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Cueva de Palestina: una travesía a las profundidades del Perú - 4

 

Escribe: Álvaro Rocha Fotos: Flor Ruiz

Estábamos en el pueblecillo de Palestina en la selva de la Rioja (San Martín) para visitar la tercera cueva más profunda del Perú, una formación geológica de 60 millones de años de antigüedad. Habíamos llegado una hora antes a esta comunidad del Alto Mayo y fuimos recibidos entre cánticos cristianos y correrías de niños curiosos. Allí nos dimos cuenta de que la magia de Palestina no reside solo en su cueva sino en la calidez de su gente. 

Nos hicieron pasar a la salita ecológica para la explicación previa. El piso era de tierra pero habían puesto sacos de café a manera de asientos para poder ponernos cascos y botas, indispensables para ingresar al subsuelo. Claudia Vargas, de la municipalidad de Riojagestora de este emprendimiento de turismo rural comunitario, llegó a la zona hace 22 años porque le habían contado que “existía un lugar con unas cuevas impresionantes donde las vacas comen orquídeas”. Claudia vio que no habían exagerado y preparó un trabajo para su universidad. Ahora su informe se había hecho realidad.

Bajo la sombra de cedros de 60 años de edad y durísimos árboles de pona, alcanzamos los 900 m.s.n.m., donde se abren dos grandes gargantas. A la mayor de estas concavidades le denominan activa, pues tiene más vida. Allí nace el río Jordán y hay peces y aves en su interior. Esta cueva tiene 3.500 metros de profundidad, y en el Perú solo es superada por Sima Pumacocha (Yauyos, Lima, la más extensa de Sudamérica) y Soloco (Amazonas).

Arañas y murciélagos

Los awajunes fueron los descubridores de la cueva activa. Ellos ingresaban para cazar guácharos tiernos para su alimentación. Nosotros cargábamos box lunch, de modo que siguiendo a los guías nos escurrimos por la gruta más pequeña, llamada Fósil. Esta tiene un trayecto –con entrada y salida en diferentes puntos– de 250 metros. Parece poco, pero por lo intrincado del terreno, las subidas y bajadas en medio de un universo de estalactitas y estalagmitas y un sendero que lleva a espacios amplios como catedrales subterráneas y a otros donde es necesario arrodillarse para poder continuar, el trayecto toma a los visitantes por lo menos una hora de recorrido.

Nunca olvidaremos unas enormes arañas con pinzas; el momento en que meditamos agarrados de la mano en silencio luego de apagar las linternas; las alucinantes formaciones, como el tío sabio, el altar de los novios y las columnas de Sansón; y el pasadizo de los murciélagos, donde Kléber salió disparado perseguido por estos bichos.

La salida era bastante estrecha; por ahí me deslicé como tablista en un tubo. Afuera ya era de noche; vimos luciérnagas, escuchamos el rumor del bosque. Habíamos salido del corazón de la montaña, de ese latido del mundo que no se puede explicar con palabras. 

Todos estuvimos de acuerdo en que la cueva de Palestina era más que Quiocta, más que la cueva de las Lechuzas, otros destinos espeleológicos conocidos. Era más salvaje, más pura, más auténtica, más esencial. Nos despedimos con algo de pena de estos andinos amazónicos como se definen ellos–, pues la mayoría son migrantes cajamarquinos o hijos de ellos y hay un sincretismo cultural que se demuestra hasta en su gastronomía (cuy con plátano, por ejemplo).

 

Guía del viajero

¿Cómo llegar?

De Tarapoto a Rioja: Tiempo: 2 horas y media.

Costo: S/. 25

A Palestina: De Rioja, ir a Nuevo Cajamarca y tomar desvío afirmado (4,5 km) a Palestina.

 

¿Dónde hospedarse?

Hotel Rioja Plaza (riojaplazahotel.com)

Hotel Gran Bombonaje (granbombonaje.com.pe)

 

Gastronomía

Doncella rellena en salsa de aguaje, paiche enrollado con camarón y palmito

en salsa de chonta, patacones rellenos con cecina, costillitas de cerdo ahumado

con miel de cacao.

 

¿Qué llevar?

Ropa ligera, botas de jebe, repelente, bloqueador, impermeable, binoculares.

Contacto

Claudia Vargas. RPM #94299-6027

 

 

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