Testimonio: Sin tiempo -ni paciencia- para el cáncer
Testimonio: Sin tiempo -ni paciencia- para el cáncer

Desde muy pequeña estuve familiarizada con los términos y prevención. Palabras intensas con alta carga emocional. Esto se debe a que un familiar muy cercano se entregó de lleno –casi 40 años– a luchar contra esta enfermedad desarrollando campañas educativas porque era una convencida de que al cáncer se le puede enfrentar con una prevención temprana. Fue su compromiso de vida. Se caracterizaba por su entusiasmo contagioso para servir a las personas y encontró su base de operaciones en la Liga Contra el Cáncer. Este familiar padeció y luchó contra esa enfermedad y murió a consecuencia de ello. Cerró el círculo.

Pero, valgan verdades, nunca pensé que mi primer contacto cara a cara con el cáncer sería a la edad de 37 años. Mis hijos eran chicos. Todo fue muy repentino, no tenía dolor. Un examen de despistaje permitió detectarlo a tiempo. Recuerdo que las palabras operación, carcinoma (cáncer) y quimioterapia me movieron el piso, pero sabía que lo único que me quedaba era enfrentarlo con ilusión.

Dieciocho años más tarde vuelvo a padecerlo. Una noche mi cuerpo habló y en buen momento lo escuché. Mi mama izquierda estaba inflamada y sentía un ardor. Mi médico me pidió una ecografía y una biopsia. Diagnóstico: tumor en la mama izquierda. Me da flojera recomenzar, pero eso es lo que me toca. No me asusto pero sí me encuentro ansiosa frente a la incertidumbre. ¿Esta vez me caerá mejor la quimio? ¿Qué pasará? Debo admitir que también me siento un poco aburrida con esta situación que ya conozco: médicos, salas de espera, diagnósticos, malestar.

La ansiedad no es impedimento para sentarme a escribir sobre el tema y contarles qué cosas estoy haciendo para sentirme más a gusto en un espacio/tiempo que no es el adecuado.

El seudónimo bajo el que escribiré esta serie, Bomba de Cobalto, celebra la adquisición del primer aparato de radioterapia que hizo la con lo recaudado en la colecta pública, que en ese entonces era una novedad.

Lo primero que me toca es entender que los agentes químicos que ingresarán a mi cuerpo tendrán la función de matar las células circulantes que quedan dentro de mi cuerpo y que hasta hoy están en crecimiento. 

Tip 1: después de recibir la noticia, trabajar para despejar el cielo. Andar por el camino de la ILUSIÓN.
Me planto en mis dos pies. Giro hacia el sol –aunque a veces sea difícil distinguirlo– y me cargo de energía. Siempre he tenido ángeles que me han tendido la mano.

Tip 2: mi médico me recomienda preparar mi cuerpo. Adaptarlo a la realidad que le tocará vivir durante el tiempo que dure la quimioterapia.

Manejar la incertidumbre ayuda a tolerar mejor el tratamiento. El estrés impide el óptimo funcionamiento del sistema inmunológico.

Vigilar la nutrición, hidratación y peso (llevar un control diario). El paciente tiene que buscar su propio balance dietético. Me recomienda comida casera y de fácil digestión.
Me recuerda que los consejos que reciba son referenciales y que soy yo la que tengo que evaluar cuáles son los alimentos que mejor tolere. Las palabras de mi mamá resonaron en mi mente. Ella siempre nos decía que tenemos que aprender a conocer nuestro cuerpo. «Háganle caso –se refería al cuerpo– cuando este les hable». Ese es el chip de la prevención y tal vez por eso estoy hoy aquí. 

Por: Bomba de Cobalto (bombadecobalto@gmail.com)

 

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