El Perú es una parada clave en la ruta de las ballenas jorobadas. Esta población de cetáceos viaja desde la Antártica en búsqueda de aguas calientes para aparearse. Y el norte del Perú, es su nidito de amor. Aquí se reproducen y viajan de vuelta al frío para alimentarse y gestar, hasta el próximo año que regresan a dar a luz a sus crías. De julio a octubre, nuestro país se convierte en zona ballenera y Los Órganos, ubicado en Piura, es una de las playas donde pueden observarse a estos majestuosos mamíferos que con sus saltos, giros y cantos dejan impresionado a todo aquél que vaya en su búsqueda.
El viaje inicia tomando un vuelo hacia Talara, el destino más cercano a Vichayito. A tan solo una hora y media en auto, se encuentra el paraíso. Nos hospedamos en Aranwa Vichayito Bungalows & Carpas, un hotel ideal para parejas o familias que busquen desconectar y probar actividades nuevas como clases de pádel o kayak, sesiones de masajes o tardes de picnic frente al mar. Para los más aventureros, Aranwa cuenta con el paquete “Ballenas a la vista” que incluye una estadía de una noche, desayuno buffet y tour de avistamiento de ballenas junto a Pacífico Adventures. La alianza entre ambos está enfocada en promover el turismo responsable de estos cetáceos.
“El objetivo es entregarle a nuestros huéspedes una experiencia memorable en la cual puedan no solo disfrutar de un avistamiento hermoso, también comprender el trabajo de investigación, protección y preservación que realiza el equipo de Pacífico Adventures”, apunta Rosana Martinez, gerente comercial de Aranwa Hotels Resorts & Spas.
Luego de un merecido descanso, nos levantamos al alba y partimos hacia el muelle de Los Órganos, ubicado a quince minutos del hotel en auto. Alrededor de las 6:30 a.m. nos congregamos frente al punto indicado por Pacífico Adventures. El proyecto, creado por Belen Alcorta y Sebastián Silva en el 2006, es el primero en la costa norte del Perú en realizar investigación sobre las ballenas jorobadas con fines de conservación. Los tours de avistamiento financian al 100% el trabajo de investigación.
Luego del registro, recibimos nuestros chalecos salvavidas para dirigirnos hacia la embarcación e iniciar el viaje. “No vamos a interrumpir el día de las ballenas. Les vamos a pedir permiso para acompañarlas. Solo si ellas nos dejan, las seguimos”, es lo primero que nos dice Katerina, nuestra guía en esta aventura. Durante el avistamiento, no se utiliza ningún equipo de sonido o radar para encontrar a las ballenas, solo nuestros ojos y oídos en búsqueda de soplos. Como novata en el tema, siempre pensé que ese era el único modo de ubicarlas. “Los radares emiten un sonido que es muy fuerte para los animales y los puede asustar o incluso hacerles daño en los tímpanos”, me explica Katerina. Con esa lección, empezamos la búsqueda en altamar, aproximadamente a 8 millas de la costa.
“Busquen soplos”, dice la guía haciendo referencia al aire que botan las ballenas cuando exhalan. Cada soplo es diferente y el de las jorobadas, parece un corazón. Luego de unos minutos, observamos una cola de ballena a lo lejos. “Eso significa que se va a sumergir por un buen rato”, explica Katerina. Las ballenas nadan en la superficie y luego se sumergen por varios minutos, así que el avistamiento de esta especie requiere de mucha paciencia. Las ballenas adultas se pueden sumergir hasta 30 minutos según los últimos registros, mientras que las crías solo entre 4 o 5 minutos. Luego de un rato, la ballena se asoma a la superficie, pero esta vez mucho más lejos. “Hay que estudiar el comportamiento de las ballenas, una ballena que se aleja es una ballena que no quiere ser acompañada y no hay que presionarla”, dice Katerina mientras la lancha cambia de rumbo.
Pasamos veinte minutos buscando otro ejemplar sin éxito. De pronto, avistamos soplos a lo lejos. Tres, para ser exactos. Los seguimos. El viento ha aumentado, las olas están más fuertes pero nada fuera de lo normal. El viaje se pone más intenso. Luego de varias inmersiones, las ballenas aparecen. Vemos saltos: giran en al aire, dan coletazos, saltan de espalda.
