¿En busca de una experiencia para desconectar de la rutina y conectar con la naturaleza? Las Lomas de Lachay son el destino ideal para darte una escapada de aventura sin ir muy lejos de Lima. Sus imponentes lomas cubiertas de vasta vegetación en la que habitan diversas especies son perfectas para practicar senderismo, sin importar tu nivel de experiencia. Nosotros asumimos el reto de recorrerla esta temporada. Aquí te contamos cómo fue esta experiencia y todo lo que debes saber para sacarle el máximo provecho a este paraíso natural a pocas horas de la ciudad.
Su nombre oficial es Reserva Nacional de Lachay y se ubica a 105 km al norte de la capital limeña. Es el hogar de un ecosistema costero único en su especie pues alberga más de 146 especies de plantas silvestres, más de 60 especies de aves, 27 pinturas rupestres y 16 especies de mamíferos. Incluso en algunas zonas de la reserva se pueden apreciar los sistemas de terrazas o andenes de piedra que probablemente formaron parte del sistema de agricultura muchísimos años atrás.
Sus 5070 hectáreas de vegetación adquieren un efervescente tono verde que hace contraste con la región desértica que la rodea justo en la estación húmeda (entre junio a octubre), la más recomendada para visitarla a diferencia de la estación seca (de noviembre a mayo). Aún así, asumimos el reto de recorrer las Lomas de Lachay en esta última, pues vimos la oportunidad para conocerla bajo una nueva perspectiva.
¿Cómo llegar a las Lomas de Lachay?
Nosotros partimos desde Miraflores junto al equipo de Adidas alrededor de las 7 de la mañana en un bus privado que nos llevó directamente hasta la Reserva Nacional de Lachay. Un recorrido de 2 a 3 horas de duración (variación sujeta a las condiciones del tráfico) que atravesó varios distritos del cono norte y el Callao para llegar a la reserva ubicada en el distrito de Huacho, provincia de Huaura, departamento de Lima.
Si no tienes auto particular, puedes tomar un bus interprovincial que se dirija a Huacho en el Gran Terminal Terrestre de Lima Norte y bajarte en el km 105. Desde allí puedes tomar taxi, colectivo o caminar hasta el punto de control de la reserva. La entrada tiene un valor de 15 soles para adultos y 8 soles para niños. El horario de ingreso de lunes a viernes es de 8 a.m. a 2 p.m. y sábados, domingos y feriados de 8 a.m. hasta llenar aforo.
¿Qué hacer en las Lomas de Lachay?: el reto del trekking
Existen tres circuitos (todos señalizados) entre los que puedes escoger libremente. Te recomendamos elegir el que mejor se adecúe a tus preferencias y tu condición física y la de tus acompañantes (en caso vayas con familia o amigos). El más sencillo es el Circuito del Zorro, tiene una duración de 40 minutos aprox. y es ideal para quienes van con niños pequeños y/o adultos mayores. El más popular, el Circuito de la Tara, de duración de 1 a 2 horas aprox. e ideal para jóvenes, adultos y todo aquel que recién empiece a practicar trekking. Y el más retador, el Circuito de la Perdiz, que dura entre 2 a 3 horas aprox. recomendada para quienes tienen buena condición física ya que cuenta con pendientes moderadas. Un tramo de unos minutos después recorriendo algunas colinas dentro de la reserva, nos encontramos con los guías que nos recibieron en un lugar con los servicios necesarios para prepararnos (baños y área de descanso). A partir de ahí empezó la verdadera aventura: la caminata dentro de las Lomas de Lachay.
Aunque no teníamos mucha experiencia haciendo caminatas largas, nosotros apostamos por el Circuito de la Perdiz para probar nuestras habilidades y capacidades a modo de reto. Nos equipamos con la indumentaria necesaria para el largo recorrido que, dicho sea de paso, hicimos en medio de los rezagos de la calurosa temporada de verano. Para ello utilizamos ropa cómoda, ligera e impermeable, ideal para hacer senderismo en zonas como esta; y también el calzado outdoor adecuado para tener una experiencia segura y cómoda. Nosotros hicimos el circuito usando las zapatillas Free Hiker de la línea Terrex de Adidas. Aunque fue nuestro primer uso, nos permitieron caminar con comodidad y tranquilidad incluso al subir pendientes muy elevadas. Sumamos al combo de la indumentaria una gorra para protegernos del sol y, por supuesto, nos aplicamos protector solar, llevamos mucha agua e incluso algunos pequeños snacks como frutos secos y barritas nutritivas pues se trata del circuito más largo.
