El Perú posee más de tres mil kilómetros de costa y en este territorio se desarrollan ecosistemas únicos en términos de biodiversidad, productividad y potencial pesquero. La pesca junto con la acuicultura, como se conoce al cultivo de organismos acuáticos, garantiza los ingresos de muchas familias, genera empleos, mejora la seguridad alimentaria y contribuye a mejorar la calidad de vida de quienes participan en esta industria. Dentro del grupo de participantes de la industria pesquera, encontramos a los pescadores quienes realizan una labor muy sacrificada y cumplen un rol importante.
En el Día del Pescador conoceremos un poco más sobre este trabajo de la mano de un pescador industrial, Polo Sanchez, quien nos cuenta su experiencia y su trabajo diario. Una labor que lo aleja de su familia por largas temporadas y que como él mismo detalla fue dura desde sus inicios.
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“Yo comencé de cero en la pesca industrial. Es una labor de alto riesgo y muy sacrificada donde nos enfrentamos frente al frío, al mal tiempo y aguas movidas”, nos detalla Sanchez. Además, agrega que gran parte de los pescadores con lo que él trabaja vienen de zonas como Paita, Chicama, Chimbote, Callao, Pisco y Chincha.
Sobre las embarcaciones, nos comenta que salen aproximadamente entre 15 a 20 tripulantes. Entre ellos están el capitán de pesca, un piloto, un cocinero, tres motoristas que se encargan de que las embarcaciones estén operativas y los tripulantes que desempeñan diferentes labores durante la cala. La cala es el proceso de captura de la pesca.
Consultado por los tipos de pesca que realizan, nos detalla que en la pesquera donde labora existen tres tipos:
- Anchoveta. CHI (consumo humano indirecto)
- Caballa y jurel. CHD (consumo humano directo)
- Atún. También es utilizado para conservas
Actualmente nos encontramos en temporada de anchoveta.
Sobre cómo sobrellevar esta difícil profesión, Sanchez nos relató que esta es una labor sacrificada, donde la familia se sacrifica tanto como el pescador. Ya que durante el año pueden llegar a estar fuera de casa hasta tres meses seguidos y donde solo se comunican por llamadas o videollamadas.
“Nosotros vamos navegando desde el norte (Paita) hasta el sur ( Mollendo). Recorremos todo el litoral buscando las especies y salvaguardando también otras que, a veces, caen en las redes. En algunos casos nos toca liberar tortugas y tiburones bebés durante nuestro recorrido”, agrega Sanchez.
Asimismo, al ser un trabajo difícil, los pescadores tienen presente que en su profesión muchos salen, pero no todos regresan. Algunos de estos riesgos son el mal tiempo y la neblina que puede provocar colisiones entre las embarcaciones. En otras ocasiones sucede que capturan una gran cantidad de recursos y eso provoca que las embarcaciones se volteen y causen un naufragio.
Todo estos riesgos provocan un miedo natural, pero como Sanchez nos declara, estos se disipan cuando piensa en su familia, que le da fuerza y seguridad para continuar,
“En el barco somos una familia, ya que compartimos casi medio año juntos. Nos cuidamos entre todos y compartimos momentos como una familia. En muchos casos nos perdemos el cumpleaños de nuestros hijos, Día del Padre, Día de la Madre y otras celebraciones importantes. Pero es nuestro trabajo y debemos cumplirlo”.
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