Una galería vacía, un teatro sin público, un programa con bajo ráting desaparece si los medimos con las varas egoístas del dividendo o la popularidad. La desaparición del programa “Presencia Cultural”, anunciada en redes sociales por su propio conductor, Alonso Rabí, ha generado el obvio malestar de los diferentes gremios dentro del sector, que lamentan la pérdida de un gran aliado para su difusión.
El cierre definitivo del espacio creado y sostenido durante 38 años de heroico trabajo, por el sensible y tenaz periodista Ernesto Hermoza ha sido cerrado casi en la clandestinidad, privando a cultores y gestores del arte un excelente puente. Era uno de los pocos recursos existentes para informarnos cobre la actualidad cultural, algo casi inexistente en la televisión por la poca importancia que ésta le da. Lamentamos enormemente esta decisión de IRTP, más aún cuando un comunicador de la talla de Hermoza, que en los últimos dos años dirigió el programa, reemplazado en el set con gran entusiasmo por Alonso Rabí y Martina Negrón, es retirado sin ninguna explicación”.
“Sin apoyo del Estado la cultura muere, y con ella la identidad nacional y los elementos que nos aglutinan, desde una canción de Daniel F hasta un cuadro de Fernando de Szyszlo”, señala el dramaturgo César de María. “Los que viven de la ignorancia celebrarán, nosotros seguiremos peleando y confiando en que nacerán nuevos programas, artistas y entidades. Es una lástima”, opina.
Hugo Coya, ex presidente de IRTP, es enfático: “Presencia Cultural es uno de los hitos más importantes de la televisión peruana. Consiguió mostrar de manera amena, entretenida, casi todas las actividades del quehacer humano. Le dio tribuna a la gran mayoría de creadores nacionales, investigadores, estudiosos y artistas de cualquier tendencia”, afirma.
Como señala el antropólogo y ex ministro de Cultura Juan Ossio, la cancelación del programa es una muestra del desdén que existe en el Perú por la cultura. “Lo puedes ver con Martha Mifflin que hace malabares para mantener Radio Filarmonía, y en la supresión de algunos programas como el de Manuel Ráez. La desaparición de “Presencia Cultural” es una tragedia para los que amamos la cultura. Nuestros gobernantes deberían dar una pelea más enérgica para defender un programa de muy larga data, que además de educar servía de medio de difusión para nuestros artistas. Ojalá esto no ocurra con otros programas que elevan los conocimientos de nuestros ciudadanos”, alerta.
Por su parte, para el escritor Alonso Cueto en anuncio de su conductor en las redes sociales resulta una terrible noticia. “Era un programa que hablaba de todo un poco y que tenía a dos grandes animadores cada uno en su época. Es muy duro ser periodista cultural en el Perú”, afirma. Su colega Ricardo Sumalavia destaca la importancia del programa como plataforma de nuevos artistas. “Presencia Cultural” me acompañó en mis años adolescentes, cuando apenas veía a la literatura como una posibilidad en mi vida. Al poco tiempo este programa se convirtió en un reducto necesario para legitimar mi vocación”, recuerda. “Ernesto Hermoza dialogaba con escritores como los que yo pretendía ser. Me mostraba artistas de diferentes disciplinas que fueron afinando mis gustos. Más adelante tuve la oportunidad de conocerlo y descubrí a alguien preocupado en democratizar la cultura. Alonso Rabí siguió esta línea y la revitalizó a los tiempos que nos tocan”, explica el autor, cuya última novela, “Historia de un brazo” acaba de aparecer en la colección “Lima Lee”, con un tiraje de diez mil ejemplares, para ser distribuida gratuitamente en estaciones de metro, bus, bibliotecas, colegios o ferias. Pero ya no habrá un programa televisivo que destaque esta noticia.
