Durante las largas, larguísimas horas que pasa metido en el avión rumbo a Sidney, uno se va preguntando qué demonios he hecho. Pudimos haber ido a Miami, a Madrid o a Los Ángeles, pero no, tuvimos que decidirnos por Australia. Y es verdad. El viaje resulta matador... pero la mezcla de sensaciones que uno experimenta en esta moderna ciudad es realmente inolvidable.
PLAN DE ACCIÓN
Digámoslo de frente. Sidney es una ciudad bastante cara (y ojo, solo acepta dólares australianos), por lo que hay que programar muy bien nuestra estadía para sacarle el jugo y porque de seguro en nuestro itinerario tendremos aún pendiente Melbourne, Cairns u otros puntos de Australia.
Por ello, nuestra primera recomendación es que busque alojamiento alrededor de Oxford Street. Los hoteles por esta zona no son demasiado caros (cerca de US$80 la noche), brindan las comodidades básicas y desde aquí bien puede acceder a pie a los principales atractivos (con lo que evitará agotar su presupuesto solo en taxis).
UNA METRÓPOLI VARIOPINTA
Nada mejor para comenzar nuestro recorrido que una visita a la Torre de Sidney, el edificio más alto de la ciudad y desde el cual puede tener una visión de 360 grados de la bahía. Puede complementar esta experiencia con el Oz Trek, un recorrido virtual por los principales atractivos históricos y geográficos del país. Ambas atracciones cuestan alrededor de US$50.
De vuelta a ras de suelo puede tomar el monorriel, pero la ciudad es tan bella y los atractivos tan cercanos que le aconsejamos seguir a pie. De la torre diríjase hacia The Rocks, la puerta de entrada a la bahía y la zona más antigua de Sidney, al punto que la historia cuenta que allí desembarcó por primera vez el legendario capitán Cook.
Aquí está el Museo de Arte y muchas galerías, y los fines de semana se montan singulares ferias y mercados de pulgas. Pero en verdad lo que le espera al cruzar esta zona es realmente imponente.
La bahía de Sidney (Circular Quay) presenta una particular arquitectura moderna, con altísimos edificios que un poco más y besan el mar. A un extremo aparece la promocionada Opera House, símbolo de la ciudad construido en 1973. Sus bellos azulejos blancos compiten contra un monstruo de fierro que, paradójicamente, resulta igual o más bello: el Harbour Bridge.
Los más tradicionales pueden recorrer el interior del Opera House, pero si quiere algo innovador inscríbase en los tours que por US$180 le permiten escalar los arcos del Harbour Bridge ataviado con un traje especial y sujeto por arneses.
EN EL FONDO DEL MAR
Otro de los objetivos obligados a cumplir es visitar el Sydney Aquarium. La entrada cuesta un promedio de US$30 y fácil puede pasarse todo un día aquí por la cantidad de atractivos que atesora. Para empezar, una de las primeras especies que les da la bienvenida es el emblemático ornitorrinco.
El recorrido nos lleva por pasadizos donde nos deleitamos con la innumerable variedad de peces y corales del mar australiano, pero además nos topamos con cocodrilos y una alberca con siempre activas focas y leones marinos.
Pero el principal foco de atracción es el estanque de los tiburones. Aquí los visitantes ingresan a unos túneles de vidrios y sobre su cabeza descubren nadando a temidos depredadores y gigantescas mantarrayas como la que acabó con la vida de Steve Irwin.
Al salir del acuario encontrará varios puestos donde puede tomar una serie de tours fuera de la ciudad. De ellos, los más recomendables son los que lo llevan a una rápida visita por los suburbios de la ciudad, terminando en la cotizada Bondi Beach, preferida por surfistas y por los amantes del sol. También pueden embarcarse en una excursión hacia las Blue Mountains, que le garantizará maravillosos paisajes rocosos.
Darling Harbour, zona donde se ubica el acuario, es también muy cotizada por los centros comerciales y restaurantes que posee, aunque también puede dar una vuelta por Chinatown si es que quiere llevarse muchos souvenirs sin atentar demasiado contra su economía.
Los turistas y los habitantes de la bahía también cuentan con una muy organizada red de ferris que interconectan las diversas islas. A 12 minutos de Circular Quay en ferri puede llegar al Taronga Zoo (US$40 la entrada) y al lado de este lugar encontrará diversión para toda la familia en el Luna Park.
En suma, toda una gama de opciones tan solo para comenzar a descubrir la tan lejana Australia.