A los 13 años, Leonidas Orellana Castro empezó a darse cuenta que tenía un talento especial para elaborar cerámicas. La técnica ancestral la fue aprendiendo de su padre, hermanos y maestros artesanos de su natal distrito de Quinua, en Huamanga. Desde muy chico siempre soñó con tener su propio taller. Pero el camino no iba ser fácil para él.
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Sus ganas por poner en valor la cerámica de Quinua y Wari crecieron cuando en el colegio participó de un concurso de esculturas organizado por la Universidad Nacional de Huamanga. Su obra graficaba 13 escenas de la vida de Cristo, desde su nacimiento hasta resurrección. Se esforzó al máximo en cada detalle, pasó horas, y sorprendió al jurado, quedandose así con el primer puesto. “Empecé a valorar mi esfuerzo y fue mi punto de partida para dedicarme a la cerámica en su totalidad”, explica.
A pesar de su corta edad en ese entonces, Leonidas no dejaba de apoyar en el taller artesanal que su familia abrió con mucho esfuerzo en Ayacucho. Así fue realizando sus primeras piezas con arcilla y ganando la experiencia que hoy dan sus frutos como reconocido ceramista en el país.
Escapando del terrorismo
Pero el futuro de Leonidas estaría a kilómetros de su querida Huamanga. Era 1984, una de las peores épocas para esta parte del sur del Perú, que era azotada por el terrorismo. El miedo lo invadía. Con 20 años dejaba su tierra y buscaba empezar de cero en Lima.
“Yo ya había acabado mi secundaria y estaba estudiando en la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, fue un momento duro para mí. Prácticamente tuve que dejar a mis padres y en un camión partir a la capital”, detalla.
Pero en Lima no estaría solo, su hermano, Emiliano, le daría todo su apoyo. Lo acogió en su casa, y le dio trabajo en su pequeño taller de artesanía. De esta forma, pudo segur haciendo lo que más le gustaba: crear piezas de cerámica. Hacer arte con sus manos. Allí trabajó por casi seis años, siendo los nacimientos los modelos más demandados por el público.
Su propio taller
Leonidas quería seguir aprendiendo. Se preparó para poder ingresar a la escuela de Bellas Artes y lo logró. A pesar de que muchas veces no contaba con arcilla para poder practicar, nada lo detuvo. Esos cuatro años en la escuela fueron muy valiosos para él. Aprendió sobre pintura, dibujo, grabado, escultura y teoría del arte. El ceramista apuntaba alto y en 1993 decide fundar su propio taller con el nombre de “Wari Runa” (Hombre de Wari).
“Me mudé a Chorrillos. Al ser un un espacio alejado, a tres cuadras de los Pantanos de Villa, recibí algunos comentarios negativos por irme a vivir a un lugar que no había electricidad ni agua, pero yo tenía una visión de seguir trabajando en lo que me apasiona y que mis piezas llegarían al extranjero”, remarca.
Su esfuerzo rendiría frutos. En los primeros años, gracias a su modelo “Arca de Noé”, podría entregar desde mil hasta 7 mil pedidos. Fue su mayor éxito. Incluso, muchos de sus trabajos fueron imitados por otros talleres.
“No me molestaba que me copiaran, mi molestia fue que se aprovechaban de estos talleres que pedían cantidad a un precio ínfimo y esto sucede hasta ahora. Por esta razón inicié a exportar”, explica.
Al comienzo fue difícil, pero luego aprendió sobre etiquetar, empacar, separar por modelos, poner en cajas pequeñas, etc. “Mi primera exportación fue a Canadá, después a Estados Unidos, luego a Europa”, detalla.
Un mensaje a través de sus obras durante la cuarentena
Al igual que otros sectores económicos, el artesano cuenta que su trabajo se vio afectado con la pandemia. Una gran cantidad de entregas y exportaciones a destinos como Italia, Francia o Estados Unidos quedaron paralizadas. Orellana detalla que con el taller ya ha vivido una crisis como esta con el ‘paquetazo’ de los años 90 o después del terremoto del 2007. Sus colaboradores están respetando la cuarentena, y solo son sus hijos los que lo vienen acompañando durante estos días.
Antes de que se decrete el estado de emergencia en el país, Leonidas preparaba 680 figuras entre pequeñas, medianas y grandes. Ahora ha decidido hacer piezas que reflejen la coyuntura actual del país, pero rindiéndoles un homenaje a los verdaderos héroes, como los profesionales de salud, o creando artesanías donde tome protagonismo la unión familiar. Su mensaje es de esperanza y conciencia. Son más de 35 obras que ha logrado hacer durante el aislamiento social obligatorio.
“Me he inspirado en momentos impactantes que he visto como nuestros médicos que arriesgan sus vidas, el traslado en buses de muchas personas que permanecieron días en lugares para poder volver a sus regiones, la repatriación de peruanos en el extranjero. Todas esas personas que piden ayuda desesperadamente para no perder un familiar o para cuidar a su familia de este virus”, cuenta el maestro artesano.
La entrega de sus productos se dará por delivery después de la cuarentena siguiendo ciertos protocolos de seguridad. Puedes revisar su catálogo en www.warirunaperu.com o hacer tus pedidos en los siguientes teléfonos 976131357, 934008219 o en su página de Facebook Wari Runa.
Sepa más:
Desde 1985, Leonidas Orellana Castro ha ganado distintos concursos nacionales e internacionales. En el 2014 obtuvo el premio maestro “Joaquín López Antay”, una de las distinciones en artesanía más importantes del Perú.
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