Por Andrea Castillo
Equivocarse es una valiosa oportunidad de aprender. Sin embargo, cuando los hijos comenten errores muchas veces hacemos que se sientan fracasados. Y, en un arranque de sobreprotección, optamos por facilitarles las cosas o hacerlas por ellos formando niños rígidos y temerosos.
Enseñar a nuestros hijos que también es bueno equivocarse fomenta la responsabilidad y, con ella, el desarrollo de habilidades para la vida. “Cuando siempre les resolvemos los problemas, ellos difícilmente aprenderán a hacerlo más tarde por cuenta propia”, nos comenta la psicóloga Martha Crosby.
Así, facilitar las cosas a nuestros hijos o hacerlas por ellos tiene secuelas en su formación: no les permitimos que desarrollen la habilidad de solución de problemas; aprenden a tener una postura cómoda y una actitud pasiva frente a las situaciones. Tampoco favorecemos la seguridad en sí mismos, ya que no confían en sus propias capacidades; aprenden a evitar los problemas, los retos o lo que les demande esfuerzo, y no les estamos enseñando a responsabilizarse por lo que les corresponde.
¿Qué hacer? Aquí algunos de sus recomendaciones:
1. Comparte más tiempo con tus hijos; asígnales tareas y asegúrate de que las cumplan.
2. Explícales el costo-beneficio de cada cosa que pueden hacer por sí mismos.
3. Condiciona los pedidos que te hagan (si los complaces con alguna compra, pídeles algo a cambio como sacar la basura, pasear al perro, etc.) y pon límites. Y, sobre todo, ejerce tu autoridad como padre y madre, con amor y firmeza.