Lucero Yrigoyen M. Q.
La llegada de un perrito a casa nos llena de ilusión. Como si se tratase de un bebe, empezamos a preparar su ajuar. Elegimos su cama, juguetes, cepillos, platos y también barajamos varias alternativas de nombres. Cómo lo llamaremos es importante, será su nombre para toda la vida. El adiestrador Luis Juárez comenta que debemos considerar nombres que vayan de acuerdo con su etapa de adulto. Si bien es cuestión de gustos, llamarlo, por ejemplo, ‘Chiquitín’, no tendrá sentido si en unos meses se convertirá en un respetable rottweiler.
El nombre debe ser corto, de preferencia de una o dos sílabas y que incluya los fonemas ‘a’ y ‘o’, pues son los que el perro reconoce más claramente. Además, su pronunciación debe ser sencilla para que otras personas lo llamen igual y aprenda a reaccionar más rápido al sonido de la palabra.
Se recomienda que no uses apodos o diminutivos para referirte a tu perro, así conseguirás que se identifique mejor con el sonido de su nombre. Los canes aprenden a reconocer cómo los llaman entre los dos y tres meses de edad, agrega el adiestrador Juvenal Noriega, si es que toda la familia lo menciona constantemente. Recuerda, cada vez que te haga caso, prémialo con cariño, juguetes o con la comida que más le guste para reforzar el aprendizaje.
Es importante que consideres que el perro debe conocer su nombre antes de ser entrenado, solo así captarás su atención y te hará caso cuando le enseñes obediencia.