Lizzy Cantú: "Bodas y matrimonios"
Lizzy Cantú: "Bodas y matrimonios"
Redacción EC

Lizzy Cantú

Nicole tenía seis años cuando declaró que, de grande, ella quería ser como yo.  Yo no tuve tiempo de sentirme halagada porque, entre un bocado y otro del desayuno, agregó: “nunca me voy a casar, igual que ella”. Su mamá, mi mejor amiga, quiso suavizar aquella conversación. Nicole, tan bien educada como elocuente, nos explicó a ambas que la soltería le parecía más apetecible: yo viajaba más, salía más y compraba más regalitos para ella que su mamá, que estaba casada. Una lógica peculiar a los seis años, cuando, se supone, las niñitas típicas sueñan con ser princesas y, por consecuencia, con casarse. Porque una boda es -entre millones de otras cosas- la posibilidad de ser hermosa, amada y perfecta. Aunque sea por un solo día. Yo, hace seis años, ya era ‘perfecta’ a los ojos de Nicole. O por lo menos, era la imagen de un futuro apetecible. Tal vez por ello, Nicole haya sido la única persona en el mundo con la que titubée al darle la noticia de mi matrimonio. Sentí que iba a traicionarla. He escrito matrimonio y no boda por una razón: aunque en el Perú se usen como sinónimos, no lo son (y tampoco duran lo mismo).  Podemos oponernos al matrimonio como institución, como símbolo, como opción de vida. Podemos pensar que es absurdo, inútil, anticuado, castrante. Podemos pensar, como algunas niñas listas, que el matrimonio nos enjaula y nos vuelve señoras cansadas. Que nos despersonaliza. Pero una boda suele ser sinónimo de fiesta y alegría. Una boda nos hace a todas -novias e invitadas- más bonitas. En una boda todo es más armonioso, más lindo, mejor que en la vida real. El día de mi boda yo no era tan flaca como lo exigía el vestido y arruiné con torpeza el maquillaje mientras lloraba en la ceremonia. Nicole llevó un ramo de flores ese día. Aunque no me lo dijo a mí (a los doce nos volvemos más tímidas), sé que su presencia era otra forma de cariño. Sin testigos, sin el reconocimiento de los demás -de tus padres, tus amigos, tus vecinos, el Estado, tu comunidad de fe- el matrimonio es un viaje más solitario, un salto sin red de seguridad. Una boda es ese lugar donde quienes te quieren, van y abrazan a un desconocido y le prometen que intentarán quererlo. Ojalá que pronto más personas puedan celebrar su boda, ojalá que pronto TODOS puedan, si así lo desean, brindar frente a su familia y amigos porque encontraron a ese desconocido. Ahí estaremos para festejarlo.

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