La lamentable muerte de Juan Carlos Ferrando cierra un capítulo importante de la historia de los espectáculos en el Perú. Último heredero del legendario -y polémico- conductor de televisión Augusto Ferrando, quien con su espacio de variedades “Trampolín a la fama” visitó los hogares peruanos por tres décadas.
Y aunque si bien el nombre del clan Ferrando entra a la conciencia popular con Augusto, en él se concentraron dos linajes para crear a una de las figuras más perdurables de la farándula peruana. Hablamos de sus padres Santiago Ferrando Rondón y Rosa Alejandrina Chirichigno Espinoza, de los que nació un 15 de enero de 1921 en Lima. Del primero, un capataz del stud Alianza del ex-presidente Augusto B. Leguía, aprendió a amar a los caballos, lo que se tradujo primero con seguir los pasos de su padre y luego en ser locutor de carreras en hipódromos. De la segunda vino su “sangre italiana”, razón de su carácter explosivo, así como una devoción de toda la vida, que perduró hasta la muerte de la señora tras más de un siglo en esta Tierra.
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Creciendo entre los equinos, es así que a los catorce años Augusto Ferrando se convierte en capataz y a los dieciséis ya era preparador, compartiendo este amor por los caballos con sus estudios en el colegio Salesiano. También estudió contabilidad mercantil en el instituto Domingo Rodríguez pero, al darse cuenta que no era lo suyo, decidió probar suerte en Chile haciéndose locutor hípico. Hasta 1991, a la par con su trabajo más conocido, transmitió las carreras por Radio Nacional, Excelsior y Radio Victoria desde el hipódromo de Santa Beatriz, luego desde San Felipe y, por último, desde Monterrico.
En 1945 Augusto contrajo matrimonio con su prima Mercedes Dietz, quien solo tenía 15 años. Fruto de su relación saldrían sus tres hijos: Augusto Alberto, también conocido como ‘Chicho’, Rubén y el benjamín Juan Carlos.
TRAMPOLÍN A LA FAMA
Augusto Ferrando debutó en la televisión en 1965, en un segmento del programa “Festival” del canal 9 titulado “La escalera del triunfo” que serviría como semilla para lo que posteriormente sería “Trampolín a la fama” en 1967, cuando Ferrando se mudaría al que sería su hogar televisivo por las próximas tres décadas, Panamericana Televisión.
Desde entonces el ‘negro’ Ferrando aparecía cada sábado amenizando las tardes de los peruanos. Acompañado con otros inolvidables animadores como Leonidas Carbajal, Felipe Pomiano ‘Tribilín’, la Gringa Inga y Violeta Ferreyros, el conductor de televisión acuñó frases que perduran en la historia como “un comercial y regreso”, “vámonos con Faucett” y “siempre contigo”.
Pero quizás su frase más conocida fue "yo lo descubrí", con la que se jactaría ser el primer lugar en el que decenas de artistas como Carlos Álvarez, Miguel Barraza, Melcochita, entre muchos otro alcanzaron notoriedad en su espacio.
A la par con el programa, entre 1967 y 1982 estuvo en la conducción de "La Peña Ferrando", espacio itinerante donde se alternaba la música y el humor y en la que se destacó también a artistas nacionales. Fue en este mismo programa en el que Chicho Ferrante se uniría al negocio de la familia a los 8 años, para luego unirse a su padre en el mismo "Trampolín a la fama" como el resto de sus hermanos.
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La tragedia golpeó por primera vez a la familia Ferrando el 5 de mayo de 1984, con la muerte de Mercedes por un mal cardiaco, una pérdida que dejó a Augusto en una profunda depresión. Quizás ahondadas por lo que una investigación del diario Trome revelaría años después y que quedaría confirmado por la visita de Juan Carlos a “El valor de la verdad”. Augusto Ferrando tenía un amorío con su cuñada Julia, quien tras la muerte de su hermana se llevó a Guatemala todos los ahorros y el menaje de la casa del conductor de “Trampolín a la fama”, incidente que abrió una brecha entre él y sus hijos.
La siguiente tragedia no dio a esperar. El 18 de octubre de 1989 falleció a los 101 años doña Rosa Alejandrina Chirichigno, madre de Augusto y matriarca de la familia en un funeral multitudinario que fue transmitido en vivo y en directo por la televisión.
LA LARGA DESPEDIDA
Para 1991 Ferrando dejaría uno de sus grandes amores, la locución hípica, mientras que en mayo de 1996 haría también su despedida a "Trampolín a la fama", el espacio que lo conectó con millones de peruanos por tres décadas.
Lo hizo en una noche acompañado de sus hijos y nietas, así como llena de artistas invitados como Lucho Miranda, Shekiro, Eloísa Aguirre, Alonso Alegría, Gonzalo Toledo, Guillermo Rossini, El Ronco Gámez, Chicho Mendoza, Jorge Benavides y Carlos Alvarez.
La noche, llena de lágrimas, mostraba a un Augusto de 76 años mucho más delgado, aquejado por un cáncer a la vejiga y por la diabetes, esta última enfermedad la maldición que afectó a toda su familia.
"Todos somos diabéticos, La única que no fue diabética fue mi madre. Después, Teresa, yo, Juan Carlos, Rubén, Chicho, todos", indicó el 'Negro' Ferrando en una entrevista a El Comercio.
