En pocos días se cumplen dos años de aquel sábado helado y mojado en el que Hera fue abandonada en un parque en La Molina dentro una caja de cartón junto a su cachorra recién nacida.
Si se acordara de ese día, tal vez hoy esta perrita celebraría con muchas ganas el tener una familia que la adora y la cuida como una reina. Felizmente los perros viven en presente, al menos eso dicen.
Para María Ponce, adoptar a Hera es de lo mejor que le ha pasado en los últimos meses. La eligió como regalo de cumpleaños en noviembre del 2018 y lo hizo sin fijarse ni en su pinta ni en su edad. Ella solo quería un perro pequeño que necesitara un hogar.
No era la primera vez que María adoptaba una mascota. Hace más de 20 años, cuando sus hijos eran chicos, siempre le pedían perro, pero ella les respondía ‘Cuando me saque la Tinka les doy uno’ y los distraía llevando hamsters, aves y otros animales domésticos de bajo mantenimiento.
Un día le avisaron que de una camada, quedaba un solo perrito y necesitaba un hogar. María lo adoptó a través de la asociación Amigos de los Animales y lo llamaron Chocolate.
“Era chusquísimo, una mezcla de salchicha y sabe Dios cuántos perros más. Encima era un cobarde, pero era bueno. Murió de 15 años”, cuenta María.
A Chocolate le siguió Wafer, una callejera que rescataron de la calle. Estaba cochina y parecía cachorra, pero tenía como 8 años. Resultó ser una dama. Años después María se mudó a Estados Unidos y adoptó a Wayra, una Labradora.
A los meses de regresar a Lima, ya estaba desesperada por tener otro perro y ahí fue que empezó a contactar a grupos y asociaciones dedicados a promover la adopción de perros. Quería una que le diera confianza y fue así que llegó a WUF.
“Me puse a buscar con mi nieto Facundo, de 8 años, un perro chico con pelo corto. Por un rato estuvimos entre dos perritos y él eligió a Hera”, dice María. “Y felizmente fue así. Resultó ser una perrita muy educada, ni una pichi y ni una caca desde que llegó. Es una lady”, agrega.
Hera fue adoptada a través de WUF, una asociación sin fines de lucro dedicada a la promoción de la adopción, el trabajo de concientización sobre la realidad de los perros en estado de abandono y la ejecución de proyectos que contribuyan a la construcción de un mundo mejor para todos los perros.
Luego de ser rescatadas y llevadas al albergue Wasi Wau, Hera y su cachorra Gea fueron adoptadas por dos familias distintas. Ambas tuvieron suerte y hoy viven en muy buenos hogares. No todos los abandonos tienen finales felices.
“Hay demasiados perros abandonados en el Perú. Eso es lo que más me motiva a adoptar en lugar de comprar una mascota. Y también por experiencia propia pues nos ha ido muy bien con los cuatro adoptados que han pasado por acá, son súper amorosos y agradecidos”, asegura María. “Eso sí, si vas a adoptar, asegúrate de poder hacerlo. Son una gran responsabilidad, especialmente cuando están cachorros”.
Un mes y medio antes de empezar con el aislamiento social obligatorio, la hija de María decidió sumar un perrito más a la manada. La encontró buscando hogar en una página de Facebook. La han llamado Lola y se ha adaptado bastante bien a todos, especialmente a Hera.
Haberse sumado antes de la cuarentena ha ayudado mucho a esta familia a lidiar con el estrés del encierro. Como todavía es cachorra, no le ha afectado mucho estar adentro, aunque a Hera sí.
“Últimamente Hera está mucho más pagada a mi, como ansiosa, y es que le hace falta salir y tener paseos más largos. Esto del toque de queda y las salidas cortas afectan a todos los perros. Pero bueno, son una gran compañía y también ayudan muchísimo a entretener a mi nieto, y a nosotras también”, comenta María.
Si deseas conocer más acerca de WUF, puedes hacerlo ingresando a su portal www.wuf.pe o a sus redes sociales a través de Facebook e Instagram.