Natalia Parodi: "No todos los hombres son iguales"
Natalia Parodi: "No todos los hombres son iguales"
Redacción EC

Viviana, tras un triste divorcio que había destruido su capacidad de ilusionarse, conoció a Álex y él la conquistó. Dos años después de casarse, él le dijo que se había equivocado, que en realidad no la amaba y se fue. Sin hablar nunca sobre su infelicidad en el matrimonio, un buen día Fabio le anunció a Claudia que se iba de la casa. La dejó con dos niños pequeños y uno en camino. Cuando Alma rompió en llanto por la inseguridad de que su marido le fuera infiel, Daniel terminó confesando no solo que la había engañado, sino que sucedía cada vez que viajaba, desde hacía años.

Recuerdo yo misma haber estado dolida y resentida luego de una ruptura hace unos años. Molesta y desconfiada con todos los hombres. Recolectando historias de este tipo donde se evidenciaba que los hombres hacían sufrir a las mujeres. A la defensiva. Asustada de salir herida, usando frases como ‘Los hombres son así o asá’. ‘Solo les importa tal o cual cosa’. ‘Se aprovechan por esto y por aquello’. Hasta que me di cuenta de lo que me estaba ocurriendo: estaba metiendo a todos en el mismo saco.

Pero no todos los hombres son iguales y en realidad, hay bastantes muy valiosos y muy especiales. Cuando Lily perdió a su bebe, su esposo Renzo estuvo a su lado incondicionalmente y su amor se fortaleció. Cuando Andrés supo que su esposa Mónica soñaba con estudiar una maestría fuera del país, renunció a su trabajo para apoyarla y compartir con ella el mismo proyecto, y se fueron juntos. Y cuando Juan Carlos conoció a Ximena y supo desde el inicio que a ella no le daría la vida para hacerse viejitos juntos, no dudó nunca en entregarse a ella y amarla, aprovechando y valorando la alegría de tenerla cada día, hasta que ella partió.

Algunas personas pueden lastimarnos y otras nos pueden hacer mucho bien. Es verdad que hay hombres que nos pueden dañar  Como también es verdad que hay mujeres que dañan a muchos hombres. Incluso pasa también que una misma persona puede hacer sufrir mucho a su pareja, y luego madurar y darse cuenta de que a la siguiente quiere hacerla feliz y cuidarla con amor.

Las heridas nos dejan a la defensiva y tiene sentido querer protegernos cuando ya la vida nos ha golpeado. Sin embargo, suponer que ‘todos son iguales’ es como vivir con lentes oscuros viendo todo gris y deslucido. Cuando podría ser que lo que hay allá afuera sea luminoso y agradable, y que varios hombres que pasen a tu lado, sean personas maravillosas con quien tendrías la capacidad de compartir mucha felicidad, si los pudieras ver mejor.

De lo que más hay que defenderse es del rencor y de los miedos, para poder atreverse a amar de nuevo, a llenarse el corazón con ilusión y esperanza. Peor es que se seque y pierda la oportunidad de volver a latir, de encontrar a alguien que valga la pena, que te quiera, que sea como para ti. Dure lo que dure.

Date la oportunidad de abrir los ojos e intentar conocer a quien tienes al frente o al lado. No midas a todos con la varita de tu pasado. Si te topas con algo que no te gusta, sigue tu camino. No tienes por qué aceptar algo que no te parece o no te hace feliz. Pero no descartes a alguien antes de conocerlo. Podría ser que al igual que tú, solo quiera estar tranquilo y compartir su vida y dar cariño.

Nadie es perfecto. Ni ellos ni nosotras. Pero tengamos en cuenta una cosa: ser realista significa poder mirar la figura completa, es decir, lo malo tanto como lo bueno. Tenemos la costumbre de anticiparnos a los desastres, pero no permitamos que esa medida preventiva nos impida percibir y acoger las cosas buenas, dejando pasar las oportunidades de abrir el corazón y de ser felices. Sí se puede encontrar un hombre bueno que nos quiera mucho. Los hay y no son tan escasos. Despeja la mirada, lávate la cara, muestra tu luz y permítete también que esos hombres valiosos te encuentren a ti.

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