar en post producción lo que se filmó mal; errores de principiante que llegan en marco del fallido “Daredevil: Born Again”, que se refilmará. No. Este artículo es sobre algo bien hecho, “”, spin-off the “The Boys” que ya lleva seis episodios que la han convertido en una de las series más aclamadas del 2023.

La serie sigue a Marie Moreau (Jaz Sinclair), adolescente con la habilidad de controlar su sangre: puede sacarla de su cuerpo, usarla como un arma afilada, o como ataduras para inmovilizar a sus oponentes. Huérfana por haber matado a sus padres en un accidente, entra a la Universidad Godolkin, el lugar más prestigioso para los aspirantes a superhéroe. Pero Marie no podrá tener una educación tranquila, pues hay una conspiración que involucra a los altos mandos del centro.

Lo que en apariencia es una serie más de misterio con elementos sobrenaturales se revela como algo distinto desde el primer episodio. Así como “The Boys” es en el fondo un comentario sobre el abuso de poder en la sociedad, el spin-off es una reflexión sobre el sistema educativo y hasta dónde los estudiantes están dispuestos a llegar con tal de triunfar en un entorno que aparenta ser meritocrático, pero que en realidad es favoritista. En clara herencia del original, “Gen V” no es sutil al plantear sus temas: usa la violencia y el sexo de manera gráfica, por lo que es una historia para adultos.

El entorno educativo es, a su vez, ideal para manejar más temas, cada uno representado en un miembro del elenco principal: Emma Mayer (Lizzie Broadway) es una alumna que puede reducir su estatura, pero solo si vomita antes; Andre Anderson (Chance Perdomo) quiere entrar al mayor equipo de superhéroes, por lo que es presionado por su padre; Jordan Li (Derek Luh/ London Thor) cambia de forma entre hombre y mujer, lo cual choca con la homofobia de su familia.

La serie tiene otras ventajas a comparación de su “competencia” de Marvel: no tiene la presión de encajar en un “universo cinematográfico”, ni de sembrar pistas para una serie adicional o moderar su lenguaje. Dicen que las restricciones potencian la creatividad, pero al eliminarlas cuenta una historia de impacto, más similar a la televisión clásica que a las “películas de seis horas” que más de un director de Marvel Studios asegura haber filmado. “Gen V” sabe que su trabajo es hacer televisión y nada más.

Por último, representa un giro al concepto del colegio que guarda un secreto, algo visto en series tan diversas, sea “Élite”, “El internado” o “Riverdale”, pero que “Gen V” ejecuta con frescura donde otros solo han producido tedio. La serie respeta el tiempo del espectador, ofreciéndole lo que quiere y también algo más. Eso no es poco.