Sus gustos pueden ser tan disímiles como los personajes que interpreta en el teatro, el cine o la televisión. Manuel Gold usa polos de Mastodon y Tool –célebres bandas de metal–, pero su casa la adornan figuras coleccionables de Lego, así como diversas figuras de acción y juegos de Super Nintendo y Play Station. Aunque la gente ríe al ver su personaje en “Los cinéfilos”, el actor también nos conmovió con obras como “A ver, un aplauso”. “Me gusta desenvolverme en varios gé- neros”, confiesa, para luego revelar que cada entrega de “Los cinéfilos” podría ser la última. “Depende de Señor Z [productora de la serie web] y de qué tan rentable siga siendo. Nunca se sabe”.
Durante el 2015, Gold dividió su tiempo entre el teatro y el cine, aunque también lo vimos en televisión con “Somos family”, comedia que se estrenó en enero protagonizada por Lucho Cáceres. De lo que le dejó su paso por la pantalla chica, pasando por el éxito de su serie web, hasta el gran cierre de año que tuvo con la exitosa “Como en el cine”, el actor conversó con “El Comercio”.
—A inicios de año tu esperanza estaba puesta en la televisión. ¿Esperabas que todo culminara con la cancelación de “Somos family”?
“Somos family” la habíamos grabado en mayo del 2014. Ya estaba trabajando en otras cosas. Le fue pésimo y obviamente uno no se siente tan bien cuando a su trabajo le va mal.
—¿Por qué crees que le fue mal?
Podríamos buscar un montón de razones, pero lo principal es que a la gente no le gustó y punto. También sería mezquino de mi parte decir que fue por los cambios de horario u otras vainas. Me concentro en mi chamba y mi personaje no me gustaba.
—¿Cómo así?
Pues lo vi y no estaba contento con mi trabajo.
—¿Te diste cuenta de eso recién cuando lo viste en la pantalla?
En realidad yo no estaba convencido de mi personaje desde el día en el que mi amigo Lucho Cáceres me convoca para estar en la serie. Me explicó de qué iba la comedia, me gustó, pero me habló de mi personaje y le dije que no. ¿Por qué no? Porque yo no me veía haciendo lo que él me contaba. Le dije que necesitaba un actor con otro tipo de recursos, con mucha más labia, más vivencias de barrio, con un estilo de humor distinto al mío. Estábamos con el productor, Alonso, y los dos me miraron y me dijeron que yo era el único actor que han conocido al que le ofrecen un protagónico y dice que no tiene la capacidad para hacerlo. Hasta les di nombres de otros actores a los que podían llamar.
—Pero al final aceptaste.
Pasó una semana y me lo volvieron a proponer. Me insistieron, confiaban en mí y yo acepté por la insistencia de Lucho, que es mi amigo. Estoy contento con la serie, no me arrepiento de haberla hecho, fue un intento bacán.
—¿Con cuál de tus proyectos del año te quedas?
Con “¡Oh por Dios!”. Es un proyecto en el que hemos trabajado por años, lo hago con Guillermo [Castañeda] y Franco [Cabrera], que son mis hermanos. Nosotros mismos producimos la obra, metimos la plata, actuamos, escribimos el guion... y le fue muy bien.
Uno diría que preferirías quedarte con “Los cinéfilos” o “Como en el cine”.
También me quedo con “Como en el cine”, que fue mostra. Pero si me das a elegir una, es “¡Oh por Dios!”. Otra cosa bacán que hice en teatro fue “Los fabulatas 2”, era la primera vez que hacía la segunda parte de una obra exitosa.
—¿No tienes nada que reprocharle al teatro?
No, ¡en el teatro soy feliz!
—En los últimos tiempos te has desenvuelto mucho en el terreno de la comedia. ¿Estás cómodo con eso?
Simplemente se dio. Aunque “Como en el cine” también tiene sus cositas dramáticas.
—Tu personaje en la película tiene mucha relación con el que haces en “Los cinéfilos”.
Bueno, porque soy yo, es un pata que le gusta el cine... pero el estilo de actuación es otro. En “Los cinéfilos”, mi personaje está casi al borde de ser un desquiciado. Es como si fuese un dibujo animado. El de “Como en el cine” tiene sentimientos.
El género dramático tampoco te ha sido ajeno. ¿Te gustaría tener más papeles de ese tipo?
Que venga lo que sea, a mí me encanta la comedia, el drama, el reto individual de cada personaje. Creo que una de las cosas más geniales que he hecho es la obra “A ver, un aplauso”, que trata sobre un payaso callejero, a finales de los 80, al que le da tuberculosis y viene la muerte a llevárselo, todo mientras él intenta escapar. El tono es de comedia, pero todo se va poniendo más oscuro hasta que termina con un monólogo fortísimo. La gente salía llorando.
—Te emocionas cada vez que hablas del teatro.
Es que lo hago más. Por ejemplo, “Los cinéfilos” me encanta, pero nos juntamos a grabar por tres días cada cinco meses. En cambio, la obra de teatro demanda un trabajo de todos los días durante seis meses. Si me preguntas a qué me dedico, te digo a ensayar y hacer funciones... y cada cuanto me reúno con mis patas a grabar. El teatro es donde más invierto tiempo.
—¿Planificas tu trabajo con anticipación?
Ahora estás obligado a hacerlo. Cada vez se separan los teatros con mayor anticipación. Los directores de cine también se organizan con tiempo. Todo mi próximo año está lleno: tengo una película en verano, una obra para niños en el Centro Cultural de la Católica, repondremos “¡Oh por Dios!” [ver recuadro], luego otra obra para niños en la Pacífico y de ahí en el Británico.
IMPORTANTE:
“!Oh por Dios!”, única función
Lugar: C. C. del Boulevard de Asia. Dirección: km 97,5 de la Panamericana Sur. Día y hora: Sábado 9 de enero, 8:30 p.m. Entradas: Teleticket.