Todos los lunes, desde las 9:00 a.m., la casa de Gigio Aranda, en San Borja, se convierte en el epicentro de la magia televisiva. Es allí donde los guionistas de “Al fondo hay sitio” se congregan para crear el entramado de historias de los Maldini y los Gonzales. En ese santuario creativo se gesta el alma de la serie más aclamada de la televisión nacional.
“Son ocho guionistas, yo soy cabeza de equipo”, comenta Aranda tras detallar que esta lista de mentes brillantes las completan: Nena Bravo, Juan Armesto, Yashim Bahamonde, Pablo Guerra, Sebastián Gordillo, Cinthia McKenzie y Guillermo Aranda.
“Nos juntamos para conversar sobre lo que se hará esa semana, es decir, sobre cinco capítulos. Cuando estamos más fluidos y creativos terminamos temprano y nos vamos a almorzar a nuestra casa. Cada uno se lleva la responsabilidad de escribir uno de los capítulos con las ideas que se han ido aportando en esa reunión, que de hecho es súper valiosa”, comenta McKenzie.
En estos encuentros nacen los giros inesperados, los diálogos memorables y los personajes entrañables que habitan en el universo de “Al fondo hay sitio”. Cada guionista aporta su esencia y su mirada.
“Nos dividimos el trabajo por capítulos, al peso y por destajo. Todo el mundo sabe escribir sobre todos los personajes, no es que escribas sobre el que te guste o te identifiques más. Para soportar la escritura diaria, porque es un ritmo bastante intenso, tenemos que conocer a los personajes a la perfección. Luego, Gigio se encarga de la edición”, asiente Guerra.
Más allá de ser un simple equipo de trabajo, estos artesanos de emociones son como una familia: comparten risas, desafíos y sueños.
Cada guionista tiene una dinámica de trabajo distinta. Mientras algunos alimentan su esencia creativa con la quietud de la soledad, otros prefieren escuchar música o ver capítulos de la serie pasados a fin de compenetrarse más con la historia.
“Es un trabajo bien solitario, sola me río, camino, hablo, dependiendo de lo que estoy escribiendo. Si hay alguna duda nos escribimos o nos llamamos para saber dónde se quedó tal escena o para empalmar los capítulos”, comenta Bravo. “Y ni las ideas ni la creatividad se acaban porque en ese momento de locura escuchas a los personajes hablando en tu cabeza. Ellos te ayudan a seguir el camino, prácticamente te dicen por dónde debes llevarlos para aprovecharlos mucho más”, aclara Aranda.
En el vasto universo de “Al fondo hay sitio”, cada guionista tiene una manera de escribir muy personal y empatiza con un personaje en especial. McKenzie, por ejemplo, se identifica y fluye más con las historias de amor, sobre todo las que le recuerdan su juventud. Disfruta escribiendo sobre Alessia (Karime Scander), July y Jimmy. Gordillo se inclina por Félix Panduro (Carlos Solano), el guachimán de la historia, y por Diego Montalbán. “Es un villano con muchas dimensiones, que puede apelar al drama con la misma facilidad que a la comedia”, aclara.
“A mí déjame con Joel (Erick Elera), Pepe (David Almandoz) y Tito (Laszlo Kovacs), porque justamente las situaciones que atraviesan siempre van por el lado de la comedia, que es la gasolina de esta serie”, refiere Bahamonde. Mientras que Armesto aclara que siente un cariño especial por don Gilberto porque le recuerda a su padre. “Tiene una ambivalencia interesante. Es de la sierra y utiliza las mismas palabras que mi papá”.
En el caso de Bravo asegura sentir una fascinación especial por Francesca Maldini, por ser una mujer poderosa y orgullosa. “Me gusta Francesca con Diego, Charo con Coqui, me gustan los dramas, las historias de amor y pelea, cuando se dicen cosas horribles, sin gritar ni insultarse”, enfatiza.
Asimismo, todos coinciden en señalar que la escena que causó mayor conmoción tanto al público como a ellos, fue la demolición de la casa de los Gonzales por Miguel Ignacio de las Casas en el fin de la octava temporada.
“Aquella vez todos estuvimos presentes en el rodaje. Se sintió la conmoción general. Todos lloraron y sintieron, justamente, el fin del hogar que había acogido a esos personajes”, refiere.
_¿Cómo desarrollan los guiones?
“Empiezo a las siete a.m.. A esa hora me concentro mejor. Hasta el mediodía ya tengo un gran avance. Escribo los miércoles, jueves y viernes”, precisa Bahamonde. “Después de la reunión del lunes para mí es día cerrado. Los martes hago estructura y diálogo los miércoles, jueves y viernes durante diez a doce horas diarias”, destaca McKenzie.
“Por la velocidad en la que trabajamos, en algún momento llegué a escribir hasta 30 páginas, y a diferencia de Yashim no funciono en la mañana. Escribo mejor en la noche”, precisa Gordillo.
“Yo he ido cambiando con el tiempo. Normalmente invierto dos días y medio para hacer mis guiones. Actualmente escribo de 11 p.m. a 4 a.m., tengo que hacer un sueño polifásico”, destaca Guerra.
“A mí me pasa algo particular. El martes termino la estructura y el miércoles escribo desde las 8 a.m”, señala Armesto. “Yo no tengo horario, me puedo quedar hasta las 4 a.m. escribiendo. He tratado por mi bien de tener días libres, pero no puedo. Ya me rendí [ríe]”, finaliza Bravo.
_¿Cómo trabajan una final de temporada? “Con la misma dinámica de todos los días, pero con la emoción de vivir justamente ese último capítulo. Nos toma más tiempo, y todo se hace en secreto total porque los finales suelen filtrarse”, aclara Yashim.
_¿Cuál sería el final soñado de esta historia? “Con la muerte de los personajes”, finaliza Gigio Aranda. Para eso, felizmente, todavía falta.