La mano de Hermoza
Ernesto Hermoza es un periodista formado en la vieja escuela del periodismo de izquierda. El dibujante Juan Acevedo lo conoció hacia 1977, en la revista “Marka”. “Él escribía “La caja boba”, una columna de crítica de televisión, que hacía con esa amabilidad que no le impide decirte cómo ve las cosas. Dos años después Ernesto dirigía “La Calle”, donde nació mi Cuy. En 1980, en “El Diario de Marka”, estaba por convertir al roedor en tira diaria, pero no tenía nombre. Ernesto con resolución exclamó ¡CUY! ¿Cuy?, pregunté incrédulo. Después de todo, ¿a quién se le ocurre ponerle perro o ratón, a secas, a su personaje? “No hay otro”, dijo. Y Cuy quedó. Por eso digo que Ernesto es el padrino del personaje. Luego creó “Presencia cultural”, programa emblemático que hizo que la caja boba no lo fuese a esa hora”, señala el reconocido historietista.
Gracias a la tenacidad de Hermoza, creador (junto con el poeta José Watanabe, entonces director del canal), conductor y luego director, a lo largo de 38 años, esta producción pudo mostrar las distintas facetas de la creación local. Como afirma la coreógrafa y directora cultural de la Alianza Francesa, Karin Elmore, “Presencia Cultural” ha sido un programa que ha acompañado tanto a generaciones de televidentes como de creadores. “Es un espacio importantísimo para poder llegar a todo el Perú, para que se conozca un trabajo que sigue siendo, lamentablemente, a contrapelo. Recuerdo con mucho cariño y aprecio el trabajo de Ernesto Hermoza, quien estaba siempre con los artistas emergentes y la innovación en todos los lenguajes del arte”.
Sin razones para cancelar
Durante sus dos gestiones al frente del IRTP, Hugo Coya conoció de cerca la labor cumplida por Ernesto y su equipo. “Escuché sus penurias para mantener el programa a flote. Muchas veces, el equipo de producción ponía dinero de su bolsillo para tomar un taxi a fin de hacer una entrevista a una joven promesa de la pintura o la escultura; hacer un viaje; conseguir información acerca de un arqueólogo en un lugar remoto; dar a conocer un escritor novato. Era una situación deplorable, inadmisible en un país que jacta de poseer una cultura tan rica, tan vasta”, recuerda.
La razón para la cancelación del programa tras 38 años de trabajo sin interrupciones no ha sido hecha pública por los directivos del canal del Estado. Para el escritor Gustavo Rodríguez, es una demostración de que, uno a uno, “van cayendo los bastiones donde se protege la cultura, arrasados por la marea de la irreflexión”, afirma. “Quizá no sea coincidencia el descreimiento actual en las vacunas y la desaparición de estos espacios”.
¿Diferencias con el formato? ¿Bajo rating? Quién sabe. Fuentes del canal del Estado concuerdan en destacar la incomodidad de un programa “poco entretenido” para el presidente de IRTP Eduardo Guzmán. Se trató de un programa profundamente democrático, que consideró toda nuestra diversidad cultural, respetando las diversas posturas políticas, entrevistando desde los creadores más reconocidos hasta los nuevos valores. Para Karin Elmore, si la razón es esta última, sería una vergüenza, pues habría confundido los criterios que rigen a la televisión pública con los de una cadena privada. “En todas partes del mundo existe una televisión nacional que tiene como misión difundir las artes a nivel nacional, educar y fomentar el pensamiento crítico y ampliar los horizontes de las personas”, afirma. Rodríguez está de acuerdo: “Si en estos tiempos el Estado no garantiza lo que el sector privado no quiere darnos en lo cultural, lo que nos hace únicos se seguirá perdiendo”.
“La ausencia de este programa será como colocarnos vendas en los ojos, tapar nuestros oídos, invisibilizar nuestra rica cultura” -señala Sumalavia-. “Será una manera de negar a cada peruano”.
“Presencia Cultural” constituye un patrimonio nacional. En un país con una televisión cada vez más empobrecida y carente de espacios culturales, la trayectoria de Presencia Cultural es encomiable. Constituye una historia de resistencia, de caminar contra de la corriente, de lucha contra el embrutecimiento de nuestra población. Pocos países en el mundo pueden jactarse de haber contado con un programa cultural en la televisión abierta durante 38 años de manera ininterrumpida. Su cancelación es un duro golpe para la cultura nacional y una pérdida irreparable para todos los peruanos”, añade Coya.
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