Laura Zaferson
En asuntos de etiqueta en Internet, somos una generación huérfana. Cuando una voz inquisidora nos recuerda que la educación empieza por casa, significa que hemos hecho algo que bajo los estándares de la urbanidad y las buenas costumbres se considera inapropiado o políticamente incorrecto: no señalar con el dedo, no comer con la boca abierta, decir siempre gracias y por favor. ¿Pero qué ocurre cuando algunos parámetros de educación no los aprendimos en el hogar? No por falta de intención, por cierto, sino porque hoy se dan contextos que vemos como normales y que antes solo existían en películas de ciencia-ficción: enviar un mensaje de texto sin necesitar papel o lápiz, confirmar una cita por Whatsapp, enterarse por Facebook que es cumpleaños del jefe, o solicitar una cotización por e-mail.
Todas situaciones que Don Manuel Antonio Carreño, autor del famoso manual sobre buenas costumbres, ni en sus más trasnochadas reflexiones anticipó. En estos casos uno debe hacerse cargo de su formación en lo que se refiere a buenos modales en el entorno tecnológico. La falta de etiqueta en la red es una de las pocas situaciones, sino la única, donde no es válido el naipe comodín con el que responsabilizamos a nuestros padres por lo que hacemos mal. A continuación, cinco pautas que nos pueden ayudar a mejorar nuestra netiquette:
1. Respeta a los mayores. No hablamos de edad, sino de aquellos que por cualquier circunstancia de la vida se encuentran jerárquicamente por encima de nosotros: el profesor, el jefe, el mecenas que buscamos que financie nuestro proyecto académico o el socio capitalista que queremos que invierta en nuestro emprendimiento.
No se trata de tener excesiva reverencia –también queda mal- sino más bien de astucia: dejemos que la otra persona decida si debemos dejar de tratarlo de usted o si podemos despedirnos con un abrazo. No todos los fueros son ambientes horizontales y por eso es mejor ganarse la cercanía y no forzarla. En tanto eso suceda, elijamos mantener cierta distancia: lucimos profesionales y serias.
2. Elige el medio y momento precisos. Si queremos hacer una pregunta puntual, mejor llamar. Si no nos contestan, enviemos un Whatsapp o SMS indicando de qué se trata y consultando cuándo podríamos conversar. Es decir, no seamos los loquitos que hablan solos y bajo ninguna circunstancia tengamos monólogos digitales. Prohibido dejar larguísimos mensajes en el buzón ajeno. Peor aun cuando cada 5 palabras intercalamos un SEND, porque eso ocasiona que las ganas de contestarnos sean inversamente proporcionales a la cantidad de veces que hemos hecho vibrar el celular del destinatario. Que lo reciban no significa que lo lean. Y que lo hayan leído no asegura que les importe. Ahora, si se trata de una pregunta más elaborada o una serie de consultas, mejor escribir un e-mail, enviarlo, y según la urgencia, elegir medios adicionales para obtener respuesta. Lo que sí vale: no seamos esa persona que con una mano envía un mail y con la otra llama por teléfono para avisar que lo ha enviado. La línea que separa el follow-up (seguimiento) del stalking (acoso) es muy fina.
3. Ordena la información. Tengamos en cuenta que la meta siempre debe ser que las cosas se hagan. En ese sentido, claridad, síntesis y recapitulación serán nuestras mejores aliadas. Primero, siempre completemos el Asunto del correo que enviemos con 2 o 3 palabras que avisen nuestro propósito. Luego, procuremos resumir en el primer párrafo lo que necesitamos: una entrevista, una opinión, un estudio, una cotización, una extensión de tiempo.
En el segundo párrafo, puntualicemos la información clave: gente involucrada, fechas, presupuesto, coyunturas a considerar. Si se trata de un e-mail, donde hay varias personas copiadas y se ha convertido en una cadena de respuestas donde reina el desorden, tomemos la iniciativa de recapitular el pedido y los comentarios relevantes que vayan a contribuir a que, como hemos dicho al inicio, las cosas se hagan. Finalmente, si vemos que aquella cadena de e-mails se ha convertido en una fiera difícil de domar, probemos con el contacto humano y busquemos a los involucrados para conversar. Este último recurso evita la peor forma posible de arcoíris: esa donde alguien escribe «Mis comentarios en ROJO» y ello desencadena un «Mis comentarios en AZUL», «Mis comentarios en VERDE», «Mis comentarios en NARANJA» etc. Es decir, se trata de ordenar para triunfar.
4. No asumas que todos te conocen. Hay que valernos de algunas herramientas –y evitar otraspara suavizar o enfatizar algunos puntos que queramos decir. Si queremos listar pendientes, podemos usar viñetas o subrayados o negritas. Pero no es necesario usarlas todas al mismo tiempo, porque más que ayudar a la lectura y comprensión, parece que subestimamos a la otra parte. Lo mismo ocurre con los emoticones. De vez en cuando son bien recibidos, pero si están presentes en todas nuestras comunicaciones, pierden valor y ya no nos hacen ver empáticas sino infantiles. Finalmente, pero no por ello menos importante, NO ESCRIBAMOS TODO EN MAYÚSCULAS. Más allá de ser violento y maleducado, la lectura de un texto en mayúsculas es más difícil y no contribuye a que nos hagan caso.
5. No abuses del argot. Escribamos con un tono neutral. Si sabemos que nuestra audiencia es bilingüe, es válido combinar idiomas si esto facilita la comunicación, pero no abusemos, sobre todo si se trata de abreviaturas. Mientras que un ‘OK’ es comprensible por casi cualquier persona, los FYI (For your information / Para tu conocimiento), BRB (Be right back / Vuelvo enseguida) o TBD (To be defined / Por definir) no tienen por qué ser entendidos sin explicación previa. De igual forma, si por proactivos hemos decidido crear abreviaturas e incluso hemos logrado hacerlas populares dentro de nuestro entorno, esto tampoco significa que no debamos explicarlas a las nuevas audiencias a las que nos enfrentemos.
Dicho esto, aunque para nosotros NPI significa «No poseo información», para otras personas puede significar algo distinto. Cuidado.
Tomando en cuenta estas pequeñas recomendaciones, lo más probable es que triunfemos en nuestros círculos profesionales o estudiantiles por nuestra capacidad para comunicarnos de manera asertiva. El beneficio extra será que nuestros padres y el Sr. Carreño estén orgullosos :).