Adopta: La historia de Alaska y la familia que le dio un hogar - 1
Adopta: La historia de Alaska y la familia que le dio un hogar - 1

Su perfil decía "Alaska es muy tranquila y ama las siestas bajo el sol. Es muy dócil y obediente. No requiere de mucho ejercicio, pero sí de paseos diarios. Casi no ladra. Se lleva muy bien con otros perros. Se desconoce su relación con gatos”.

Durante la reciente visita que le hicimos a Jessica Bravo, no pudimos ver cómo su nueva mascota Alaska se lleva con los gatos, pero sí verificamos que esta perrita de 2 años de edad calza al pie (o pata) de la letra con dicha descripción.

“Hacía rato que yo quería un perro, pero no había pensado en adoptar, sino en que alguien me lo regalara o comprar uno. Pero una amiga me habló de y entré a su página de Internet”, recordó Jessica. “Yo quería un perro chico, pero a mi hija le gustó el color de Alaska, y al ver que podía estar sola, nos animamos por ella”.

El proceso fue bastante sencillo: Mamá e hija ingresaron a para ver las opciones, usaron el filtro para buscar al perro según ciertas características y saltaron cinco fotos. Fue ahí que la niña eligió a Alaska. Llenaron la solicitud (en el mismo ), recibieron un correo que confirmaba la recepción de su solicitud y dos días después las invitaron a realizar una entrevista vía Skype.

En dicha conversación, representantes de le hicieron a Jessica y su hija varias preguntas como ‘¿Hay problema de que el perro bote pelo?, ¿Qué haría si ella se enfermara?, ¿Qué haría con ella si me mudan?’, todas orientadas a la seguridad de la perrita. A los dos días les informaron que habían pasado la prueba y se coordinó la entrega en una veterinaria de Jesús María.

“Al principio Alaska estaba medio temerosa, luego tuvo problemas con el estómago, pero fue porque comió pasto en el parque. Al llegar a casa olfateó todo y el primer día que se quedó sola lloró, pero luego se dio cuenta de que si me iba, iba a regresar y se calmó”, recordó Jessica. “Felizmente había revisado el manual del adoptante que nos dio WUF, eso ayudó mucho”.

es el albergue que cuidó de Alaska. Meses atrás había sido ubicada en San Juan de Lurigancho luego de que los rescatistas fueran informados que a esta perrita la tenían de reproductora en plena calle para luego vender sus bebes a cinco soles cada uno. Alaska fue rescatada luego de haber parido seis cachorros que nunca vio. Ya en el albergue, fue alimentada, esterilizada, vacunada, desparasitada y tratada con mucho amor para que recobrara la confianza en la gente.

“Definitivamente dio resultado. Ella es muy amorosa y súper agradecida, es como si antes de ser rescatada hubiese vivido en una casa porque es bien educada, nunca se ha hecho sus necesidades en la casa”, comentó Jessica.

Justo a tiempo

El juego favorito de Alaska es ser correteada por Jessica. Aún no aprende a recoger y regresar la pelota y cuando le dan carnaza, lo primero que hace es esconderla en la maceta.

“Un día encontré toda la tierra en el suelo, ahí me di cuenta lo que hacía”, dijo Jessica entre risas.

Durante un paseo por el malecón de Miraflores, comprobamos que Alaska se lleva bien con otros perros y que pese a tener solo tres semanas con Jessica, ya responde a su llamado.

“Alaska ha llegado en el mejor momento. Nos faltaba este espacio para poder estar solas, mi hija y yo, es lo que hace seis meses me motivó a alquilar una casa, y ahora con Alaska ya somos una familia. Ella es una gran compañía”, agregó Jessica.

Antes de Alaska Jessica dice no haber tenido falsas creencias sobre adoptar un perro, sus amigas le habían advertido que son animales muy dóciles y agradecidos, y que se adaptan fácilmente.

“Una de las formas de transcender en esta vida es haciéndole bien a la naturaleza, al mundo, a un niño, a un anciano y, en este caso, a un animalito. No es necesario seguir los convencionalismos, o sea, tener un perro de raza por querer tener algún estatus. Por el contrario, adoptar te hace más humano. Pensar en que hay alguien que necesita de ti... es todo”, añadió Jessica mientras acariciaba a Alaska, quien parecía abrazarla con todos sus más de veinte peludos kilos encima.

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