Juliana Oxenford: "Creo que cometí muchos excesos"
Juliana Oxenford: "Creo que cometí muchos excesos"
Redacción EC

FERNANDO VIVAS

He visto a varias como ella perseguir a cacos, arrancar confesiones con cámara escondida, usar su género –y su lindura– como arma de doble filo: con uno cortan para conseguir primicias, con el otro arañan al patán que se propasa. Por lo general, lo que aplaudimos, confundidos, no es su pasión, sino su frialdad. Pero es una de las excepciones. Podía sostener un minuto de bronca con un entrevistado esquivo y luego, en RPP, sostener un programa entero. Con bemoles sobre los que hablaremos. Y también quiero que me hable de su familia, no la Oxenford, sino la Tuja, la no mediática, la que no tiene que dar explicaciones en .  

No me digas que la maternidad te ha hecho ver el mundo con otros ojos.
Me he vuelto la mujer más buena, dulce y conciliadora [ríe]. Con María [su hija] sí soy buena, con los políticos espero que no. La maternidad sí te transforma. Decidí involucrarme del todo, dar de lactar, no tener nana.

¿Pasaste por la depresión puerperal?
No, pero hubo un suceso que trajo un dolor fuerte, me separé [del padre de su hija, Milovan Radovic].

¿La separación fue dura?
Sí, cuando María tenía 6 meses, y me trajo abajo. Pero ya pasó, como todo. No he quedado en buenos términos con él porque la decisión no la tomé yo.

¿El estilo Juliana ha cambiado con estas experiencias?
Creo que habrá ocasiones en que la madre salga a tallar, por ejemplo, si  me toca entrevistar a una madre que denuncia que su hijo ha sido abusado. Ahí, me pondré peor que antes, agárrense.

¿El nombre del estilo Juliana lo pensaste como referencia al corte con cuchillo en tiritas?
No, pero si lo quieren tomar así, en buena hora. Cuando nos reunimos, vimos que no sería la típica conductora, que a veces iba a ser un loco calato.

Todo estilo tiene límites, ¿cuáles son los tuyos?
No botaría a un entrevistado, no lo insultaría, no le faltaría el respeto porque sea un corrupto.

Antes de estar en RPP, eras una reportera de guerra en un país que no estaba en guerra. ¿Ahí no tenías límites?
Creo que cometí muchos excesos y los límites los empecé a poner cuando fui aprendiendo. Me fui autorregulando. Fue una época maravillosa, pero no la repetiría siendo mamá.

Para mí, el límite era que, al no encontrar al entrevistado, la noticia era la bronca con el guachimán.
Pero eso me gustaba y no lo quería cambiar. Que la gente supiera que voy a buscar al acusado hasta el final.

Bien mientras el público no olvidara el tema por la bronca. 
Ahí hay un riesgo, y eso es algo que fui cambiando. Era una cuestión de forma y no de fondo. No estaba mal decir que el guachimán me pegó, sino empezar el reportaje por ahí. Sabía que no podía dejarme ganar por la vehemencia. Soy humilde para oír a gente que tiene más experiencia que yo.

Experiencia que ganaron en la cancha, aunque la cancha también puede deformar.
Exacto, y está en ti no deformarte. La TV termina convirtiéndose en un arma muy seductora y excita a las vanidades. Tienes que ser humilde para no dejarte llevar por esa ola. Yo arranqué haciendo fútbol en el 9, luego de estudiar en la U. San Martín.

¿Eras de las que cuando estudiaban se imaginaban corresponsal de guerra?
Sí, hasta que llegó el momento en que, con 12 años de reportera, dije: "Quiero ser mamá". Hay colegas que lo hacen y las admiro, pero yo no.

¿Habrá investigación en “Al estilo Juliana”?
Si hay un caso como el de Ancón [la discriminación racial en la playa fue denunciada en la primera temporada].

Cuando eras reportera, estuviste con un periodista que sí se sentaba a conducir, Álvaro Ugaz.
Yo le decía: “¡Qué sota tu chamba!”, y él me decía: “No, a mí me gusta la conversación”. Álvaro era un tipo muy conciliador, diplomático. También tenía su locura, pero la camuflaba muy bien [ríe]. 

Ahora es un buen recuerdo [Álvaro murió en el 2009].
Un maravilloso recuerdo. Cuando estaba embarazada y tenía los miedos naturales de ser mamá, le hablaba mucho, le decía: "Por favor, que María nazca bien, sé que tú la vas a cuidar". Él siempre me decía: "Si en algún momento me pasa algo, eres chibola y prométeme que vas a rehacer tu vida y ser mamá porque siempre lo has querido".

Conocemos bien a tu familia por parte de padre [Marcelo, Yvonne Frayssinet y la hija de ambos, Lucía]; no a tu familia materna.
Es lo máximo. Mi mamá, Liliana Tuja, es de perfil bajo. Mis padres vinieron con sus 4 hijos [Juliana es la menor y nació en Argentina]. Mi papá trabajaba en una empresa de gaseosas y tenía que venir un año al Perú. Manuel, mi hermano, es como mi papá; cuando se separaron mis padres, asumió esa postura. 

Tu familia materna es una presencia constante para ti.
Total. Lo que pasa es que como nos faltan los tíos, los abuelos, aquí nos aferramos a nosotros mismos.

Tu hermana Lucía está muy presente en los medios.
'Too much'. Pero creo que ella misma se ha encargado de bajar los decibeles. Lo que pasa es que yo no tengo una relación estrecha con esa familia.

¿No vas a pedir a RPP que te dejen libre a las 8 p.m. para verlos en “Al fondo hay sitio”?
[Ríe] Quiero a mi papá, pero no tengo una relación cercana, porque no se dio, porque la vida es así. Yvonne es muy simpática.

Estamos abundando en información superficial y los televidentes esperan que se la ordenen y se profundice.
Sí, el público puede pensar que no le sirve pasar de un programa a otro. Esto requiere leer, hacer un par de llamadas. Pero se puede. Las mujeres tenemos una capacidad que no tiene el hombre: podemos hablar por teléfono, delinearnos el ojo y chocar a la vez [risas].

El ‘multitasking’ de la periodista peruana. ¿Cuál es tu diferencia con el estilo de Milagros Leiva?
Creo que Milagros es más dócil. Es bien dulce. Tiene otra manera de abarcar.

Si ella es dócil, ¿tú eres dura?
No sé si más dura, más cachosa, más sarcástica. 

Más pleitista.
Quizá. Discuto pero no llego a la pelea, termino bien. En un reportaje eso sí se puede permitir, no en una entrevista. 

¿Habrá cambios en el programa?
Arrancaremos con los recursos que tenemos y espero crecer con el tiempo.

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