Natalia Parodi: "Divide y vencerás"
Natalia Parodi: "Divide y vencerás"
Redacción EC

Las noticias sobre el conflicto en la franja de Gaza son dolorosas y de una violencia sin nombre, donde todos viven la pesadilla de tener a la muerte a la puerta. Encuentro cifras de cientos de víctimas palestinas indefensas que en Gaza pagan el precio de tanto horror, noticias de israelíes que se defienden ante ataques incesantes de palestinos extremistas, veo videos de niños  palestinos dispuestos a entregar su vida en honor a otras víctimas de guerra y artículos exponiendo la tragedia interna que vive Israel de ver a su pueblo dividido y enfrentado entre posturas de derecha e izquierda. Y me dejan la sensación de que solo pudieran verse las cosas desde un lado, o desde el otro, sin matices. ¿Pero cómo acceder al panorama completo?

Polarizar equivale a escindir, a partir, que es una de las cosas que más dañan las mentes de las personas. “Divide y vencerás” decían Julio César y Napoleón. Es una buena estrategia para destruir. Y así como puede suceder en la mente de cada persona, se reproduce a niveles gigantes  cuando hablamos de la conciencia de los pueblos. Y por eso la magnitud de sus consecuencias alcanza niveles de destrucción y matanza masivos.

La polarización de allá se reproduce en discusiones acá, cuando se toma partido adoptando posturas cerradas. Plantear este conflicto como un debate entre los buenos y los malos, no conduce a nada y perpetúa el enfrentamiento, la violencia y el sufrimiento de millones: de las víctimas directas y de las que padecen la impotencia de no poder hacer nada por ellos.

Resolver desde este lado del mundo las cosas que suceden allá es imposible. Podemos tener una opinión, pero nos toca intentar unir las distintas piezas del rompecabezas que tenemos. Tomar conciencia de que cada punto de vista tiene su verdad, y miedo, y heridas y una gran lucha por proteger lo que genuinamente se siente propio. Y sobre todo, por sobrevivir.

Hay miles de judíos y palestinos que no quieren estar enfrentados y que lo expresan todo el tiempo. Por ejemplo, hace poco una chica libanesa publicó una foto besando a su novio judío con un cartel que decía: “judíos y árabes nos negamos a ser enemigos”. La foto recibió mucho apoyo pero también bastantes insultos de extremistas, que quieren que esa línea divisoria nunca se borre.

Así como lograr la paz es el deseo de millones, el de muchos otros es alimentar el odio. Pero ¿ese odio a quién destruye? Una vez oí que alimentar el odio es como tomar veneno y pretender que el otro muera. ¿Es posible gozar de un triunfo conquistado con tanta rabia, tantas pérdidas y tanta sangre derramada?

A quienes no estamos allí ni tenemos parientes palestinos ni israelíes, nos cuesta entender lo que se siente, aunque nos parta el alma tanta destrucción. Pero no se trata de un problema ajeno. Nos confronta con los excesos de los que es capaz nuestra naturaleza humana. Y el gran reto de todos es ponernos en los zapatos del otro.

Tenemos que combatir la tentación de pretender simplificar lo complejo, ver todo blanco o negro, o ver solo un lado de las cosas. La triste realidad es que aquí nadie gana sino que todos pierden, todos sufren y los daños son irreparables. Intentemos entender el otro lado también para romper el círculo vicioso de la violencia, el rencor y la venganza.

Como ciudadanos del mundo debemos eliminar el concepto de bandos y procurar que ningún extremismo distorsione nuestra mirada. Al final del día, se trata de miles de seres humanos, familias intentando alimentar y salvar a sus niños, maestros intentando enseñar, médicos intentando salvar vidas, y todos deseando descansar y vivir por fin en un lugar seguro. En el fondo todos necesitamos que la muerte no le gane a la vida.

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