Redacción EC

Miguel Ángel Farfán

Un verso de César Vallejo describe lo que hacen aquellos que no pueden viajar, pero viven aventuras imaginarias. “Me he sentado a caminar”, escribió el poeta nacido en Huamachuco y muerto en París. Pero hay personas, quizá de una especie distinta, especial, trashumante, que nunca se detienen y que, por el contrario, han hecho de la volatilidad geográfica una virtud: los trotamundos, como Lina Ruiz y Andrés Álvarez, colombianos, novios desde hace 14 años y hoy viajeros a tiempo completo. Ellos hoy cumplen un año y un día desde que abandonaron su casa y se han sentado a conversar con

El aniversario los cogió en la playa . Desde allí cuentan su historia por teléfono, con voces pausadas y con ese timbre propio de quien vive en constante alegría. “Hoy hacemos a diario lo que más nos gusta en la vida, que es viajar. Somos felices”, dice Andrés, periodista de profesión y autor de las notas que publican en . Según su novia, él “aprende muy rápido y logra todo lo que se propone. Es un defensor de sus convicciones a capa y espada y un entregado por completo a lo que le apasiona”. También es quien conduce La Jebi, una camioneta blanca marca Renault que compraron con sus liquidaciones de trabajo para empezar su travesía: él trabajaba en un periódico y ella era la jefa de logística de una compañía importante.

Hoy solo son viajeros. Llevan recorridos seis países: Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Cuba y El Salvador. Su primer objetivo, dicen, es llegar a Alaska. Y después hacer un libro y seguir la ruta hacia Europa. Siempre de la misma forma: ella haciéndose cargo de las redes sociales y del orden de la camioneta (su casa). Porque, como dice él: “Lina es responsable en exceso, amante a morir de su trabajo y la mejor estudiante de cada salón de clases que ha pisado. No le gusta perderse pero encuentra cosas nuevas de sí misma en cada viaje”.

¿Cómo vive un trotamundos?

“Queríamos que fuera un viaje sostenible, con la idea de generar algo y gastar lo menos posible”, dice Andrés como respuesta a la pregunta de cómo lo hacen. Y agrega que si bien salieron de su casa en Cali con dinero ahorrado, luego empezaron a usar los servicios de operadores de turismo y hoteles a cambio de publicidad gratuita en su web y a vender postales de los lugares que visitan porque ambos han estudiado fotografía. También hacen trueques: ofrecen sus servicios laborales a cambio de algo que necesiten en la ruta.

Si bien antes de emprender esta aventura, habían viajado de Cali a Buenos Aires en bus por carretera (2009), a varias ciudades de Perú (de Huaraz a Arequipa, en 2011) y a Chile (2012) y a Argentina (2013), recién el año pasado se dieron cuenta que debían conocer el mundo. El mayor beneficio hasta hoy, dicen, es haber conocido a mucha gente amable y cariñosa. Como esa familia de campesinos en las montañas de su país que los acogieron en una noche de lluvia sin pedirles nada a cambio. O ese multimillonario que los hizo pasear en su yate por las islas de Panamá a cambio de únicamente su amistad. “El mundo es lugar bueno y para conocerlo solo hay que vivirlo”, dice Lina. 

Uno entra a su web y no solo aprende de qué lugares debe visitar o cómo debe viajar por carretera, sino sobre todo qué actitud se debe tener frente al mundo si te gusta viajar, con la libertad y la felicidad como mayores normas de vida. 

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