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Posteriormente viajaría a Guatemala para seguir un tratamiento de quimioterapia al que respondería favorablemente. “Reté a la muerte y he ganado”, aseguró.
Regresaría intermitentemente al Perú, incluyendo una visita en Semana Santa de 1998 cuando respondería a las acusaciones de su hijo Chicho de haberlo dejado abandonado a su suerte luego que le tuvieran que amputar una pierna a raíz de la diabetes.
“Quiero hablar contigo a solas”, dijo en esa ocasión Augusto dirigiéndose al hijo que heredó su nombre. “Para ver de dónde han salido estas cosas; todo eso es mentira, y te voy a seguir ayudando hasta el día que me muera. Lo que pasa es que no tengo mucha plata. Sólo tengo para el combo. Hace muchos meses que no gano un centavo, por eso, si crees que te he ofendido te pido perdón, pero recíbeme para poder estar en paz. Yo quiero morir tranquilo”.
Regresó al Perú por última vez el 20 de enero en un doloroso viaje que ya presentía sería su final. Partió el 3 de febrero a las 11 de la noche. “No quiero que mi partida se convierta en un circo”, suplicó.
Pero sus palabras fueron en vano, posteriormente desatándose un escándalo por la herencia de Ferrando - la patrimonial, no la cultural - entre los hijos de Ferrando y la ‘tía Julia’, con acusaciones que esta última se había quedado con todo el dinero de Augusto y que, además, había entregado bienes personales del desaparecido conductor, como su preciada colección de discos, a vendedores de la ‘cachina’.
EL ADIOS DE RUBÉN
El siguiente en partir del clan Ferrando fue su segundo hijo, Rubén. Aquel quien tuvo ambiciones de ser actor de joven, pasando tres años en Los Ángeles probando suerte antes de regresar al Perú. Luego se dedicaría a diversos programas, destacando su participación junto a JB en “La paisana Jacinta”.
Tras el final de "Trampolín a la fama" editó junto a su progenitor un espacio semanal titulado "La carnecita de Trampolín" en el canal de cable del Jockey Club donde se pasaba lo mejor del programa de Augusto Ferrando.
Rubén falleció un 23 de abril del 2002, víctima de complicaciones crónicas de su diabetes que afectaron seriamente a varios de sus órganos. “Papá, llévame contigo”, fueron sus últimas palabras, de acuerdo a medios locales.
Años después, su hermano Juan Carlos describiría su situación como un suicidio. “Se dio al abandono por el problema con su hija y su mujer. Estaba enfermo y decidió quitarse la vida”, dijo en “El valor de la verdad” con Beto Ortiz.
LA DESPEDIDA DE ‘CHICHO’
A Rubén lo seguiría poco después su hermano mayor, Augusto Alberto 'Chicho' Ferrando, ya complicado de salud.
Su deceso se produjo el 22 de noviembre de 2002 en la unidad de cuidados intermedios del Hospital Nacional Edgardo Rebagliati, a causa de un infarto cerebral que comprometió todo el hemisferio derecho de su cerebro. ‘Chicho’ tenía 57 años de edad y estaba padeciendo de diabetes mellitus de larga evolución.
Quizás el más parecido en genio a su progenitor, 'Chicho' trabajó desde los 8 años en la Peña Ferrando y anunciaba los comerciales en la radio. Posteriormente tocaría las congas en pequeñas orquestas tropicales y dirigiría el semanario hípico "Para todo el mundo".
Lo sobrevivieron su esposa Blanca Espinoza Araujo y su hija Mercedes Ferrando.
EL ÚLTIMO FERRANDO
Y es así que llegamos al 5 de mayo del 2020, que se cierra un capítulo de nuestra historia con el fallecimiento de Juan Carlos Ferrando.
El benjamín de la familia estudió producción de cine y televisión en la BBC, destacando su trabajo tanto en el exterior como en nuestro país.
Pero quizás lo más destacable de su vida fue su incansable trabajo a favor de las poblaciones LGBT de la que formaba parte. Incluso logró convencer a su padre, un machista de antaño, a aceptar su sexualidad.
En los últimos años se convirtió en el único guardián del nombre de su familia. Fue consultor en la realización de la miniserie “Augusto Ferrando, de pura sangre” que emitió Frecuencia Latina en 2005.
Mientras tanto, en el 2012 apareció en el programa "El valor de la verdad" con Beto Ortiz, donde destapó algunos trapitos del clan. También se despidió de otros miembros de su familia televisiva como Ingeborg Zwinkel, la popular Gringa Inga, en el 2015.
Antes de su muerte Juan Carlos Ferrando se había retirado del bullicio de Lima para vivir en la tranquilidad de Jequetepeque, La Libertad. Falleció aquejado, como el resto de su familia, por la diabetes, junto a quien fue su pareja de décadas, el exproductor de "Trampolín a la fama" Alfredo Caballero.
“Hoy martes 5 de mayo 1.46 a.m se fue a reunirse con su amada familia”, escribió en su cuenta de Facebook. “Juan Carlos Ferrando Ferrando ya no está más con nosotros.”
Y si bien hoy se cierra el capítulo de los Ferrando en la historia de la televisión peruana, su legado mantiene su marca en nuestra historia. “Siempre contigo”.
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