Silvio Velo (48) es un hombre que no le corre a los retos. Ya en su San Pedro natal, a 170 km al norte de Buenos Aires, este argentino daba muestras de que haber nacido con una discapacidad visual no lo iba a alejar de su sueño de convertirse en un gran deportista. Jugaba al fútbol con la misma intensidad de los chicos de su barrio, paseaba en bicicleta sin perder el equilibrio, pero, sobre todo, nunca dejaba de sonreír. Lo que se trazaba, lo cumplía, así le costara el doble o el triple que al resto de sus amigos.
Para él, la mochila que más pesaba sobre sus hombros no era ser invidente, sino la extrema pobreza en la que vivía junto a sus padres y doce hermanos en Argentina. Los recursos eran escasos en casa, pero de igual manera Silvio se las ingeniaba para estar cerca de un balón de fútbol. Solo ahí su mundo cambiaba por completo. Como cualquier niño, jugando era feliz. "Cuando escuché una pelota por primera vez, fue como oír música", le contó en una entrevista a AFP.
Velo, que es reconocido en su entorno por ser una persona humilde y carismática, aprendió a orientarse en una cancha y a dominar la pelota gracias a que podía percibir sonidos que los demás ignoraban. La práctica le dio seguridad, y así empezó a sentirse más cómodo jugando con otros niños que sí podían ver. Una frase que repite cada vez que es entrevistado es: “No poder ver no me limitó para nada". Y lo viene demostrando.
-El fútbol como forma de vida-
A los diez años fue su primer acercamiento con el fútbol adaptado, un deporte donde pueden competir no videntes. No pasó mucho tiempo para que destacara del resto de niños con discapacidad de la escuela donde estudiaba. Era líder y goleador de su equipo. Muchos lo llamaban el “Maradona del fútbol 5”. Se preparó físicamente con la ayuda de un amigo de la infancia con el fin de tentar a una liga profesional. "Para entrenar corríamos juntos atados de la mano. Pero era tan veloz que al tiempo él corría y yo iba en bicicleta o en una moto”, detalló Mariano Arnal, quien se desempeña como preparador físico.
El esfuerzo y talento de Silvio Velo le valieron para convertirse en el abanderado del fútbol para ciegos de Argentina. Suman casi 30 años desde que se volvió capitán de la selección de este país, y uno de los mejores del mundo. Hace jugadas de lujo a sus 48 años, pero para él es más importante que su granito de arena haya servido para poner el deporte paralímpico ante los ojos del mundo.
-Un campeón del mundo que escala montañas-
Sus reconocimientos hablan por sí solos: máximo goleador de campeonatos nacionales desde 1997, ganador de la Copa del Mundo en tres oportunidades (Río-2002, Buenos Aires-2006 y Corea del Sur-2015), medallas de plata y bronce en los Juegos Paralímpicos 2004 y 2008. Hasta se ha dado el lujo de jugar por los dos clásicos rivales argentinos River Plate y Boca Juniors.
Silvio siempre busca ir por más. Por esta razón, se animó a ser parte de una expedición hacia la montaña Aconcagua (6,962 m.s.n.m), ubicada en la provincia de Mendoza, al oeste de Argentina, y considerada una de las más altas de Sudamérica. Le costó el ascenso, pero cada tramo que hizo valió la pena. El frío o lluvia fue lo de menos para una persona acostumbrada a luchar solo.
Otro de los retos que cumplió este aventurero fue dar un salto de 10 metros hacia una piscina. Ha hecho dobles vueltas mortales, y siempre manteniendo su gran sonrisa. Parece que la adrenalina lo llenase de vida y por eso busca hacer otras cosas además del fútbol. También ha dado charlas motivacionales y escribió una autobiografía cuyo título describe su día a día: "Cuando hay voluntad, hay mil maneras".
Para el “El Messi del fútbol ciego”, apelativo que le dieron los medios, hacer deporte es su forma de llevar un mensaje de inclusión. Como declaró al medio El Clarín: “Hoy mi desafío es ayudar a que la gente descubra que todos podemos cumplir nuestros sueños. No solo algunos”. Y su forma de ver la vida es el mayor ejemplo.