El Perú es un país rico tanto en sus recursos naturales, variedad cultural y en sus lenguas originarias. En la selva amazónica existen varias de ellas como el awajún, shawi, asháninka, ashéninka, entre otros. Las dos últimas suelen ser relacionadas ya que ambos pueblos son de la misma zona geográfica y familia lingüística Arawak. Por esta razón, el pueblo ashéninka luchó para que su lengua sea reconocida y pueda ser diferenciada del asháninka.
La docente Amalia Casique y su hermana Luzmila, fueron parte de esa lucha, desde estudiantes de universidad trabajaron arduamente en el rescate de su lengua y desde ahí construyeron las bases de lo que sería el libro “Guía teórica del idioma ashéninka”, que explica la gramática del idioma ashéninka y el castellano. Gracias al esfuerzo incansable de las hermanas Casique junto al pueblo ashéninka, autoridades y organizaciones lograron que este año su lengua obtenga la normalización de su alfabeto.
Amalia inició a los 21 años la carrera de educación bilingüe intercultural en la Universidad Católica Sedes Sapientiae (UCSS), en la filial Atalaya de la región de Ucayali. Desde el 2016 es docente e investigadora en la UCSS. Ella comenta que le agradó la carrera porque era parte de su cultura. Todos los integrantes de su árbol genealógico son ashéninka, sus tatarabuelos son del Gran Pajonal lugar de donde provienen los ashéninka; ellos le inculcaron sus raíces y a no perder lo valioso de su idioma. “El ashéninka es mi primera lengua y el segundo fue el castellano. Mis papás aprendieron el castellano por los evangélicos provenientes de los Estados Unidos. También pudimos aprender más el castellano porque salimos de la comunidad a la ciudad. La mayoría habla el castellano, había mucha discriminación, se burlaban”, comenta.
¿Cuál es la diferencia del asháninka con el ashéninka? La diferencia es en el habla. Somos de la misma familia Arawaq, pero el habla es distinto y la comprensión también. Cuando un asháninka me habla yo interpreto lo que me dice; pero en cambio, si hablo con un ashéninka, yo no tengo que interpretar nada, se logra entender bien el sentido de toda la palabra y el significado. Cuando hablas de manera fluida es diferente.
¿Cuáles son las características de los ashéninka? Son muy trabajadores. Las mujeres se dedican a sus chacras y los varones igual. Nosotros no somos muy sociales, más bien somos algo recelosos y reservados porque antiguamente hemos sufrido mucha violencia a causa del terrorismo, la guerra entre pueblos, la esclavitud y eso ha hecho que seamos más cuidadosos, a causa de que nuestros antepasados tuvieron ese temor.
¿Cuál ha sido el papel de la UCSS? Para mí, gracias a la filial de Nopoki (programa que ayuda a reconstruir la relación de pueblos originarios y que significa en asháninka: “he llegado”) de la UCSS se ha logrado erradicar la discriminación. Ahora ha disminuido porque la gente ha ido aceptando que hay diferentes culturas. Conforme hemos ido creciendo, se ha ido prevaleciendo y la gente se ha ido acostumbrando a hablar su idioma. Antes del año 2006 había mucha discriminación, pero del 2006 a la actualidad, ya no se ve tanto. A raíz de la creación de Nopoki, vinieron personas de varias comunidades y de la provincia de Atalaya (Ucayali) se fueron adaptando. Los jóvenes que venían a estudiar se vestían con su vestimenta típica, formaba parte de ellos.
Actualmente, ¿qué regiones hablan esta lengua? El Gran Pajonal, Tahuania, Atalaya (Ucayali), Puerto Bermúdez (Pasco) y Yurúa -la frontera con Brasil donde también hay ashéninkas-. Hasta ahora tal vez no han sido identificados en otros lugares. Nos hemos dispersado.
¿Cómo es su jerarquía? Hay muchos líderes. Está la organización que lidera Miguel Camaiteri que es el patriarca del pueblo ashéninka que vive en Oventeni (ubicado en el distrito de Raimondi, provincia de Atalaya, en la región de Ucayali). En las comunidades ashéninka siempre hay jefes y son los que representan, los que defienden a la comunidad. Por ejemplo, hay en Atalaya por las riberas del río Ucayali, al igual que el Gran Pajonal por Oventeni y en otras comunidades ashéninka. En general, su rol es velar por la integridad de su pueblo, si tiene dificultades, necesidades o si hay abusos.