El espectáculo continúa por varios minutos. “Han tenido suerte. Lo común es ver los lomos de las ballenas, tal vez las colas antes de sumergirse. Los saltos son frecuentes pero no siempre logramos verlos”, revela la experta. Efectivamente, qué suerte.
Luego de un rato, nos separamos de las ballenas y vamos rumbo a la costa, para escuchar los cantos. Katerina suelta un hidrófono al agua, un micrófono acuático que permite escuchar 10 kilómetros a la redonda. Percibimos los cantos de las ballenas, que luego son registrados por el equipo con fines de investigación. “Solo los machos cantan y aún se sigue investigando por qué”, dice la guía. Uno de los tantos misterios que esconden estos majestuosos animales al fondo del océano. Verlos de cerca no es solo una gran experiencia, también una llamada de atención sobre la importancia de conservar a esta población de “gorditos”, como les dicen aquí.
Ballenas en peligro
Hasta los años ochenta, la caza de ballenas fue una práctica legal y común. Durante esos años, la población de las ballenas jorobadas fue decreciendo y se estima que habían no más de 300 en todo el mundo. Hoy, existen alrededor de 140 mil ballenas jorobadas a nivel mundial, y 11 mil en el Perú. Una población de cetáceos que merece ser conservada. Entre los mayores peligros que atentan contra la vida de ballenas están los enmalles en redes de pesca de deriva, la contaminación acústica y la falta de regulación en los avistamientos de ballenas.
Diego Cortés, guía e investigador de Pacífico Adventures, señala que es vital contar con capacitaciones y procesos de educación para evitar las malas prácticas en el avistamiento de ballenas. “En ninguna parte del mundo el avistamiento empezó de manera correcta. Se necesita un proyecto de educación que enseñe las técnicas que se aplican a nivel mundial a la hora de hacer este tipo de turismo. Lo ideal sería que haya una certificación de alguna institución que asegure que la persona ha pasado por un curso antes de ofrecer ese tour”, detalla. Pacific Adventures cuenta con un programa de capacitaciones con el fin de educar a la nuevas generaciones sobre estos cetáceos.
El Perú es el único país de Latinoamérica que no cuenta con una normativa oficial sobre el avistamiento de ballenas. Únicamente, existe una resolución ministerial (RM 451-2019-PRODUCE) que establece algunas nociones como la distancia máximas de acercamiento a las ballenas, que son 100 metros. Pero su aplicación es solo recomendatoria, lo que expone a estos cetáceos a la sobreexplotación turística. Se necesita una normativa clara y un órgano fiscalizador que se encargue de multar a aquellas embarcaciones que no siguen las prácticas responsables a la hora de hacer avistamiento de ballenas, con el fin de cuidar la especie.
“También es importante educar a las nuevas generaciones de la zona. Siempre digo que deben sentirse como un pueblo ballenero, porque lo son. Y que deben saber que al proteger a las ballenas, tienen un alternativa de trabajo a la pesca, siempre y cuando lo hagan de manera responsable”, añade Cortés.
Sobre el tour _ El paquete “Ballenas a la vista” de Aranwa Vichayito incluye una estadía de dos días y una noche, desayuno buffet y tour de avistamiento de ballenas en alianza con Pacífico Adventures. Está disponible para compras y estadías, hasta el 31 de octubre. No aplica para feriados ni días festivos. El precio va desde S/.798 soles para dos personas. No incluye traslados desde y hasta el muelle de Los Órganos.
Avistamiento de ballenas _ El tour junto a Pacífico Adventures incluye guías biólogos marinos a bordo, tripulación especializada en observación de cetáceos, hidrófono para escuchar los cantos de las ballenas y visita guiada en el Museo Marino de Pacífico Adventures. Este último es un espacio creado para difundir la riqueza que tiene el mar peruano.
Consejos _ El tour tiene una duración de 2.5 horas, aproximadamente. Se recomienda llevar agua, bloqueador solar y casacas cortavientos. Además, se sugiere ir con zapatillas y tomar un desayuno ligero.