“¿Por qué ella? Ella no es profesora”. “¿Por qué ella? Ella es actriz, todos sabemos que la actuación no es un trabajo de verdad”. “¿Por qué ella? Mira cómo se viste, mira el color de su cabello, mira cómo se mueve y cómo habla”. “Ella apareció calata en una película, ella es así ¿y ahora va a venir a enseñar?”.
Las críticas que cayeron como misiles se transformaron muy pronto en acoso. La historia se conoció rápidamente. Stephanie Orúe, la actriz que conduce uno de los espacios de “Aprendo en casa”, la iniciativa del gobierno para educar a miles de niños y adolescentes durante el periodo de cuarentena, estaba siendo atacada a través de redes sociales, por su ropa, por su profesión, por su experiencia, en fin, por ser mujer.
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“Hay un tema de género indudablemente. Si en lugar de Stephanie el conductor del programa fuera un hombre seguramente las críticas no habrían sido del calibre que recibió. Esto es violencia, violencia contra una mujer por cómo viste y, claro, por ser mujer”, comenta Fiorella Mazzini, productora del segmento que presenta Orúe de lunes a viernes a las 11 de la mañana.
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Aquellos que estén familiarizados con el trabajo de Stephanie Orúe sabrán que no solo estudió en la Pontificia Universidad Católica del Perú y que ha trabajado en más de 20 producciones para la televisión, sino también estarán al tanto de que ha tenido participaciones destacadas en dos adaptaciones al teatro de novelas de ganadores del premio Nobel: “Crónica de una muerte anunciada”, de Gabriel García Márquez, y “Pantaleón y las visitadoras” de Mario Vargas Llosa; además de la obra “La chunga”, escrita también por el Nobel peruano. Asimismo, participó en “Barrio Nuevo”, una obra musical, y “Las tres viudas”, escrita por Manuel Ascencio Segura y adaptada por Carlos Galiano. Además de haber rodado cuatro películas para el cine.
Los que no saben o no quieren saber de la trayectoria de Orúe piensan que es una actriz porno o una promotora del consumo de drogas. “Es lo que me dijeron, y fue allí cuando empecé a tomar más atención a lo que publicaban algunas personas, porque antes no les hacía caso. Pero cuando me enteré que estaban diciendo mentiras sí tuve que salir y aclarar las cosas”, afirma hoy Orúe terminando de grabar un nuevo episodio de “Aprendo en casa”, donde ha tocado temas como educación emocional, interculturalidad, ciudadanía, es decir, lo que en el mundo empresarial se llama “habilidades blandas”, características muy demandadas hoy en la bolsa de trabajo de cualquier empresa.
Otra crítica que recibió Orúe fue que estaba ocupando el lugar de un profesor. Que solo un docente entrenado y calificado debería pararse frente a una cámara a hablarle a los alumnos. Pero la productora Fiorella Mazzini aclara que en ningún momento se ha pretendido reemplazar a los profesores. “El programa nace desde el planteamiento y el trabajo de más de 20 profesores y sicólogos que elaboran los contenidos, los mapas mentales, las estructuras y todo lo concerniente a lo académico. Luego nosotros lo tomamos y lo convertimos en un programa de televisión en formato de magazine. Pero en ningún momento pretendemos que Stephanie sea una profesora. Ella se encarga de llevar el mensaje”, explica Mazzini.
Para Fátima Saldonid, otra de las conductoras de “Aprendo en casa”, el cuestionamiento no solo ha sido por la apariencia o el trabajo que podría estar desempeñando un profesor, sino que ha ido dirigido a las supuestas elevadas cantidades de dinero que podrían estar cobrando. “Algunas personas creen que estamos cobrando mucho dinero por hacer el programa y quiero aclarar que eso es totalmente falso. Yo sigo cobrando el mismo sueldo que tenía antes en TNP y no estoy recibiendo ninguna paga adicional por realizar este trabajo”, explica la conductora.
“Yo soy una persona bastante fuerte. No he cambiado mi manera de trabajar. No me voy a dejar amilanar. Soy una actriz, he estudiado, me he formado. Y hago mi trabajo contenta y consciente de que es importante y he recibido mucho, pero muchos buenos comentarios, desde padres que me dicen que sus hijos aprenden más y mejor hasta fotografías en las que se ven a los chicos muy atentos a la clase”, asegura Orúe.
“Hay que saber qué batallas pelear, qué batallas valen la pena y nuestra lucha es por la educación. No queremos pelearnos con nadie, solo queremos hacer el mejor programa educativo posible para los miles de niños y adolescentes del Perú”, sostiene Mazzini.
Vivimos en una sociedad donde todavía se critica la forma de vestir antes que el conocimiento o las ideas, o las habilidades o el talento. Donde es más importante cómo se ven las personas que lo que realmente pueden aportar. Esa es la mala educación. Ojalá algún día eso cambie.
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