¿Qué te motivó a escribir el libro “La guía teórica del idioma ashéninka? La guía teórica no lo he trabajado yo sola, somos todo un equipo de trabajo. Faltaba un material para que los mismos jóvenes de la universidad puedan desenvolverse mejor en su lengua y en el castellano, porque como todo se hablaba en castellano los mismos chicos no entendían. Entonces, se vio la necesidad de crear este material no solo para los jóvenes dentro de la universidad, sino para los que terminan la carrera de educación les sirva para las escuelas donde vayan en sus prácticas preprofesionales.
Mi hermana Luzmila Casique y yo fuimos las responsables de traducir el material en ashéninka que estaba en castellano, el monseñor Gerardo Zerdin, gestor del proyecto Nopoki, y otras personas que dominan el castellano se encargaron de elaborar el material. Trabajamos dentro de la USCC y nos tomó tres años realizarlo. Nosotros ya teníamos un alfabeto aunque no oficial, pero ya sabíamos las grafías que había en nuestro idioma. Después, cuando tuvimos la mesa técnica se demostró que estuvimos trabajando en las grafías. Fue una ayuda y un aporte para la normalización del idioma.
Este año el Ministerio de Educación reconoció el alfabeto de la lengua ashéninka, ¿cómo fue el proceso para la normalización? No ha sido tan complicado trabajarlo porque nosotros ya sabíamos las grafías. Los mismos jóvenes cuando interactuamos decíamos, "estas son las grafías, porque así hablamos" y no fue difícil la realización del alfabeto para la guía, pero para la mesa técnica fue distinto. No solo lo hicimos nosotros, si no había más personas involucradas de diferentes lugares. Fue un debate donde tenían que acordar todos y consensuar. En la mesa técnica lo perfeccionamos. Del libro no se quitó ninguna grafía sino se agregó una más. Eso se presentó y se normalizó en el 2018.
Acordaron recuperar las grafías que el 2008 se las había negado, ¿cómo fue esa lucha? Fue constante. Doy gracias a Dios porque el profesor y antropólogo Juan Rubén Ruiz Zevallos, hizo un encuentro de antropólogos en la filial Atalaya en el año 2017. Entonces, ellos venían para conocer y saber las necesidades de los pueblos originarios y cuáles eran sus problemáticas. A partir de ahí se invitaron a varias autoridades de las diferentes comunidades que pertenecen a la provincia de Atalaya y los que no y nos preguntaron cuáles eran nuestras problemáticas. Es ahí donde nosotros nos levantamos con las autoridades ashéninka y no ashéninka y dijimos que necesitábamos ser reconocidos.
Es una problemática, porque el Ministerio de Educación enviaba materiales al pueblo ashéninka en la lengua de asháninka, y la queja la recibimos nosotros como docentes, los jóvenes decían que no entendían; lo padres alzaban sus voces a nosotros, pero nosotros no teníamos la culpa sino los de arriba. Hasta que dijimos: "¡ya basta!, es nuestra oportunidad". Estaban varias organizaciones y nosotros pedimos que se reconociera la lengua ashéninka porque era una necesidad de los niños y del pueblo. El Ministerio de Educación no nos tomaba en cuenta porque nos consideraban como una variante. En el 2017 fue un gran año con este encuentro de una oportunidad para nosotros pedir el clamor de todo el pueblo.
La comunidad prefiere mantener el idioma pero no es ajena a aprender el castellano... Claro, primero se tiene que aprender lo nuestro, de nuestro origen, de nuestra raíz, pero sin dejar de aprender el castellano, porque no solo nos vamos a quedar en nuestra comunidad, en algún momento vamos a salir y necesitamos comunicarnos en el otro idioma. Aprender los dos bien, primero mi idioma bien para aprender lo otro bien. Enriquecer y prevalecer la cultura original.
¿Cuál consideras el mayor logro que la comunidad ashéninka pudo lograr? Ser reconocidos por los Ministerios de Educación y de Cultura y que las personas conozcan que somos un pueblo y que el pueblo necesita sus propios materiales. Ahora se sientan felices que son considerados.
Y para Amalia Casique, ¿cuál fue su mayor logro? Me llevo la satisfacción de haber contribuido con mi pueblo, de haber podido apoyarlos.
Varias lenguas originarias se han ido perdiendo, pero ¿qué consideras que se necesita para que esto no ocurra? Lo que puedo decir es que si hay personas interesadas en hacer revivir una cultura, sí se puede lograr mantener, pero si nadie quiere practicarla ya sea por temor o porque ya no se considera parte de esa cultura, pienso que desaparecerá definitivamente.
¿Cuál es tu sueño para el futuro de los ashéninka? Que nuestros niños puedan hablar y escribir en su lengua originaria sin temor.
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