Iniciamos el recorrido aproximadamente a las 10:30 de la mañana. Una hora justa pues recién se empezaba a sentir el calor y el ardiente sol. Bajo nuestra perspectiva como principiantes, el primer tramo de este circuito que fue de pendiente elevada nos dio las primeras luces de lo retador que sería el resto del trayecto. Le siguió una larga bajada que aunque parecía sencilla (ya que no involucra tanto esfuerzo el descenso), sí demanda habilidad para bajar sin resbalar por ser un camino irregular, algo que logramos superar con éxito gracias al calzado adecuado. A continuación, subimos una empinada y larga cuesta, la más complicada debido a que requiere buena resistencia y fuerza en las piernas.
Luego de esta primera experiencia retadora, atravesamos campos que nos mostraban la flora del lugar que en esta temporada seca adquiere un tono amarronado. En el primer punto de descanso, aprovechamos para observar el gran panorama en el mirador, lugar donde puedes tomar fotos con la reserva de fondo. El trayecto continuó por parajes de tierra y piedra donde incluso nos animamos a correr porque tenía una larga y tranquila cuesta abajo. Con el ánimo arriba por la divertida bajada, hicimos otra parada para recargar energías e hidratarnos antes de continuar.
Entre los tramos más resaltantes está la vuelta a la colina. Fue en esta parte, en medio del silencio que únicamente se interrumpe por nuestra respiración y el golpe del viento, donde pudimos sentir una mejor conexión con el panorama que nos rodeaba. No sólo se trató de caminar, sino de desconectar de las preocupaciones del día a día para conectar con la naturaleza y con uno mismo. Es durante este proceso que logramos visualizar parte de la fauna salvaje. A lo lejos, pudimos ver a un pequeño zorro en su hábitat natural e incluso huellas de animales entre los arbustos.
Esta recarga de energía por parte de la flora y fauna del lugar nos permitió terminar el último tramo empinado antes de un camino de tierra cuesta arriba para regresar al punto de partida. Terminamos la caminata con la mente despejada, el corazón lleno de gratitud y el cuerpo cansado pero con una sensación gratificante de haber cumplido el reto. Sin duda, recomendamos probar este y los demás circuitos en las Lomas de Lachay, destino que aunque suele recomendarse en invierno para sentir el clima húmedo y ver la vegetación verde en su máximo esplendor, también es toda una experiencia gratificante visitarla en otras temporadas.
Si nunca has hecho trekking o si estás en nivel principiante pero quieres apostar por el circuito más retador, te recomendamos previamente mejorar tu condición física. Por ejemplo, puedes empezar a salir a correr o hacer ejercicios de piernas para mejorar tu resistencia y fuerza. Ya de ser necesario, puedes utilizar bastones de senderismo.
Puedes vivir la experiencia por cuenta propia o a través de una agencia de turismo que además de llevarte y guiarte durante la caminata, también incluyen servicios como visitas a otros atractivos locales y turismo gastronómico en zonas cercanas.
Te recomendamos salir entre las 6 y 7 a.m. de Lima para llegar temprano a la reserva. Evitarás la hora de mayor afluencia y podrás aprovechar mejor tu visita.
Sé precavido. Viste ropa y calzado adecuados y cómodos, usa gorra y aplícate protector solar y repelente en tus zonas expuestas para que las condiciones del lugar no maltraten tu piel.
La hidratación es clave para resistir. Lleva una botella con agua fresca y si deseas, algunos snacks ligeros que fácilmente puedas cargar en los bolsillos (frutos secos o barras nutritivas por ejemplo). Y recuerda siempre cargar contigo la basura que acumules, pues estás en un área natural protegida.
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