POR XIMENA ARRIETA
Llegamos al final de nuestro recorrido por Pueblo Libre el cual no podía estar completo sin una visita a la Antigua Taberna Queirolo, uno de los pocos lugares en nuestra ciudad que mantiene la esencia con la que se inició hace 134 años cuando un inmigrante italiano llamado Santiago Queirolo llegó al Perú a buscar mejor suerte.
No voy a mentir: nunca había pisado este lugar y me entusiasmaba la idea luego de haber escuchado cientos de comentarios y reproches por no haber ido. Cuando cruzas su puerta de madera es como transportarse a otra época, aquella donde todos los señores limeños de antaño se reunían aquí para disfrutar de un buen vino.
Los ilustres visitantes del Queirolo han quedado inmortalizados en sus paredes donde las fotografías enmarcadas son un signo de toda la historia que tiene la taberna. Me siento en una de sus sillas y veo un salón donde personas mayores comparten espacios con algunos jóvenes, demostrando que no hay generación que no pase por aquí.
En ese momento colocan frente a mí uno de los platillos estrella del Queirolo, un pan con jamón del país preparado al momento. No me arrepiento de haber roto la dieta con él. Para cerrar con broche de oro este viaje, no podía faltar hacer un salud con el tradicional Pisco Sour.
Hoy es viernes, casi fin de semana. Creo que una res de pisco no le caería mal a nadie.