1. Natalia y Zeta
Cuando vivía en Colombia, su tierra natal, Natalia Rueda (28) sí tenía una mascota. En Lima, debido a su rutina en una oficina, no podía cuidar a un perro, pero sí sentía que le hacía falta la compañía de un hijo de cuatro patas.
Felizmente, la pandemia cambió radicalmente su estilo de vida. “Empecé el home office y con esa dinámica me di cuenta que sí podía adoptar una mascota”, cuenta.
Gracias a WUF, encontró a ‘Zeta’, una perrita de 3 años. “Fui al albergue y le conté a la persona encargada que quería una perrita adulta. Zeta se acercó para que la consintiera y esa fue nuestra primera conexión. A la semana llegó a mi casa”, recuerda.
¿Qué tanto ha cambiado su vida desde que adoptó a una compañera? Para Natalia, su rutina ha tenido un giro de 180 grados. Hoy se levanta entre las 6:30 y 7 de la mañana para caminar junto a su engreída. “Un perrito te ayuda a tener una estructura”, enfatiza.
A pesar de que ahora “madruga”, siente que ha tenido suerte en todo el proceso. “Zeta se acostumbró desde el primer día a la casa: ni bien llegó, ya sabía cuál era su cama y tampoco ha orinado dentro”, resalta.
La ingeniera recomienda la adopción, pero siempre recalca la importancia de considerarla como un compromiso para toda la vida. “Hay que evaluar si uno puede adquirir esa responsabilidad. No solo son ganas: la parte económica también es importantísima. De ahí en adelante, es la mejor experiencia que hay”, añade.
2. Paolo y Bonnie
Paolo Urquieta (33) y Talía Gallo (31) siempre quisieron tener una mascota, pero sus horarios eran muy complicados. En la pandemia no solo se comprometieron, sino también empezaron a pasar más tiempo en casa y así decidieron adoptar el perro con el que tanto habían soñado.
A través de WUF, visitaron el albergue en donde vieron a Bonnie por primera vez. “Fue una conexión instantánea”, cuenta Paolo.
Al igual que Natalia, él siente que todo el proceso de adaptación de Bonnie ha sido perfecto. “Parece que le han enseñado cómo comportarse en una casa. Incluso, se aguanta la orina para no hacerse dentro y espera paciente la hora de su paseo”, dice.
Paolo resalta que, lo único complicado, ha sido lidiar con la ansiedad de Bonnie cuando salen de casa. “Se volvió tan pegada a nosotros, que tenía mucha ansiedad cuando salíamos de la casa y no dejaba de ladrar”.
Por eso, la familia intenta llevarla a todas partes. Hoy radican en Piura, en donde tampoco la han dejado de lado cada vez que visitan la playa. “Al comienzo le tenía un poco de miedo al mar, pero ahora le encanta y prácticamente no podemos sacarla del agua”, añade su padre.
¿Si volvería a adoptar? “Si hacemos un balance general, ha sido un cambio fuerte de rutina, pero Bonnie llegó a complementar nuestra familia. Tener un perro es una alegría inmensa, especialmente cuando llegas de trabajar”.
3. Sandra y Melga:
Sandra Ciccia (41) siempre vivió con perros. El último que tuvo falleció en el 2013. Desde ese momento, decidió no tener una mascota, ya que sus horarios de trabajo eran muy complicados y también viajaba mucho.
Con la llegada de la pandemia, decidió volverse una profesional independiente y trabajar en casa, lo que impulsó sus ganas de adoptar. “Estaba buscando a una perrita de tamaño medio, que no sea tan hiperactiva y que sea adulta porque así se iba a adaptar más rápido”, explica.
Andrea Suárez, jefa de ayuda de WUF, la ayudó a encontrar a la perrita ideal, ya que Sandra no podía visitar un albergue debido a la pandemia. Así llegó Melga. “Ella se adaptó rapidísimo. Por eso, a los pocos meses, me animé a adoptar otro perro para que la acompañara”, confiesa.
Para Sandra, lo más interesante de todo el proceso ha sido ver la evolución de Melga. No solo subió 5 kilos desde que vive con ella, sino también ha aprendido a socializar más y a ubicarse en las calles aledañas a su casa. “Melga es muy inteligente. Una vez se soltó de la correa, la busqué por todo el parque y ella estaba esperándome en la puerta de la casa”.
Algo que también la emociona muchísimo, es la conexión que han desarrollado Melga y Broder. “Él era un perrito difícil de adoptar porque pesa casi 50 kilos. Lo traje porque ingresaron a robar a mi casa. Hoy me siento muy segura con los dos”.
Sandra no solo se siente a salvo junto a sus mascotas, sino también acompañada. “Antes de la pandemia, estaba 12 horas fuera de casa y no iba a poder darle calidad de tiempo a una mascota. Ahora trabajo y estoy con ellos casi todo el día. Además, son una compañía que también hace feliz a mis sobrinas”. expresa.
Si tú también deseas adoptar a una mascota, ingresa a wuf.pe y encuentra al amigo de cuatro patas ideal para tu rutina. ¡Adopta y cambia una vida!